"Estoy repleto de ti.
Piel, sangre, huesos, cerebro y alma"
Mawlânâ Rûmî (m. 1273)
La desnudez del cuerpo es algo así como la intimidad externa del ser humano. En dicha intimidad externa, esto es, en el cuerpo desnudo, nada hay que sea dudoso, despreciable, sospechoso. El derviche no habla el lenguaje de la culpa, ni el del pecado. Todo él se sabe repleto del Amigo, lleno de Él, desde el aliento que lo atraviesa vivificándolo a la desnudez de la piel. Amante tanto de la danza como de la música y sus secretos, el derviche es consciente de que un cuerpo desentrenado, ya sea por abandono o bien por puritanismo religioso, es como un instrumento musical desafinado. No hay camino interior posible que no se haga desde el amor al cuerpo. Afirmar lo contrario es atentar contra la vida. Y ya se sabe que no hay ideal alguno más alto que la propia vida. Afinar el cuerpo es entrenarlo a fin de permitir que el Amigo se exprese sin tapujos a través de él. Halil Bárcena