Halil Bárcena, "Perlas sufíes. Saber y sabor de Mawlânâ Rûmî" (Herder, 2015).

«Es verdad que jamás un amante busca a su amado sin haber sido buscado antes por éste» (Mawlânâ Rûmî, Maznawî III, 4393. Traducción: Halil Bárcena).

¡... Eyval·lah ...!

AVISO PARA NAVEGANTES

Amigas y amigos, salâms:

Bienvenidos al blog del "Institut d'Estudis Sufís" de Barcelona (Catalunya - España), un centro catalán e independiente, dedicado al estudio de la obra del sabio sufí Mawlânâ Rûmî (1207-1273) y el cultivo del sufismo mevleví por él inspirado, en nuestro ámbito cultural.

Aquí hallarán información puntual acerca de las actividades públicas (¡... las privadas son privadas!) que periódicamente realiza nuestro instituto. Dichas actividades públicas están abiertas a todo el mundo, ya que nadie ha encendido una luz para ocultarla bajo la cama, pero se reserva siempre el derecho de admisión, porque las perlas no están hechas para los cerdos.

Así mismo, hallarán en el blog diferentes textos y propuestas relacionados con el islam, el sufismo y la sabiduría tradicional. Es importante saber que nuestra propuesta sufí está enraizada en la sabiduría coránica y la
sunna muhammadiana, porque el sufismo es el corazón del islam, pero el islam es el corazón del sufismo.

El blog está pensado como una herramienta de trabajo para todos aquéllos que tienen un sincero interés por Mawlânâ Rûmî, en particular, y la senda del sufismo islámico, en general. Por ello, sus contenidos se renuevan puntualmente. Si se suscriben al blog podrán recibir información puntual sobre todas las novedades que se produzcan.

Para cualquier tipo de consulta o información, no duden en ponerse en contacto con nosotros, a través de nuestra dirección de correo electrónico: sufismo786@yahoo.es

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Halil Bárcena

Director de l'IES

Yâ man Hû...!

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jueves, 31 de julio de 2014

Palestina, en el corazón

Palestina, en el corazón


"Pasajeros entre palabras fugaces: es hora de que os marchéis.
Asentaos donde queráis, pero no entre nosotros. 
Es hora de que os marchéis a morir donde queráis, pero no entre nosotros.
Porque tenemos trabajo en nuestra tierra y aquí tenemos el pasado,
la voz inicial de la vida, y tenemos el presente y el futuro.
Aquí tenemos esta vida y la otra. Marchaos de nuestra tierra,
de nuestro suelo, de nuestro mar, de nuestro trigo, de nuestra sal, 
de nuestras heridas, de todo... ¡Marchaos!
Marchaos, pasajeros entre palabras fugaces,

para que nosotros cuidemos las rosas de los mártires
y al fin podamos vivir como queramos".

Mahmûd Darwish (m. 2008)

miércoles, 30 de julio de 2014

Las flores de Sa'adî


Las flores de Sa'adî



«Las flores son perecederas, y lo que no perdura no es digno de devoción»

(Sa'adî Shîrâzî, m. 1292)

martes, 29 de julio de 2014

Armería y arte caballeresco

Armería y arte caballeresco


Titus Burckhardt



La cumbre del arte caballeresco es, apenas hay que decirlo, el arte de la armería. En él se encuentran, en el plano de la expresión artística, el vigor y la precisión, la energía y la elegancia. Lo mejor de este arte es la fabricación de las espadas, cuyo modelo legendario es la célebre espada de dos filos, du'l-fiqâr, de 'Ali, el primo y yerno del Profeta y el prototipo islámico del perfecto caballero (fatâ). Las hojas de las espadas musulmanas tienen muchas veces breves inscripciones del Corán, de las que la preferida es la fórmula Lâ ilâha illa'Llah ('No hay más dios que Dios'), que por sí misma representa la espada intelectual y espiritual que separa lo efímero de lo eterno o que abate el error de confundir lo relativo con lo absoluto".


(Titus Burckhardt, El arte del islam, J. J. de Olañeta editor, Palma de Mallorca, 1988, p. 98).

Fuente: Círculo de Oriente (Voz de la Caballería Espiritual Sufí - Futuwwah)

lunes, 28 de julio de 2014

Sufismo y fuerza

Sufismo y fuerza


Para el derviche, la espiritualidad sólo es íntegra a condición de combinarse con la fuerza. Dice Mawlânâ Rûmî: «Quien sabe coser, sabe rasgar» (Mesneví I, 3885). Halil Bárcena

viernes, 25 de julio de 2014

Condiciones del maestro espiritual

Condiciones del maestro espiritual

Martin Lings


[En la atribulada contemporaneidad que nos ha tocado en suerte vivir, asistimos a dos fenómenos paralelos: por un lado, el desplome de la religión oficial en Occidente y, por otro, la emergencia de un neo-espiritualismo -nueva consciencia, lo llaman algunos- que se nutre de los elementos dispersos que sin ningún rubor ni rigor hurta de aquí y allá, fundamentalmente las grandes sabidurías orientales aún vivas, como el sufismo islámico; ignorando que una tradición espiritual constituye un hecho integral y orgánico, unitario, del que no es posible la amputación de un elemento parcial sin la pérdida de su sentido total. Además, toda tradición espiritual posee sus representantes legítimos y autorizados para transmitir los principios y valores de la propia tradición. En unos tiempos tan dados al cursillismo contumaz, infectado de maestrillos autoproclamados y buscadores de muy escaso nivel, preocupados únicamente por acumular nuevas experiencias y vivir sensaciones reconfortantes, pero incapaces del más mínimo compromiso y disciplina, nos parece oportuno traer a colación el siguiente texto de Martin Lings, en el que se exponen a las claras cuáles son las condiciones que debe reunir un maestro espiritual digno de dicho nombre. Nota de la redacción].

Todas [las tradiciones] insisten de tal modo en las tres condiciones aquí mencionadas como indispensables [para ser un maestro] que hay buenas razones para temer que, de no cumplirse alguna de ellas, todo el esfuerzo termine como un escarceo psicológico carente de toda relación con el desarrollo de nuestros estados superiores. Estas condiciones corresponden a la iniciación, la doctrina y el método. La primera resulta del principio de que es imposible acercarse al Absoluto o al Sí Mismo sin las bendiciones y la ayuda del Cielo. Tal "bendición" es el sacramento de la iniciación, el cual conduce a quien la recibe a un nuevo "nacimiento", pues la primera condición de la espiritualidad es, virtualmente, "renacer".

En cuanto al maestro espiritual, esta primera condición es extrínseca, pues a diferencia de las otras no depende de su santidad, sino de su autoridad como representante debidamente autorizado de una tradición mística de origen divino. El maestro debe personificar también una "doctrina providencial", es decir, una doctrina que depende en un sentido pleno y directo de la Revelación. La esencia de la doctrina es la verdad que distingue entre lo Real y lo ilusorio; por lo tanto, como una encarnación de esta verdad, el maestro es una presencia viva de discernimiento.

Por último, debe dominar el método que permite al contemplativo, iniciado y consagrado, concentrarse, primero mentalmente y luego con el centro de su ser, en lo Real.

(Martin Lings, La hora undécima. La crisis espiritual del mundo moderno a la luz de la tradición y de la profecía, J. J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 2009, pp. 136-137).  

miércoles, 23 de julio de 2014

Montañismo, peligro salvífico

Montañismo, peligro salvífico


Donde abunda el peligro, crece también aquello que salva


martes, 22 de julio de 2014

Aristocracia espiritual, según Schuon


La aristocracia espiritual, 

según Frithjof Schuon


Martin Lings



[En el presente texto, Martin Lings -Abû Bakr Sirâdj al-Dîn, en el sufismo- evoca la figura noble de su maestro Frithjof Schuon -'Isà Nûr al-Dîn Ahmad al-Shadhilî al-Darqawî al-'Alawî al-Maryamî-, una de las figuras más relevantes del sufismo contemporáneo y de la llamada escuela perennialista. Nota de la Redacción].

El shayj [maestro espiritual] insistía también desde el inicio en el hecho de que el hombre verdaderamente espiritual debe siempre ser una personificación de la nobleza. Lo que él decía me recordaba siempre que Platón había definido su estado ideal como una aristocracia, un término a menudo utilizado por el shayj, quien insistía también sobre el hecho de que el tesoro interior de la espiritualidad exigía la virtud exterior de la dignidad. Teniendo en cuenta esto, requería de sus discípulos "un lenguaje correcto, no descuidado, desde el punto de vista tanto de la elocución como de la gramática" (...). Éramos conscientes que la máxima platónica "La belleza es el esplendor de la verdad" significaba que, cuando el esplendor es muy débil, debe de haber la correspondiente insuficiencia de verdad en la inteligencia.


(Martin Lings, Retour à l'Esprit. Questions et Réponses, Tasnîm, París, 2010, p. 33).   

Fuente: Círculo de Oriente 
Voz de la Caballería Espiritual Sufí (Futuwwah)
http://circulo-oriente.blogspot.com.es/2014/07/aristocracia-espiritual_158.html

lunes, 21 de julio de 2014

Deporte y adiestramiento

Deporte y adiestramiento

Yukio Mishima



"Tanto en el deporte como en el arte militar el adiestramiento es una repetición de actos idénticos en los que debe mantenerse constantemente el máximo grado de tensión. En otras palabras, el adiestramiento tiene por finalidad la adquisición de la capacidad de mantener la calma cuando el hombre se enfrente a una verdadera situación de peligro".


(Yukio Mishima, Lecciones espirituales para los jóvenes samurais, La Esfera de los Libros, Madrid, 2001, p. 205).

Fuente: 'Pahlivân. Deporte y Tradición'. 
Un blog, dirigido por Halil Bárcena, donde el deporte se dice de forma diferente.

jueves, 17 de julio de 2014

Música y conocimiento en Rûmî

Música y conocimiento 

en Mawlânâ Rûmî


Leili Castella

 
 
Varios son los lugares que frecuenta el derviche: algunos son espacios físicos, como la jânaqa, lugar de encuentro y reunión sufí, o el zûrhane, literalmente “casa de fuerza” que designa el gimnasio tradicional persa en el que el derviche cultiva las artes del pahlivân o caballero espiritual. Pero el derviche frecuenta también otros lugares que no son físicos sino intangibles, aunque no por ello dejen de ser menos reales: de entre estos últimos destacamos, en esta ocasión, la música. Que la música puede ser una vía de conocimiento espiritual lo comprendió sin duda el poeta y místico persa Mawlânâ Rûmî (m. 1273), inspirador de la escuela sufí 'mevleví'’ de los derviches giróvagos cuando dijo: “Varias son las sendas que conducen a Dios; yo he elegido la senda de la danza y de la música”.
Pero, ¿por qué la música? El sufismo hunde sus raíces en el islam, tradición espiritual en la que lo sonoro ocupa un lugar central. Efectivamente, la cosmogonía del islam viene a perpetuar la tradición abrahámica de la creación por el Verbo -¡kun!- (Corán 36, 82). Este Verbo, que instaura a cada criatura en su ser, resuena siempre en el fondo de ella y es posible percibirlo y rememorarlo a través del oído del alma. Hay otro mito primordial del islam que apela también a lo sonoro y a la audición: es el llamado Día de Alast (Corán 7, 172), metahistoria a través de la cual el ser humano, único ser de la creación que aceptó “el depósito divino” o amâna (Corán 33, 72), recuerda su compromiso primigenio  con Al·lâh.
Por todo ello, la facultad de audición es considerada, en el islam, una facultad de orden superior. Recordemos que desde un punto de vista cultural, la Revelación fue acogida por una civilización, la árabe, que privilegiaba lo oral con respecto a lo escrito tampoco hay que olvidar que la Revelación fue un fenómeno fundamentalmente “oral”, auditivo, aunque en ocasiones iba acompañada de visiones. Puede decirse así que el Corán fue escuchado, después recitado y finalmente transmitido oralmente, antes de ser transcrito. El propio término qur’ân proviene de la raíz árabe q-r- que en su campo semántico contiene el significado de “recitación de un texto”. De hecho la palabra samâ’, que es como acabará denominándose la danza del giro derviche, significa en su sentido fundamental “audición”, y por ende, entendimiento de la llamada divina. De hecho, tal como afirma el etnomusicólogo especializado en músicas del Asia Central Jean During (1), la audición del Corán es el primer samâ’ de los musulmanes, tanto a nivel histórico como espiritual. La salmodia del Corán se halla en el centro de sus prácticas religiosas y es el origen de la mayoría de letanías (wird o dhikr). De este modo, el arte de la recitación (tartîl) ha sido elevado al nivel de una ciencia musical, constitutiva por sí misma, del samâ’ (si bien tradicionalmente, como es sabido, el concepto de música no se aplica jamás al Corán).
La utilización de la música como vía de conocimiento espiritual es pues, en algunas manifestaciones del sufismo y en algunas otras expresiones místicas del islam, una prolongación natural de cuanto acabamos de referir. Así, si del Corán se desprende la idea de que el universo es un libro infinito preñado de signos que han de ser leídos, para Mawlânâ Rûmî, el cosmos deviene una inmensa partitura sonora en la que no hay nada que no Le cante, nada que no Le llame, nada a través de lo cual Él no emita las más bellas melodías. De ahí también la simbología que se desprende, en la obra de Rûmî, de los instrumentos musicales: “Como los amantes ardientes, discernió en el sonido del rebâb la imagen de la llamada de Dios al hombre. El lamento del clarín y el batir del tambor se asemejan a la Trompa Universal. Por ello han dicho los sabios que estas melodías surgen de la rotación de las esferas. Es el sonido de la rotación de las esferas que el ser humano hace resonar en el tanbur y en tambor. Los creyentes dicen que es la influencia del paraíso la que convirtió las voces discordantes en harmoniosas. Éramos todos parte de Adam, escuchamos pues todos estas melodías en el paraíso. Aunque el agua y el barro nos hayan cubierto de dudas, nos acordamos aún de algo de estas melodías. (…) El samâ’ es la nutrición de los amantes, puesto que en él  encuentran la imagen de la unión. Los sonidos y los cantos refuerzan las imágenes en el espíritu, o mejor, les dan una forma. El fuego del amor se torna ardiente por efecto de estas melodías (…)” (2).
Muchos son los aspectos que podrían destacarse de la consideración de la música como vía de conocimiento espiritual en la obra de Mawlânâ Rûmî; el ya citado simbolismo de los instrumentos musicales (imposible olvidar los versos iniciales del Masnawî de Rûmî dedicados al lamento del ney, la flauta derviche de caña, que llora su separación del cañaveral, en una clara referencia simbólica al Día de Alast), la música como reminiscencia del paraíso, el samâ’ como alegoría de la resurrección, la importancia y significado del ritmo en su poesía, etc. Sin embargo nos gustaría detenernos en esta ocasión en la música como lugar de transmisión del conocimiento espiritual entre el maestro y el discípulo. La música tiene en común con los lugares de tan distinta naturaleza citados al inicio de estas líneas, el ser espacio de alquimia, espacio intermedio o de barzâj, en el que existe la posibilidad de que lo corporal se sutilice y lo sutil se corporice. Es un lugar de vuelco, de inversión y conversión (taqallub) o de revolución (inqilâb). Es harto significativo, por cierto, que éstas dos últimas palabras árabes citadas, deriven de la raíz gramatical q-l-b, corazón, que es el espacio simbólico por excelencia de transformación radical del ser y del sentir del derviche. La música, exactamente igual que una jânaqa o un zurhané, es un lugar de prueba, de reto (ibtilâ’), y de contienda con uno mismo, en el que el derviche, en tanto que caballero espiritual, aprende a cultivar los valores que hacen inconfundible su adab o manera de estar en el mundo.
En este delicado proceso alquímico de inversión y conversión (taqallub), es necesaria la presencia y la guía de un Maestro: “Quien no tiene Shaykh, Shaytânes su Shaykh”¸reza un antiguo aforismo sufí. Y es que el conocimiento del que hablamos no sólo no se halla en los libros sino que va mucho más allá de lo que puedan expresar las palabras. Dirá Mawlâna: “Aquel que sólo busca un nombre está perdido. ¿Por qué te agarras al nombre?” (3). Igualmente en Fîhi-mâ-fîhi, el maestro persa vuelve a insistir en la imposibilidad de conocer el sentido verdadero de la existencia a través de las palabras. ¿Cuál es entonces su utilidad? “La utilidad de la palabra es que te hace buscar y te excita (…). Bajo su aspecto profundo (bâtin), te incita a buscar el sentido, aunque en realidad no lo veas” (4). La música se tornará pues, con la ayuda del maestro, puente entre lo aparente (zâhir) y lo oculto (bâtin). Así opera en definitiva el signo. Y así como lo espiritual mueve hacia lo invisible y hacia lo sutil, la música reenvía al aspecto impalpable e invisible de la existencia. Se trata pues de aprender o quizás mejor, de re-aprehender un lenguaje más allá de las palabras que necesitará de una pedagogía especial. Especial, pero en definitiva natural, puesto que, en la pedagogía de Rûmî, el murshid reproducirá con su murîd el mismo proceso de enseñanza que el padre y la madre realizan con su bebé recién nacido.
El Maestro empezará pues por ponerse al mismo nivel que su discípulo. “Finjamos la ignorancia, a fin de poder obtener una respuesta a la pregunta, como si fuéramos extranjeros (en busca de información)" (5). Y así, “para el niño recién nacido, el padre balbucea sonidos, aunque su inteligencia domine el mundo entero (...). Para enseñar al niño, hay que hablar su propio lenguaje" (6). La oreja del verdadero creyente conserva la inspiración que la transmitimos; esta oreja está estrechamente ligada a la del apelante (el Santo). Igual que la oreja del bebé se llena de las palabras de su madre, y después empieza a hablar de manera articulada. Si el bebé no tiene un buen oído, no entiende las palabras de su madre y se vuelve mudo (7)”.
En las culturas tradicionales, la música se aprende también por impregnación e imitación, esto es, por “tradición oral”, o mejor aún, como matiza Jean During, por tradición “presencial” o “aural”. En las clases de música no sólo no se utiliza lo escrito (o muy poco), sino que casi no se habla. Podríamos decir que la música se aprende… ¡en silencio! Es bien gráfica en este sentido la anécdota recogida por During  en la que un reconocido maestro de música persa muy poco propenso a responder a las preguntas de sus alumnos, exasperado por las numerosas preguntas de un estudiante recién llegado, se levantó y lo dejó plantado.
Hay en persa una hermosísima expresión para referirse a la especial y sutil relación de transmisión que se establece entre el pîr y su murshîd que es “sine be sine”. Su traducción literal, que vendría a ser “de pecho a pecho”, es insuficiente para expresar la riqueza del concepto. Como explica During, sine significa memoria, de modo que la traducción “de memoria a memoria” sería más apropiada. Y es que no estamos ante una simple adquisición mecánica del conocimiento: el corazón interviene, como tan bien recoge la expresión francesa “aprendre par coeur” (aprender de y por el corazón) para referirse al aprender de memoria. Sine connota una pena, una quemadura, una disposición afectiva inseparable del objeto de la trasmisión. Se trata pues de confiar un secreto, un misterio, en definitiva, algo indecible.
El silencio y la intimidad que se instalan en el proceso de transmisión del conocimiento espiritual profundo, se vuelven pues la condición misma para que los sonidos alcancen su significado. De hecho la música surge del silencio primordial existente en la pre-eternidad del Día de Alast y a él debe devolvernos. Como observa During, el silencio, a través de la música, abre a otra dimensión propiamente iniciática y hace presente lo indecible, lo inefable. El proceso no siempre es fácil, y requiere del deseo sincero del  murîd de acceder a este tipo de conocimiento. During refiere otra anécdota impagable ocurrida en el transcurso de otra clase de un brillante y virtuoso pedagogo iraní que hizo repetir a un discípulo un pasaje de percusión durante más de media hora, sin pronunciar palabra alguna, sin jamás referirse al error que una y otra vez cometía el alumno. El Maestro se limitaba a volver a tocar el pasaje y el alumno, cada vez más angustiado, trataba de reproducirlo, pero cometiendo cada vez algún error sutil, y así hasta que, ante un auditorio estupefacto, el discípulo comprendió su error. Este último reconoció  después que éste fue el momento que mayor impresión le produjo a lo largo de todo su aprendizaje de la música.
Vemos pues que la transmisión de un mensaje dirigido a lo más íntimo del ser (sirr), no puede hacerse a través de las palabras, insuficientes para contener lo puramente sutil, sino que es necesario hablar el lenguaje que Mawlânâ denominará  zabân-e-hâl o muda elocuencia, que hace capaz, a quien lo conoce, de entender inmediatamente una intuición inanalizable. Sin embargo ésta transmisión no tendrá lugar a menos que entre Maestro y discípulo exista la más perfecta afinación. Por ello el murshîd tratará de crear en el murîd un estado de receptividad y afinación tal, que le permita transmitirle su propia disposición espiritual (hâl). Explica en este sentido Eva de Vitray-Meyerovitch (9): “(En Rûmî), toda mayéutica presupone esta afinación espiritual que desembocará en el compartir una interioridad que los místicos persas designan con la bellísima expresión de ham-damî, que literalmente significa “ser del mismo aliento” o “ser del mismo latido”. A través de esta experiencia, que trasciende símbolos e imágenes, pensamientos y palabras, el murîd adquiere la certeza de lo que en realidad ya sabía. Mediante la vivencia de unidad y unión entre ambos, el “maestro exterior” y el “maestro interior” se vuelven uno, y el maestro exterior puede desaparecer.
Acabemos estas pocas páginas observando que si Mawlânâ pudo describir con tal precisión y finura el proceso de adquisición del conocimiento espiritual, fue seguramente porque lo vivió de primera mano. Su andadura espiritual quedó marcada por su encuentro con Shams al-dîn Tabrîzî, que fue para Mawlânâ la figura por excelencia del iniciador que sabe exactamente aquello que el alma de su discípulo necesita. La relación entre ellos tuvo su tiempo de espera, su tiempo de encuentro y su tiempo de separación. Shams sabía que su marcha era necesaria para la andadura de Mawlânâ hacia el Amor. Y es que sólo mediante la ausencia de Shams, podría Mawlânâ tener la certeza de que Shams habitaba su interior i de que su presencia jamás le dejaría. Escribe a este propósito Leili Anvar Chenderoff (10): “Shams partió porque juzgó que había transmitido a Rûmî aquello que había acudido a transmitirle. Había llegado el momento de dejarlo solo porque sabía que la llama que había alumbrado no se apagaría jamás. Es inimaginable que Shams hubiera abandonado a Rûmî sin preocuparse de qué efecto le causaría su marcha. Simplemente sabía que había entre ellos un vínculo invisible que ya no necesitaba de la presencia física.” No en vano escribió Shams:

Mientras el discípulo no se ha vuelto perfecto

Y no está a salvo de los deseos de su sí mismo,
No es bueno para él estar alejado de su Maestro,
Pues el viento frío lo enfriaría inmediatamente.
Mas, una vez que el alumno se ha vuelto perfecto
La ausencia de su Maestro ya no le perjudica” (11).

Y no le perjudica porque la alquimia ya se ha producido y la ausencia se ha vuelto presencia, incluso a ojos de terceros. Acabamos, ahora sí, con la cita de este poderoso relato de Shams, protagonizado por Uways al-Qarânî, contemporáneo yemení del profeta Muhámmad, e iniciado espiritualmente por el mismo Profeta sin que hubiese mediado ningún contacto físico entre ambos; estamos pues ante una relación espiritual paradigma de una transmisión de conocimiento espiritual extremadamente sutil. Pues bien, explica Shams que, ya muerto el Profeta, Uways al-Qarânî fue a visitar su tumba. En aquella ocasión los mejores Compañeros del Profeta se hallaban ausentes, y aquellos con los que coincidió le mostraron su reprobación por no haber visitado al Profeta en vida. De nada les sirvió la explicación de Uways, de que había sido el propio Profeta, a través de la comunicación sutil que entre ellos existía, quien le había eximido de visitarle para que pudiera cumplir con el deber de cuidar a su madre enferma. Fue entonces cuando Uways se encaró a ellos y les preguntó durante cuánto tiempo habían estado cerca del Profeta. Respondieron aquellos compañeros que durante años. Uways les pidió que, dada la cercanía de la que habían disfrutado, le explicaran cual era el sello o la marca de Profeta, aquello que mejor le definía. Uno a uno fueron dando sus respuestas, pero ninguna satisfizo a Uways. Y escribe Shams: “Si alguno de los mejores compañeros hubiera estado presente, Uways jamás habría formulado aquellas preguntas, porque hubiera visto la marca de Muhámmad en ellos.

"Mira mi rostro dorado como el oro y no preguntes.
Mira estas lágrimas como chispas de fuego y no preguntes.
No me preguntes qué hay en el interior de la casa,
Ve la sangre en el umbral y no preguntes"(12). 

Notas:
(1) During, Jean, Musique et extase. L’audition mystique dans la tradition soufie, Albin Michel. París, 1988. p. 19.

(2) Rûmî, Masnawî, vol. IV, versos 732 y ss.
(3) Rûmî, Masnawî, vol. II, versos 3668 y ss.
(4) Rûmî, Fîhi-mâ-fîhi. El libro interior, Paidós, Barcelona, 1996, p. 244.
(5) Rûmî, Masnawî, vol. I, versos 3001 y ss.
(6) Rûmî, Masnawî, vol. VII, versos 3315 y ss.
(7) Rûmî, Masnawî, vol. IV, versos 3030 y ss.
(8) Jean During (ed.), La musique á l’esprit. Enjeux éthiques du phénomène musical, L’Harmattan, París, 2008, pp. 79-97.


(9) Eva de Vitray-Meyerovitch, Mystique et poésie en Islam, Desclée de Brouwer, París, 1972, p. 76.

(10) Leili Anvar-Chenderoff,  Rûmî, Entrelacs, París, 2004, p. 69.
(11) Shams al-dîn Tabrîzî, Maqalât, 144-145.
(12) Shams al-dîn Tabrîzî, Maqalât, 202.

Leili Caastella es licenciada en derecho, pianista y rebâbista. Directora de la escuela musical 'Baraka. Música con Alma'.

Fuente: Baraka. Música con Alma

miércoles, 16 de julio de 2014

La nube del ego


La nube del ego



"Tú eres la nube que vela tu propio sol". 

(Ibn ‘Arabî, m. 1240)

martes, 15 de julio de 2014

El ser del sabio


El ser del sabio


Un torrente de virtud se derrama luminosamente 
de todo el ser del sabio

lunes, 14 de julio de 2014

Srebrenica 1995-2014

Srebrenica 1995-2014

[Srebrenica, 7 de julio de 1995]

We don't forget. We won't forget.





"No nos permitís mirar al pasado.
No podemos mirarla, pero ella nos mira.
Nos decís: "¡Mirad al futuro!"


Poem to Srebrenica

Abdulah Sidran*

It’s better that she doesn’t exist
than that she does
Such
that is today
our Srebrenica
Neither dead nor alive in her can live
Under leaden skies Of lead air 
No one has ever Not learned
In lungs inhale
From her all flees
who has legs
with them can
and has somewhere
to run
Orthodox Christians flee 
Newcomers 
and localsMuslims flee
Locals and newcomers
And who was there
Somehow remained alive 

He went and returned
Neither one winter with summer
Not compiled
Any fall
With spring
But have looked
As soon as possible again
From Srebrenica to move
What happened
our neighbor a Catholic
To them Srebrenica
hundreds of years
Was lovely
and beautiful
Her good
noble association
Have left, a long time ago
Pointing to the 
In their wisdom
They knew the time would come
In what will no longer be
A good Srebrenica
They tell us
For ten years they tell us
How the war in Bosnia
has ended
They teach us
And written instructions they send
That in our country

Bosnia and Hercegovina
the war has ended
and how no one
should
look into the past
Do they
truly believe
that we are alive
the ones who stand here
and from this place
talk like that
How do we really live
Do you think that’s called health
Do they think it is called sanity
What is left in us
How are we truly, really alive
Do they think that’s called health
Do they think it is called sanity
What is left in us
From our former health and reason?
Do they not see, do they not hear

Do they not know, that we
What us remaining is, deader than all
Our dead, and that here today, with their voices,
the voices of our dead, from their throats,
Scream, and with their screams, we speak
You don’t let us
Look into the past
We do not look into her, but she is looking into us
You say:
Look into the future!
But we
Nowhere
can see her
And we can’t see
that she with any eyes
into us look
Let alone that she sees us
and cares about us
We have the present
In which the human eye
cannot see
We, the same
Of lead air
in our Srebrenica
Who does not exist
breathe with those
Whose eyes

Whose hands
Whose souls
are full of our blood
And only they
can rejoice
by your command
not to look into the past
And what do we have besides her
In what else
than in her
can we look?
Can you
say to a mother
not to look at her son?
can you
send commands
to a sister
not to look at her brother?
Take our eyes -But do not teach us anymore, 
do not send us more
Such advice, instructions and commands!
Maybe it is, as you say
The war has ended! But to us, in our Srebrenica
The was has ended a little, while alone, during the day
We cheat, that it has ended
But in us, during both summer and winter, 

and it is already seventeen years
like that! short days, and too long nights
As soon as the first public dusk
we our gatesclose, so that it does not come, 
does not enter
He who recently came and entered, all our
beloved -  parted from our lives
He, today, peace in Srebrenica keeps
How can a mother of Srebrenica sleep?
As soon as she closes her eyes, war is a the door, 

that’s the minute
in which she saw how, under a cetniks knife, 

parted, from his own body, the head of her son!
Only for her sometimes, of one thousand, recited
Yasins, God comforts her. 

When He lowers a dream upon her eyes,
she, in her dreams, compiles the head with the body, 

of her buried son.
How do we live in the present?
How do we not look into the past?
Our sister one is, among us she is not, but she is alive!
She has made herself a grave, from one, here, in Sarajevo
Apartment. The windows she does not open, 
she doesn’t dare to look through them, 
not to mention walking on the streets! 
She has lost four children! If some boy or girl she met, 
and one of them reminded her of her own - her heart woud break into, 
four hundred pieces.
Is that peace?
Is that how war ends?
When silent
iron weapeons stop
but
a mothers heart scream to the skies
When a criminal
changes his shirt
but in it
under our homes
under our windows
in our Srebrenica
keep our peace?

To you yours is
but to us
not at all
have our past gone!
Nor will it pass
neither can it pass
until the leaden sky
of silver
our Srebrenica covers
While under her
from leaden sky
leaden air
from air snacks
we breathe and swallow
with those who have
changed their shirts
but the heart under their shirts
and the hatred within the heart
have they not changed
nor do they have the intention of changing

To you yours is
but to us
our past has not gone
Do not take us back
Do not take us back
in that and such
from lead
Srebrenica
Rather
At least for a moment
look where in your
souls
books
lost a grain
of justice and truth
If in your heart
at least one
justice and truth
grain find
From good and silver
Silvery and good
beauty
return it to Srebrenica
a crumb of justice
and grain of truth
find it!
Srebrenica
Return it to Srebrenica!
And we will
With God’s help
That they live as dead
Immediately return to her
Let
with the help of God
Flags and calmness
From all time
Srebrenicas soul
And
our soul
sorrowful and dead
With living souls
All of our dead.
(*) Abdulah Sidran  (Sarajevo, 1944), más conocido por el seudónimo Avdo, es un poeta y escritor bosnio, autor al mismo tiempo de guiones cinematográficos.


Lecturas recomendadas

  • Abbas Kiarostami, Compañero del viento (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2006).
  • José Antonio Antón Pacheco, Intersignos. Aspectos de Louis Massignon y Henry Corbin (Athenaica, 2015).
  • Khalili, Una asamblea de polillas (Mandala, 2012).
  • Masood Khalili, Los susurros de la guerra (Alianza, 2016).
  • Olga Fajardo (ed.), La experiencia contemplativa. En la mística, la filosofía y el arte (Kairós, 2017).
  • Seyed Ghahreman Safavi, Rumi's Spiritual Shi'ism (London Academy of Iranian Studies, 2008).
  • Shams de Tabriz, La quête du Joyau. Paroles inouïes de Shams, maître de Jalâl al-din Rûmi. Trad. Charles-Henry de Fouchécour (CERF, 2017).
  • Tom Cheetham, El mundo como icono. Henry Corbin ya la función angélica de los seres, (Atalanta, 2018).

¡Ah... min al-'Eshq!

"A nosotros que, sin copa ni vino,
estamos contentos.
A nosotros que, despreciados o alabados,
estamos contentos.
A nosotros nos preguntan: “¿En qué acabaréis?”.
A nosotros que, sin acabar en nada,
estamos contentos"

Mawlānā Ŷalāl al-Dīn Rūmī

¡... del movimiento a la quietud!

... de la palabra al silencio !!!

"Queda mucho por decir,
pero será Él quien te lo diga
para que lo entiendas, no yo"

Mawlânâ Yalâl al-Dîn Rûmî (m. 1273)