Halil Bárcena, "Perlas sufíes. Saber y sabor de Mawlânâ Rûmî" (Herder, 2015).

«Es verdad que jamás un amante busca a su amado sin haber sido buscado antes por éste» (Mawlânâ Rûmî, Maznawî III, 4393. Traducción: Halil Bárcena).

¡... Eyval·lah ...!

AVISO PARA NAVEGANTES

Amigas y amigos, salâms:

Bienvenidos al blog del "Institut d'Estudis Sufís" de Barcelona (Catalunya - España), un centro catalán e independiente, dedicado al estudio de la obra del sabio sufí Mawlânâ Rûmî (1207-1273) y el cultivo del sufismo mevleví por él inspirado, en nuestro ámbito cultural.

Aquí hallarán información puntual acerca de las actividades públicas (¡... las privadas son privadas!) que periódicamente realiza nuestro instituto. Dichas actividades públicas están abiertas a todo el mundo, ya que nadie ha encendido una luz para ocultarla bajo la cama, pero se reserva siempre el derecho de admisión, porque las perlas no están hechas para los cerdos.

Así mismo, hallarán en el blog diferentes textos y propuestas relacionados con el islam, el sufismo y la sabiduría tradicional. Es importante saber que nuestra propuesta sufí está enraizada en la sabiduría coránica y la
sunna muhammadiana, porque el sufismo es el corazón del islam, pero el islam es el corazón del sufismo.

El blog está pensado como una herramienta de trabajo para todos aquéllos que tienen un sincero interés por Mawlânâ Rûmî, en particular, y la senda del sufismo islámico, en general. Por ello, sus contenidos se renuevan puntualmente. Si se suscriben al blog podrán recibir información puntual sobre todas las novedades que se produzcan.

Para cualquier tipo de consulta o información, no duden en ponerse en contacto con nosotros, a través de nuestra dirección de correo electrónico: sufismo786@yahoo.es

También nos pueden encontrar aquí:

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www.facebook.com/halil.barcena

Reciban un cordial saludo, sean quienes sean y lo que sean, estén donde estén, y muchas gracias por su visita. Huuu...!

Halil Bárcena

Director de l'IES

Yâ man Hû...!

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miércoles, 30 de junio de 2010

Insomnio


"Si estoy contigo, no dormimos
en toda la noche.
Si no estás aquí, no consigo dormirme.
¡Gloria a Dios por estos dos insomnios"

Mawlânâ Rûmî (m. 1273)




Comentario:
El derviche, como el loco enamorado, apenas duerme. Y es que la presencia del Amigo quita el sueño; pero su ausencia, también. Y ese es su destino, el del derviche y el de los amantes: no dormir jamás. A veces, permanecen en vela, en la presencia de un cara a cara que borra el sentido del tiempo, balbuciendo palabras que nunca significan nada o esbozando miradas que son como rendijas por las que se cuela la certeza de una realidad más plena. Pero, a veces, permanecen en vela, en la ausencia de todo gesto, de cualquier palabra, consumiéndose en la nostalgia, que es el dolor que ocasiona la proximidad de lo lejano. Halil Bárcena

viernes, 18 de junio de 2010

El Boléro de Ravel y de Béjart



A propósito del sabor:

el Boléro de Ravel… y de Béjart


“Varias son las sendas que conducen a Dios;
Yo he elegido la senda de la danza y de la música”

(Mawlânâ Rûmî)


Lili Castella






En 1928, Maurice Ravel compuso una obra fascinante: su Boléro para orquesta, obra a partir de la cual, en 1961, otro Maurice, Béjart, bailarín y coreógrafo musulmán, fino conocedor del sufismo, creó una danza que, lejos de cualquier exotismo fácil, supo “encarnar” la esencia de la obra de Ravel. Ambas, música y coreografía, entran en un diálogo íntimo que ilustra algunos de los temas tratados en este blog dedicado al sufismo, y ésta es, justamente, la razón por la cual nos aventuramos a escribir las siguientes líneas.

A Ravel le encantaba jugar. “Esta palabra, juego, nos descubre por completo a Ravel, así como el secreto de su naturaleza profunda”
[1]. Y así es precisamente cómo el músico se planteó la composición de su Boléro: como un reto, como un juego. El propio compositor explicó en su momento a su amigo Joaquín Nin que “se encontraba trabajando en algo bastante extraño: no hay forma en el sentido estricto de la palabra, ni desarrollo, apenas una modulación, un tema… con ritmo y orquestación”. Es decir, el juego consistió en crear una obra a partir de unos mínimos elementos, a saber: un patrón rítmico de 2 compases y una melodía de 32 compases que se repiten una y otra vez en una tonalidad que sólo modula al final.

Con la misma simplicidad y transparencia planteó Béjart su coreografía, pensada sólo para dos personajes: la melodía, confiada indistintamente a un hombre o a una mujer, y el ritmo, interpretado por un grupo de hombres. La escenografía es también mínima: una plataforma circular encima y alrededor de la cual bailan, respectivamente, la melodía y el ritmo.




Se dice que el sufismo es un saber (un qué) y un sabor (un cómo). Pues bien, cabría afirmar que el Boléro es una obra sobre el sabor. Dado que conocemos desde el primer momento la melodía, el ritmo y la tonalidad -esto es, el “qué”-, la esencia de la obra se desplaza del "qué" al "cómo". El Boléro versa sobre las múltiples maneras de decir lo único, o, lo que es lo mismo, sobre lo único diciéndose de múltiples maneras. Dicho en términos gastronómicos: puesto que los ingredientes los conocemos desde el inicio, el interés de la obra consistirá en cómo dichos ingredientes se cocinan y con qué especias se sazonan. Y así, a cada nueva aparición de la melodía, nuestra atención cada vez más centrada saboreará y apreciará nuevos detalles, nuevos matices. (Digamos a modo de anécdota que si nos permitimos este símil gastronómico es a sabiendas de que Ravel fue un buen gourmet con sensibilidad especial para vinos y especias fuertes, a las que calificaba como “¡incendiarias!”).

Para saber un poco más sobre cómo se va “guisando” el Boléro, es interesante observar la coreografía creada por Béjart. Toda ella está basada en el diálogo que entablan la melodía y el ritmo. Es este diálogo el que parece guiar la “cocción”, o, dicho en términos musicales, el impactante crescendo que es en definitiva el hilo conductor de la obra. Estamos ante un crescendo extraordinario porque parece surgir de la necesidad interior de la obra: de hecho no haría falta ninguna indicación de dinámicas en la partitura (que las hay), porque es un crescendo que se manifiesta de forma natural al irse añadiendo instrumento tras instrumento a cada nueva repetición de la melodía. Y es que el Boléro constituye un trabajo de orquestación de exquisita artesanía.

Llegados a este punto cabe constatar que esta subida de intensidad puede darse porque hay una estructura rítmica muy sólida (¡y simple!; ya hemos dicho que la célula rítmica consta tan sólo de dos compases casi idénticos) que la sustenta. Y es que así como un bailarín necesita una estructura corporal trabajada que les permita ir al límite de sus facultades expresivas, también este descomunal crescendo que es el Boléro necesita de este fundamento rítmico que lo sostenga.

La importancia del elemento rítmico en esta obra tiene otra consecuencia, que es la necesidad de ser bailada, de ser “encarnada”. Dice Jankélevich al hablar del contenido rítmico del Boléro que “la forma natural de esta música es la danza, […] el movimiento en el sitio, la acción hecha torbellino que en lugar de abocar al mundo refluye sobre sí misma, halla su finalidad en su propio interior, pisa y da una vuelta; la acción convertida en agitación estacionaria o, como dice Alain, el movimiento inmóvil”.




El ritmo del Boléro es un ritmo que apela al cuerpo, a algo arcaico y profundo, esto es a la sensualidad, a la sexualidad. Así parece entenderlo también Béjart ya que sus bailarines están constantemente conectados con el ritmo a través del balanceo de su pelvis. Este movimiento es el que, repetido innumerables veces, va creando un aumento de intensidad, una intensidad que sin embargo es lúcida, consciente, en absoluto alocada siempre y cuando el tempo de la obra se mantenga absolutamente estable, inmutable (es esta estabilidad del tempo una de las mayores dificultades en la interpretación del Boléro y a la que pocos directores de orquesta han sabido hacer frente).

La imagen de Jankélevich sobre el torbellino nos lleva a otra característica fundamental de la obra que nos ocupa: su circularidad, evidente tanto en la melodía como en el ritmo. Pero hay que referirse a otro elemento musical que es el que de forma sutil pero potente, canaliza dicha circularidad: el compás de tres tiempos (3/4). Si el compás de cuatro tiempos tiene un carácter más bien discursivo o narrativo, y el de dos apela más bien al balanceo o a la marcha, el compás ternario no permite hacer pie e invita al giro. No en vano el vals, que es giro que se despliega horizontalmente, está escrito en compás ternario. El vals es giro horizontal porque sobre su estructura rítmica hay una melodía que se va desarrollando. En el caso del Boléro, al coincidir el compás de tres con una melodía que se repite constantemente y que se repliega sobre sí misma, surge el giro sin desplazamiento. Y este aspecto queda también evidenciado en la coreografía de Béjart en que los bailarines se mueven sin apenas desplazarse.

El Boléro va dibujando imparable su espiral de intensidad hasta llevarla al límite de lo que su estructura le permite, y tras una única modulación al final, que aumenta aún más si cabe la tensión, el Boléro estalla de repente… en el silencio. Y es que el Boléro no acaba con las últimas notas: los momentos más especiales de esta obra son los instantes posteriores al último acorde, instantes en que la dualidad sonido/silencio queda trascendida. Se hace entonces evidente y tangible la vibración del silencio o el silencio vibrante. Son instantes de conmoción profunda que, sin embargo, como el juego, tan caro a Ravel, nada persiguen ni a nada se apegan, ni tan solo a la propia conmoción.

A Ravel “la música no le apasionaba sino mientras la hacía. Una vez hecha, y bien hecha, ya no le interesaba”. Y es que “el comportamiento de Ravel dejaba al descubierto sin cesar la credulidad, la franqueza y la despreocupación de un niño. Un niño que nunca abandonó el reino de la magia y que supo evocar […] las páginas más profundas de su obra. Y como un niño, una vez terminado su juego, lo abandonaba por otro juego distinto”.

Notas:
[1] Las citas de este texto pertenecen al libro Ravel de Vladimir JANKÉLÉVITCH (Antonio Machado Libros, 2010).

Para ver el Boléro de Ravel, según Maurice Béjart, clikar aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=Lnut9tB78BE&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=UnSh-KPV7QQ

Lili Castella es licenciada en derecho, pianista y rebabista del grupo musical 'Ushâq. En la actualidad, coordina las actividades del Institut d'Estudis Sufís

jueves, 17 de junio de 2010

Dîwân de Hal·lâj (5)


Dîwân de Hal·lâj (m. 922)




5.
1. Mai no he cessat de nedar en els mars de la passió,
pujant i baixant amb el vaivé de les onades (1).
2. A voltes l’onada de la passió m’enlaira,
i a voltes caic i baixo al fons,
3. fins que ell se m’enduu, a bord de l’amor,
en un lloc sense riba (2).
4. Vaig cridar llavors: "!Oh Tu, que no puc anomenar-te
i a qui mai no ha traït el meu amor!
5. Preserva’m del mal dels qui em jutgen,
que no foren pas aquests els termes del nostre pacte".


Notes:
(1) Tema inspirat en la navegació de Noè evocada en l’Alcorà (11, 41-42).
(2) D’aquest vers derivarà l’expressió "oceà sense riba", utilitzada pels sufís a partir de Hal·lāj per referir-se al camí espiritual i, en alguns casos, a la mateixa divinitat.


(Traducció de l'àrab al català a càrrec de Halil Bárcena)

miércoles, 16 de junio de 2010

'Ushâq, 10 años


'Ushâq,
crónica

de diez años de música sufí

Halil Bárcena






Tras un par de meses de largos e intensos ensayos, el 7 de mayo del 2000 tuvo lugar la primera actuación pública del grupo de música y danza sufíes 'Ushâq, en nuestra ciudad, Barcelona, en el marco de la feria Biocultura. 'Ushâq nació como un fruto -permítaseme decir, delicioso- del Institut d'Estudis Sufís de Barcelona. Un par de años antes, allá por el mes de mayo de 1998, nuestro Institut había iniciado ya sus actividades (semi)públicas, tras varios años de gestación y maduración de un trabajo enraizado en la tradición sufí mevleví, la que arranca del poeta y místico sufí persa Mawlânâ Rûmî (m. 1273), pero libre de toda adscripción confesional y pensado, fundamentalmente, para personas de nuestro entorno cultural con inquietudes espirituales más allá de adhesiones a formas religiosas. 'Ushâq pretendía ser la marca de nuestro estilo sufí, la mostración de una concepción concreta del camino interior que no pasa ya por el ritualismo ni las creencias, la devoción o la piedad, sino que es espacio de encuentro donde el arte y la investigación se abrazan a la espiritualidad.





'Ushâq nació de una coincidencia, mi amistad con la cantante iraní Parvin Javdan, residente por aquel entonces en Barcelona, que frecuentaba nuestro Institut y sus actividades sufíes. Fue el excelente laudista sirio -de origen kurdo- Ghani Mirzo quien me la había presentado un año antes con motivo de un concierto suyo en nuestro Institut. El caso es que cuando le propuse la idea de crear una formación musical a Parvin Javdan, amante de la obra de su paisano Rûmî, su respuesta fue entusiasta e inmediata, con lo que nos pusimos manos a la obra con el repertorio. Una vez definido éste y la estética musical que 'Ushâq pretendía cultivar y ofrecer, se incorporó al grupo como instrumentista Nayi Doménech, músico versátil miembro de nuestro Institut d'Estudis Sufís. Una vez constituido el trío, necesitábamos un nombre y fue la propia Parvin Javdan quien nos sugirió 'Ushâq, que tanto en árabe como en persa vendría a significar "los amantes ardorosos de la divinidad". 'Ushâq es una forma más específica de decir derviches, esos buscadores empedernidos de lo real, a través de la música y la danza. De hecho, el propio Mawlânâ Rûmî define su personalísima singladura espiritual como mel·lat-e eshq, en persa "la senda de la pasión amorosa".





Más tarde, Parvin Javdan regresó a su país, donde dirige en la actualidad el grupo Rozaneh, dedicado al cultivo de la música tradicional persa, y formado íntegramente por mujeres iraníes. Con su marcha, nuevas personas, alumnos y alumnas del Institut d'Estudis Sufís, irrumpieron en la formación inicial, contribuyendo a enriquecer musicalmente el trabajo de 'Ushâq, ya más centrado en el repertorio mevleví, tanto turco como sirio.



En todos estos años, 'Ushâq, que no se define como un grupo profesional, a pesar del rigor con el que pretende abordar el legado musical mevleví, ha actuado en múltiples circunstancias y eventos. Recuerdo ahora algunos de los momentos más significativos, como la actuación en el Palau Sant Jordi de Barcelona, en el marco de la Conferencia Internacional sobre el SIDA, organizada por las Naciones Unidas (2002); o la participación en el Parlamento Mundial de las Religiones, en un marco tan incomparable como el templo de la Sagrada Familia de Antoni Gaudí, en Barcelona (2004), concierto emitido en directo por la televisión de Catalunya; o la actuación realizada en el Congreso Internacional de Mística, celebrado en la ciudad de Ávila (2007).



También me vienen a la memoria de forma muy particular otros dos conciertos más de 'Ushâq, ambos muy entrañables por las circunstancias que los rodearon. Los dos tuvieron como protagonista al filósofo catalán Raimon Panikkar, buen amigo de nuestro Institut. El primero tuvo lugar el 16 de octubre del 2004, en Tavertet, localidad donde reside Panikkar desde hace años, con motivo de su 86 aniversario. El otro fue el año pasado, en el Caixa Fòrum de Barcelona, en la presentación del primer volumen de las obras completas del filósofo catalán, editadas por Fragmenta Editorial.





Y cómo no recordar, al mismo tiempo, nuestros semâ-hanés, los conciertos mensuales de música y danza sufíes que 'Ushâq ofreció durante tiempo en la intimidad de la jânaqa de nuestro Institut, con la complicidad de amigos y alumnos. Y es que pocas cosas hay tan bellas y potentes como reunirse para compartir música y danza. Ya lo decía el poeta libanés Jalil Gibrán: "la música es la más bella de las oraciones"; la música en sus distintas estéticas y estilos, no tan solo la sufí. Así, tampoco faltaron en los semâ-hanés, al igual que en los propios ensayos de 'Ushâq, retazos de Van Morrison, Sam Cooke o Iz Kamakawiwo'ole, así como alguna que otra bachata de Juan Luis Guerra o sones jamaicanos que tanto nos seducen.




'Ushâq, integrado en la actualidad por Lili Castella, Inara Asensio, Laura Illanes, Nayi Domènech y quien esto escribe, prosigue su andadura, siendo un espacio privilegiado de encuentro entre el arte y la espiritualidad sufíes, cuyo objetivo no es otro que el cultivo del despertar de eso que el filósofo F. Nietzsche llamaba el "tercer oído", único órgano capaz de presentir la música callada que late en el fondo del corazón humano y en las entrañas de todo el universo. Felicidades a 'Ushâq y gracias por los muchos instantes de gozo que nos ha brindado y que, estoy convencido, nos brindará en el futuro. ¡A 'Ushâq, que nadie lo dude, aún le quedan muchas vueltas que dar!





Para ver a 'Ushâq en concierto (Congreso Internacional de Mística, Ávila, 2007), clika aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=eF5QYk-ro1c

http://www.youtube.com/watch?v=n1zzT-ooFEY

http://www.youtube.com/watch?v=FVs3zTX5e8k

http://www.youtube.com/watch?v=YTEs3qfx0LE

http://www.youtube.com/watch?v=KnLBHeQkbjQ

http://www.youtube.com/watch?v=H_to2g_ExRc

http://www.youtube.com/watch?v=7gjTRBvNJM8

martes, 15 de junio de 2010

Psicologia sufí


Psicologia i espiritualitat sufí



Halil Bárcena





Històricament, els espirituals sufís han posat l’accent en el que podríem anomenar el procés d’integració del nostre “jo” fragmentat, conscients que l’home comú viu, en la majoria dels cassos, contret i limitat, en un estat fatigant i esgotador -i molts cops malaltís- de desintegració. En conseqüència, la plenitud espiritual, a ulls sufís, una plenitud que no és sinó l’experiència plena de la vida, és un moviment operatiu que transita des de la separació a la unió; de la dispersió i la fragmentació a la reunió, o millor dit encara, al reconeixement que som un, la qual cosa suposaria la superació del fals i perniciós dualisme somato-psíquic, que ens fa viure de forma fragmentada.

Havent superat el dualisme ment/cos, aquesta molt estranya concepció de que ment (o psiquisme) i cos tenen poc a veure entre sí, podem prendre consciència que les nostres emocions i pensaments poden influir en el nostre àmbit mental. Ens cal tenir cura de la nostra ment, tal com necessitem tenir cura del nostre cos. La pregunta, però, és ¿qui i què és aquest jo que cuida? Molt donats a imatges aquàtiques i oceàniques, els sufís es demanen: ¿som gota o oceà? I la resposta que donen és ambdues coses. Som la gota que conté l’oceà i la gota que pot fondre’s en la totalitat abarcadora de l’oceà i, a voluntat, saber-se gota novament.

Reprenent el fil, l’objectiu del treball sufí és, doncs, reunir el que roman dispers en l’ésser humà. D’aquí que un dels primers estadis d’aquest camí interior sigui, justament, observar i comprendre la caòtica i fragmentada naturalesa del “jo” comú o nafs, car només es pot transformar allò que es coneix, fent-lo conscient, i adonar-se que és possible assolir una integració harmònica de la pròpia persona. Aquesta integració que és a la base del que anomenem plenitud humana està lligada a la universalitat, é a dir, a saber-lo integrar tot millor. La vida són, com apunta el text alcorànic, instants d’'ibtilâ’, reptes o proves. Poc importa les circumstàncies en què visquem, sinó les nostres respostes, les nostres reaccions davant dites circumstàncies. La vida, pel sol fet de viure, ens convida a cada instant a desfermar el nostre món interior.





Els espirituals sufís, fins observadors de la naturalesa humana, afirmen que la freqüent fragmentació que pateix l’ésser humà és fruït d’haver desplaçat el seu centre, és a dir, el que en realitat hom és i ha oblidat. I és, justament, aquest desplaçament vital la veritable font d’angoixes i malalties. Al contrari, habitar en el cor del que en veritat som ens obre les portes de la salut i la creativitat. El conreu del que els sufís anomenen presència o dhikr, que podríem definir com una intensificació de l’atenció, constitueix una de les eines fonamentals d’aquest procés d’integració de la persona. Anant més enllà, podríem afirmar que la presència és una facultat gairebé sagrada. I és que si aquesta presència no està estretament lligada a la voluntat, l’ésser humà no és del tot plenament humà.

En parlar de presència, els sufís estan distingint entre “ego” i jo. L’ego no esgota les reals possibilitats del meu jo, del que en realitat sóc. Aquest jo, que en podríem dir essencial, és molt més profund que el nostre ego, molt més cabdal que els nostres pensaments i emocions, gustos o disgustos, opinions o ambicions, desitjos i temors. Més encara, aquest jo només aflora quan silenciem l’ego, és a dir, quan baixem el volum del nostre soroll interior, quan deixem d’apropar-nos a la realitat, al món i als altres, sota els meus filtres interpretatius. El jo essencial emergeix quan deixo d’identificar-me amb el meu ego.

Els sufís ens ensenyen, per exemple, que és possible escoltar el nostre interior mentre seguim el moviment rítmic de la respiració, escoltar un silenci darrera dels pensaments i emocions. I aquest silenci és el rerefons de tot allò al qual normalment no parem atenció i ens passa desapercebut. És el tros de vida que sovint se'ns escapa. Són molt donats els sufís a l’ús d’imatges musicals, amants com són de la música i la dansa. Així, acostumen a dir que una persona no entrenada, tant física com mentalment -¿on és la frontera?- és com un instrument musical desafinat. Doncs bé, sabem que l’afinament musical (espiritual, podríem dir ara) que es pot assolir no té límit. Hom comença a percebre més i més qualitativament. La realitat última, que els sufís conviden a tastar i que és tot el que és, posseeix certes qualitats com ara pau, compassió, creativitat, llibertat, vitalitat, generositat, bellesa i generositat, entre altres, que a poc a poc van sent els atributs de qui viu en plenitud.





Tanmateix, no ens enganyem, l’àmbit real del canvi real presonal és de vegades mínim. Una imatge: hi ha qui es desplaça constantment al llarg de la seva vida, però mai no es mou. Canviem d’hàbits, de maneres de fer; nodifiquem formes i altres, però no transformem gens ni mica el substancial. Però, quan de veritat canviem, ¿quin és el canvi real que s’opera? Doncs, la descomplicació, la naturalitat, la senzillesa; la plenitud humana té a veure, justament, amb això. Hom no es fa més savi per a fer-ho tot molt més difícil. La saviesa no té a veure amb saber fer pràctiques molt complicades, ni amb adquirir coneixements molt elevats, sinó amb el saber donar.

Mitjançant de l’afinament més i més profund i acurat de la presència a la qual em referia abans, la nostra falsa identitat, és a dir, la identificació malaltissa amb el nostre ego, s’esberla. Només qui fa peu en un jo més profund i subtil, que al capdavall és no-res, esdevé un veritable reflector de consciència còsmica.

lunes, 14 de junio de 2010

Presentación del Dîwân de Hal·lâj

Presentación del Dîwân de Hal·lâj





El auditorio de la librería Bertrand de Barcelona se llenó para asistir a la presentación del Dîwân de Mansûr Hal·lâj (Fragmenta, 2010), editado, traducido y caligrafiado por Halil Bárcena. El acto, organizado por Fragmenta Editortial y el Institut d'Estudis Sufís, amb un recital de fragmentos de la obra hal·lajiana a cargo de la filóloga Mireia Estrada y el dramaturgo tunecino Ahmad Ghazali, y una interpretación de música sufí mevleví a cargo del grupo 'Ushâq, integrado por músicos miembros del Institut d'Estudis Sufís. A continuación, tuvo lugar una mesa redonda con la participación de Perejaume, artista y poeta; Dolors Bramon, profesora de estudios árabes e islámicos de la UB; Inês Castel-Branco e Ignasi Moreta, editores de Fragmenta; y Halil Bárcena. El acto concluyó con una nueva intervención musical del grupo 'Ushâq, que dio paso a una copa de cava y unos deliciosos baklawas siriolibaneses. Desde este blog queremos agradecer a todos, editores, participantes en la mesa redonda, artistas y público, en general, la acogida prestada. Y, cómo no, también al propio Husayn ibn Mansûr al-Hal·lâj (m. 922), cuya obra fue la que en verdad nos convocó a todos.


Más información y vídeo del acto aquí:

jueves, 3 de junio de 2010

Cuentos: El tonto y el pez


El tonto y el pez





Uno de los habitantes más tontos del país de los tontos vio un día un precioso pez color naranja en un lago al que solía ir a pasear. El hombre se lanzó al agua, lo atrapó como buenamente pudo y lo puso en la rama más alta del árbol más próximo. Lo hizo, dijo más tarde, para que el pez no se ahogara.


Dan más miedo siempre los tontos que los malos. Por eso decía Mawlânâ Rûmî, lejos de toda arrogancia: "No seáis humildes jamás con los estúpidos".

Halil Bárcena

martes, 1 de junio de 2010

Del riesgo


"Arriésgalo todo por amor,

si verdaderamente estás vivo
como un ser humano de verdad.
Si no, márchate de esta reunión.
Las medias tintas jamás alcanzan
la majestuosidad"


Mawlânâ Rûmî (m. 1273)






Comentario:
La senda sufí constituye toda una aventura, cuyo secreto es el riesgo. Y, por eso mismo, porque es una aventura, posee algo de locura. ¡Hay que estar un poco loco para tomar ciertas rutas! Sin embargo, no nos confundamos, la locura del derviche es sólo aparente. El derviche es intrépido y atrevido, pero jamás un temerario; no sabe adónde va, pero sí lo que hace. En realidad, es la propia senda sufí la que es una locura. Sin embargo, quien transita dicha senda, el derviche, es siempre alguien muy cuerdo. Escalar una montaña escarpada es ya de por sí una locura, pero el escalador jamás puede ser un loco, porque le va la vida en cada centímetro que escala; un solo paso en falso y se va a pique. A mayor locura, pues, más cordura. Esa parece ser la máxima derviche. Quien no lo arriesga todo por amor, que es la aventura por excelencia, jamás obtendrá nada. La lógica particular del amor es esa: darlo todo sin pedir nada a cambio. Sólo el riesgo de la aventura nos hace sentirnos plenamente vivos. Y es que eso es la vida, un constante reto o ibtilâ'. Como afirman los derviches, nuestras vidas son instantes de ibtilâ', esto es, de reto o prueba. Por el hecho de estar vivos, todos somos invitados por la propia vida a reaccionar, a desatar nuestro universo interior. Lo importante no son nuestras circunstancias, sino nuestras reacciones ante ellas. Por eso, hay quien se desplaza constantemente en la vida, pero jamás se mueve del mismo lugar; nunca cambia nada. No basta con seguir la corriente, hay que hacer algo más para despertar. Quien busque en el sufismo la seguridad que otorgan las creencias o dar sentido a su vida, quien no esté dispuesto a aceptar que la vida es un reto constante y a arriesgarse en todo momento por amor, vale más que abandone la morada del derviche. Y es que la senda sufí no es para flojos o apocados, ni tampoco para quienes desean llenar su vacío interior con ideas, conceptos o creencias, que, a la postre, no son más que impedimentos para el propio amor. Halil Bárcena

Lecturas recomendadas

  • Abbas Kiarostami, Compañero del viento (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2006).
  • José Antonio Antón Pacheco, Intersignos. Aspectos de Louis Massignon y Henry Corbin (Athenaica, 2015).
  • Khalili, Una asamblea de polillas (Mandala, 2012).
  • Masood Khalili, Los susurros de la guerra (Alianza, 2016).
  • Olga Fajardo (ed.), La experiencia contemplativa. En la mística, la filosofía y el arte (Kairós, 2017).
  • Seyed Ghahreman Safavi, Rumi's Spiritual Shi'ism (London Academy of Iranian Studies, 2008).
  • Shams de Tabriz, La quête du Joyau. Paroles inouïes de Shams, maître de Jalâl al-din Rûmi. Trad. Charles-Henry de Fouchécour (CERF, 2017).
  • Tom Cheetham, El mundo como icono. Henry Corbin ya la función angélica de los seres, (Atalanta, 2018).

¡Ah... min al-'Eshq!

"A nosotros que, sin copa ni vino,
estamos contentos.
A nosotros que, despreciados o alabados,
estamos contentos.
A nosotros nos preguntan: “¿En qué acabaréis?”.
A nosotros que, sin acabar en nada,
estamos contentos"

Mawlānā Ŷalāl al-Dīn Rūmī

¡... del movimiento a la quietud!

... de la palabra al silencio !!!

"Queda mucho por decir,
pero será Él quien te lo diga
para que lo entiendas, no yo"

Mawlânâ Yalâl al-Dîn Rûmî (m. 1273)