Halil Bárcena, "Perlas sufíes. Saber y sabor de Mawlânâ Rûmî" (Herder, 2015).

«Es verdad que jamás un amante busca a su amado sin haber sido buscado antes por éste» (Mawlânâ Rûmî, Maznawî III, 4393. Traducción: Halil Bárcena).

¡... Eyval·lah ...!

AVISO PARA NAVEGANTES

Amigas y amigos, salâms:

Bienvenidos al blog del "Institut d'Estudis Sufís" de Barcelona (Catalunya - España), un centro catalán e independiente, dedicado al estudio de la obra del sabio sufí Mawlânâ Rûmî (1207-1273) y el cultivo del sufismo mevleví por él inspirado, en nuestro ámbito cultural.

Aquí hallarán información puntual acerca de las actividades públicas (¡... las privadas son privadas!) que periódicamente realiza nuestro instituto. Dichas actividades públicas están abiertas a todo el mundo, ya que nadie ha encendido una luz para ocultarla bajo la cama, pero se reserva siempre el derecho de admisión, porque las perlas no están hechas para los cerdos.

Así mismo, hallarán en el blog diferentes textos y propuestas relacionados con el islam, el sufismo y la sabiduría tradicional. Es importante saber que nuestra propuesta sufí está enraizada en la sabiduría coránica y la
sunna muhammadiana, porque el sufismo es el corazón del islam, pero el islam es el corazón del sufismo.

El blog está pensado como una herramienta de trabajo para todos aquéllos que tienen un sincero interés por Mawlânâ Rûmî, en particular, y la senda del sufismo islámico, en general. Por ello, sus contenidos se renuevan puntualmente. Si se suscriben al blog podrán recibir información puntual sobre todas las novedades que se produzcan.

Para cualquier tipo de consulta o información, no duden en ponerse en contacto con nosotros, a través de nuestra dirección de correo electrónico: sufismo786@yahoo.es

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Reciban un cordial saludo, sean quienes sean y lo que sean, estén donde estén, y muchas gracias por su visita. Huuu...!

Halil Bárcena

Director de l'IES

Yâ man Hû...!

Yâ man Hû...!

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sábado, 31 de julio de 2010

All Blacks, irresistibles


Al
l passion, all power,


... ¡All Blacks!







Esta vez ha sido en tierras australianas, en Melbourne, más exactamente; las víctimas, los Wallabies. Por si quedaba alguna duda acerca de quienes son los verdaderos "señores del rugby" mundial (la expresión es del periodista francés Pierre Sein), ahí está el resultado, ciertamente contundente, 49-28, registrado en el cuarto match del Tri-Nations 2010, disputado entre los All Blacks de Nueva Zelanda y los Wallabies de Australia, a favor de los hombres del helecho plateado. En un encuentro trepidante, rebosante de fuerza y buen hacer rugbístico, los Blacks, que eligieron en esta ocasión la haka "Ka mate", menos agresiva (¡es un decir!) que la "Kapa o Pango" (con la que habían recibido en los dos encuentros anteriores a sus eternos rivales, los Springbocks sudafricanos), desplegaron esa curiosa mezcla, tan característica de ellos, entre clasicismo y modernidad, tradición e innovación. Una vez más, los hombres de negro impusieron su supremacía, con unos estelares Richie McCaw, el capitán Black; Muliaina, autor de dos ensayos; y Dan Carter, DC entre los aficionados Blacks, sin duda el mejor apertura del mundo (así fue declarado el año 2005), que milita, por cierto, en las filas de la USAP, los catalanes de Perpiñán.




Con esta incontestable victoria, nuestros admirados All Blacks se perfilan, ahora sí, como los más serios aspirantes a obtener la presente edición del Tri-Nations, torneo que han ganado en nueve de las catorce ediciones disputadas hasta el momento. La próxima cita será en tierras kiwi, Christchurch concretamente, el 7 de agosto. De vencer nuevamente las cosas se les pondrían de cara a los hombres de Graham Henry. H.B.



Para ver un resumen del match, clikar aquí:


http://www.youtube.com/watch?v=g7ZU4GKmOoQ


Para ver la haka "Ka mate" de los All Blacks, clikar aquí:


http://www.youtube.com/watch?v=R-n_p-vQE34


Del acto amoroso


"Así como tú hagas el amor

es como Dios estará contigo"


Mawlânâ Rûmî (m. 1273)





Comentario:
No hay en el sexo nada, absolutamente nada, que sea sospechoso; tampoco es bajo, como algunos pretenden hacernos creer, ni mucho menos sucio. El sexo está ligado a las más nobles y mejores expresiones de la vida. Y el derviche todo eso lo sabe; y así lo proclama, pues no habla el lenguaje de la culpa, sino el de la vida, a diferencia del gris religioso, ciego en su rancio moralismo, para quien el sexo constituye un accidente inexplicable. La vida no se puede concebir -¡y nunca mejor dicho!- sin el sexo. En otras palabras, la vida es sexo y el sexo es vida; y eso es, justamente, lo que le convierte en sagrado. Pero el sexo no sólo es un mero mecanismo mediante el cual la vida se perpetua. Y es que en modo alguno el placer sexual está supeditado al acto de procrear. Es autónomo y como tal debe de ser experimentado. En el acto amoroso, el derviche no persigue nada, ni trata de poseer a nadie. Tampoco da nada cuando hace el amor. Y es que amar no es dar, sino darse. De hecho, el derviche no hace el amor, el derviche ama. Halil Bárcena

Hal·lâj en Caldetes



La poesía de Hal·lâj en Caldetes







El pasado 17 de julio tuvo lugar la presentación del Dîwân (Fragmenta, 2010) del poeta persa de expresión árabe, Mansûr Hal·lâj (m. 922), una de las cumbres de la mística sufí, en el marco del "Festival de Poesía i més", organizado por la Fundació Palau de la localidad barcelonesa de Caldetes. La presentación, celebrada en los jardines de la Fundación, se enmarcó en un recital poético musical que contó con la presencia del traductor de la obra y director del Institut d'Estudis Sufís de Barcelona (IES), Halil Bárcena, así como del grupo 'Ushâq, formado por músicos del propio IES, que interpretó piezas del repertorio musical sufí mevleví y la danza derviche del giro.





La poesía extática y sapiencial de Hal·lâj, una poesía de la unión mística y el amor divino, traducida por primera vez al catalán directamente del árabe, constituye uno de los mejores ejemplos del universalismo espiritual y la pasión por la verdad que caracteriza al mejor sufismo, ése que presenta al amor como fruto dulce y maduro de un conocimiento liberado de todo secretismo elitista, así como de las ataduras de una religión reducida a formas rituales vacías y aliada siempre del poder, cuando no confundida con éste. Y es que la radical apuesta espiritual de Hal·lâj, mártir por excelencia del islam, un autor que vive lo que escribe y escribe lo que vive, es compartir con el pueblo, hasta las últimas consecuencias, su experiencia de la verdad, consciente que el amor no puede callar y que el amor que no ama se pierde.


Desde aquí queremos agradecer al artista, poeta y ensayista catalán Perejaume, quien ya participó en la presentación oficial del Dîwân, el pasado mes de junio en Barcelona, haber hecho todo lo posible para que la poesía de Hal·lâj, dicha en catalán, estuviese presente en Caldetes, así como a los organizadores del acto, especialmente al señor Josep Sampera, por todas las facilidades prestadas.

Prodigiosa Alhambra


Prodigiosa Alhambra



Halil Bárcena











La arquitectura islámica tiene en la Alhambra de Granada una de sus expresiones más bellas y acabadas. Entre los muchos prodigios arquitectónicos del monumento nazerí uno de ellos tiene que ver con las diecisiete formas de rellenar un plano, que constituye uno de los problemas clásicos de la ciencia matemática. En efecto, el conocido con el nombre de teselado o friso, consistente en determinar con cuántas formas diferentes puede rellenarse al completo un plano mediante figuras geométricas idénticas, aparece como uno de los problemas más antiguos planteados por los matemáticos. No fue hasta el año 1910 cuando Ludwig Bieberbach pudo demostrar que el número de posibilidades era, en realidad, finito. Más tarde cifró dicho número en diecisiete formas simples de cubrir un plano, formas cuya combinación puede dar como resultado más figuras aún y más complejas. Con todo, lo más sorprendente del caso es que se ha comprobado que entre el rico muestrario decorativo de la Alhambra pueden hallarse representadas las dieciseite fromas simples de Bieberbach. Sin duda, todo un prodigio.

miércoles, 28 de julio de 2010

Los cuatro obstáculos


Los cuatro obstáculos


de la senda sufí



Halil Bárcena






Según sostienen los sufíes, cuatro son los impedimentos que echan a perder todo camino interior; a saber: que no se practique lo que se sabe, que se practique lo que no se sabe, que no se aprenda lo que se ignora y que se le impida a alguien aprender lo que no sabe. Pero, vamos por partes. En primer lugar, que no se practique lo que se sabe. Y es que, ¿acaso es el conocimiento sufí un saber para hacer bonito, para lucirse en público y nada más? Si algo posee el saber de los sufíes es su operatividad; dicho de otro modo, o compromete al ser humano en su totalidad transformándolo de cuajo o no sirve para nada. El saber sufí no es mera palabrería ni un entretenimiento mental, sino que constituye un sabor que modifica el ser, estar y hacer en el mundo. El segundo impedimento tiene que ver con la práctica de lo que no se sabe, o lo que es lo mismo, con la pretensión de ser lo que en realidad no se es, porque no se ha asumido de raíz lo esencial de la senda. Si algo caracteriza al derviche es que es alguien creible, y lo es dado que ha realizado, esto es, ha hecho real, ha encarnado en sí mismo las intuiciones espirituales fundamentales del sufismo. El derviche es tal como se muestra y se muestra tal como es; no hay en él ni trampa ni cartón.

En tercer lugar, que no se aprenda lo que se ignora, lo cual comporta, primero de todo, la humildad suficiente para reconocer las propias carencias y limitaciones, y, segundo, ser lo suficientemente inquieto para ir más allá de ellas, en pos del conocimiento del que se carece. En otras palabras, el derviche, como el viajero, siempre está sediento de aventura, en este caso, la aventura del conocimiento, que es a la postre lo único que verdaderamente libera. Y, por último, en cuarto lugar, que se le impida a alguien aprender lo que no sabe. A diferencia del intermediario -¡y tantos maestros de profesión lo son!- que se interpone en el camino y cree que el camino es él y que sólo a través de él es posible alcanzar el objetivo, el derviche no es sino un mediador que brinda cuanto sabe de forma libre, gratuita y desinteresada, haciéndose a un lado cuando convenga, a fin de no entorpecer la marcha del otro. Mientras el intermediario se sabe imprescindible, razón por la cual jamás desaparece de enmedio, convirtiéndose en un obstáculo para el resto, el mediador, por su parte, conoce bien su papel transitorio y se esfuma en el instante preciso, una vez ha compartido cuanto sabe, porque el conocimiento espiritual está, justamente, para eso, para ser compartido. Jamás un derviche padecerá de avaricia espiritual. Y es que nadie posee el monopolio de una sabiduría que es como el amor, que cuando no se dice, esto es, cuando no se comparte, se pierde para siempre.

All Blacks, imparables


All passion, all power,


... ¡All Blacks!









Los All Blacks se están mostrando intratables en los primeros compases de la presente edición del Tri-Nations. En el segundo encuentro, nuevamente contra los Springbocks sudafricanos, celebrado en Wellington, el pasado 17 de julio, bajo una lluvia persistente, los jugadores que entrena Graham Henry volvieron a derrotar contundentemente, 31 a 17, a unos Springbocks que son una sombra del equipo que el año pasado se alzó con el trofeo de forma incontestable. Los Blacks, capitaneados por un Richie McCaw cada vez más maduro en el juego y un Nonu pletórico de fuerza, se mostraron muy superiores al conjunto sudafricano, destacando, como es habitual en ellos, por su sentido del juego colectivo y la capacidad de improvisar en todo momento. La posterior derrota de los Springbocks frente a los Wallabies (30-13) deja la suerte del torneo a merced de lo que pueda suceder entre los Blacks y el conjunto australiano, quienes se verán las caras el próximo 31 de julio en la ciudad de Melbourne. H.B.


Para ver un resumen del match, clikar aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=AwUEsApS1J4

sábado, 17 de julio de 2010

Dîwân de Hal·lâj (6)



Dîwân de Hal·lâj (m. 922)



6
1. Sigui beneïda la seva gràcia, símbol del secret de la seva subtil calidesa,
que brilla com un llampec resplendent sobre aquells que guarneix amb el seu favor.
2. Adès la gràcia m’esguarda, adès l’esguardo jo;
i si ell volgués, cobriria tothom amb el seu desbordament.
3. En el rapte ens arrabassa; i llavors veiem en ell i a través d’ell, a través del seu amor,
que flueix com una mar d’aigua abundosa que inunda tots els pobles.
4. I el tot testimonia que ho és tot, i com a tot jo en dono testimoni:
ho és tot, excepte quan el veig en una gota de rosada.

(Traducció de l'àrab al català a càrrec de Halil Bárcena)

miércoles, 14 de julio de 2010

Libros: Grotowski, más que teatro



Jerzy Grotowski
Teatre i més enllà. Textos selectes 1969-1995
Fragmenta, Barcelona, 2009


Al llarg del segle XX, un bon grapat d’artistes (Beuys), poetes (Rilke) i músics (Cage) duen a terme una particular recerca existencial, alhora secular i espiritual, més enllà de tota afiliació religiosa. Tots ells comparteixen el que podríem anomenar una mateixa estètica del silenci. El polonès Jerzy Grotowski (1933-1999), una de les veus més personals del teatre avantguardista del segle passat, n’és un exemple de primer ordre. Atret pels rituals antics, com ara la dansa dels dervixos giradors, els exercicis psicofísics dels xamans, les encantacions balineses o el karate japonès, per Grotowski el teatre no és pas un fi en si mateix, sinó un vehicle, un mitjà d’autoexploració; en definitiva, un camí interior. I és que per al creador del Teatre Laboratori i el Parateatre, home lliure i inquiet com a pocs, la seva recerca personal i artística va molt més enllà dels límits del teatre clàssic. El present volum, a cura d’Anna Caixach i Inês Castel-Branco, presenta una magnífica selecció de textos, molts d’ells transcripció de conferències, entrevistes i trobades amb actors, que ens revelen la seva original concepció del “teatre pobre” -de l’art, en general- com a un vehicle cap una experiència de la vida molt més plena i genuïna. Halil Bárcena

martes, 13 de julio de 2010

Sufismo hoy y mañana


Sufismo hoy y mañana



Halil Bárcena






Hoy en día, ninguna tradición religiosa -tampoco el islam- ha quedado al margen de la profunda transformación de la religión que está experimentando toda la humanidad, aunque con distintos ritmos e intensidades. A todo ello se debe añadir la particular crisis interna -algunos hablan de la enfermedad del islam- que el islam viene sufriendo desde hace unas décadas. Se trata de un fenómeno muy mediático aunque el público en general desconoce sus razones más profundas.

El sufismo, o mejor dicho, los sufismos, no son ajenos a nada de todo eso. Hoy, el abanico de expresiones sufíes es amplísimo. Por un lado, tenemos el llamado neosufismo. Se trata del resurgimiento de órdenes, hermandades y cofradías sufíes modernas -aunque algunas se presenten como continuadoras de viejos linajes espirituales- que hacen gala de un sorprendente rigorismo legalista a fin de no ser miradas como sospechosas de poco islámicas por parte de los sectores religiosos más conservadores e intransigentes. Algunas formas del sufismo naqshabandí se hallarían encuadradas aquí.

En paralelo, asistimos al declive progresivo de las viejas órdenes sufíes, las que habían permanecido fieles a los modelos tradicionales, a pesar del auge -transitorio, sin duda- que algunas parecen estar viviendo. En occidente, por su lado, vemos la difusión de toda clase de propuestas, desde el neosufismo piadoso a las más diversas formulaciones de lo que podríamos llamar sufismo new age: un sufismo más o menos desislamizado, heredero de los sincretismos esoteristas del primer tramo del siglo XX. Indudablemente, algunas de estas propuestas tienen presente y tendrán un cierto futuro. Lo que sucede, sin embargo, es que a veces cuesta hallar en ellas la huella inconfundible del sufismo tradicional.




Con todo, la desislamización del sufismo no es propia solamente de algunas de las tendencias de la llamada new age y su espiritualidad blanda, del sufismo sui generis -por llamarle de alguna manera- de Idries Shah y su hermano Omar 'Alí Shah, ambos, curiosamente, autoproclamados qutub o polos espirituales de la época (¡!), o de ciertos esoterismos al estilo de las escuelas del cuarto camino inspirado por un personaje tan y tan controvertido como G. I. Gurdjieff, sino también de importantes sectores islámicos que hacen una lectura muy sesgada y restrictiva del fecundo patrimonio espiritual del islam.

Otra constatación es el creciente empobrecimiento intelectual del sufismo. Tal como advierte Seyyed Hossein Nasr, cada vez resulta más difícil encontrar quien pueda leer -y no digamos ya en las lenguas clásicas del sufismo, árabe y persa, fundamentalmente- e interpretar con solvencia los textos de los grandes maestros espirituales sufíes del pasado, entre otras cosas por la reducción de una buena parte del sufismo al ámbito exclusivo de la moral y la piedad sentimental, error éste de bulto que desnaturaliza lo que el sufismo tradicional ha sido siempre y continúa siéndolo: una senda de conocimiento.

Y es que, hoy, uno tiene la sospecha que, en términos generales, se está prestando atención sólo a la letra menor del sufismo, en detrimento de la grandeza de algunas de sus intuiciones espirituales fundamentales y de sus mejores cristalizaciones en el tiempo. Se está focalizando demasiado el oído hacia las notas musicales que recoge el pentagrama, olvidando toda la riqueza sonora del espacio interválico entre nota y nota. Y no se trata de ninguna futilidad, sino que constituye un verdadero handicap, dado que el sufí canta, precisamente, el intervalo: hace audibles los pequeños microtonos ocultos, no la nota a secas. Así, ciertas manifestaciones occidentales autoproclamadas sufíes, publicitadas a diestro y siniestro a través de internet -es lo que algunos llaman cybersufismo-, pueden ser considerados brotes nacidos del sufismo, pero ¿son acaso el sufismo? Estas nuevas expresiones poseen más maquillaje que cuerpo, son más decorado que guión.




A pesar de todo, el paisaje sufí es menos obscuro de lo que pudiera parecer. Como ya hemos dejado escrito en otro lugar, las turuq u órdenes sufíes no agotan todo el campo de expresión del sufismo. Sabemos, además, que el suyo no ha sido históricamente el sufismo más brillante. Lo cierto es que al margen de estas grandes organizaciones y de algunas escuelas llamémoslas secretistas (¡secretistas sin secreto, por supuesto!), está brotando aquí y allá un sufismo anónimo, con un cierto regusto malâmatî, como gusta llamarlo el profesor M. Chodkiewicz, que lleva a cabo un exquisito trabajo tanto intelectual -imprescindible, hoy en día- como espiritual. Se trata de pequeños grupos, auténticas cavas sufíes, discretas y cultivadas, flexibles, no ancladas en el ceremonial ni el ritual, sin sumisiones ni dinámicas internas de cariz carismático o autocrático. Es un sufismo modesto e, insito, anónimo, aunque quien busca como es debido lo halla.

Gracias al trabajo silencioso pero infatigable de estos artesanos del camino interior, que no se resignan ni se conforman con tomar vino de garrafón, aún es posible hoy saborear un vino sufí añejo y de marca, capaz de seducir y embriagar.

domingo, 11 de julio de 2010

Tri-Nations 2010


All passion, all power...


¡All Blacks!

Arranca el Tri-Nations 2010









Los aficionados al rugby estamos de enhorabuena. Un año más, el pasado 10 de julio, echó a andar el Tri-Nations 2010, la competición más importante del rugby del hemisferio sur, que enfrenta a los combinados nacionales de Nueva Zelanda (All Blacks), Australia (Wallabies) y Sudáfrica (Springboks), vigentes ganadores del trofeo. En el encuentro de apertura, celebrado en el Eden Park de Auckland, nuestros admirados All Blacks, capitaneados por un Richie McCaw inmenso y unos estelares Malili Muliaina y sobre todo Ma'a Nonu y el ala Josevata Rokocoko, pasaron por encima de unos Springboks, que, hasta entonces, parecían estar un paso por delante del resto de selecciones. El resultado, 32-12, a favor de los Blacks entrenados por Graham Henry, habla por sí mismo. Para los All Blacks, ganar la presente edición del Tri-Nations significaría situarse en una posición privilegiada de cara a la obtención del campeonato mundial de rugby que el próximo año se celebrará, justamente, en Nueva Zelanda. H.B.


Para ver un resumen del match y la haka inicial de los All Blacks, clikar aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=jAKqsNkaDWc
http://www.youtube.com/watch?v=UZn9zHbBuNc

Para ver el calendario completo del Tri-Nations y las novedades de los All Blacks, clikar aquí:
http://www.allblacks.com/

In memóriam, Nasr Hamid Abu Zayd


Ha muerto Nasr Hamid Abu Zayd


Halil Bárcena






El pasado cinco de julio fallecía en El Cairo, a los 67 años de edad, el pensador egipcio Nasr Hamid Abu Zayd, una de las voces más innovadoras, y controvertidas también, del pensamiento islámico de las últimas décadas. Licenciado en filología árabe y doctor en estudios islámicos, Abu Zayd ejerció como profesor en la Universidad de El Cairo, donde halló las primeras dificultades al optar a una cátedra. Sus trabajos de crítica textual del Corán le granjearon las antipatías de los sectores religiosos más conservadores, quienes le llevaron ante los tribunales de justicia por, supuestamente, atentar contra la fe islámica. El caso es que la Corte de Apelación de El Cairo sentenció que Abu Zayd era un apóstata, decratando nulo su matrimonio con la hispanista Ibtihal Yunis, dado que, según la legislación egipcia, una mujer musulmana no puede estar casada con un hombre no musulmán. Ante las crecientes y virulentas amenazas por parte de los radicales islámicos y ante la pasividad de las autoridades políticas como religiosas -eso que algunos llaman los islamistas moderados-, la pareja hubo de abandonar Egipto, el verano de 1995, instalándose primero en España y más tarde en Holanda, donde Abu Zayd impartió clases como profesor de estudios islámicos en la Universidad de Utrecht.

Al profesor Abu Zayd se le recordará dentro de la islamología por sus estudios en el ámbito de la hermenéutica del texto coránico, centrada en el ambito puramente lingüístico, práctica exegética esta con algunos precedentes históricos muy notables, como el caso del andalusí Ibn Hazm, pero, desgraciadamente, muy poco cultivada posteriormente. Y es que el peso del conservadurismo islámico, que parte de un concepto muy anquilosado e inamovible de revelación, ha lastrado toda posible investigación interpretativa. Como resume la arabista Luz Gómez García, Abu Zayd "defiende la contingencia histórica de toda interpretación y la esencia dialógica del texto [coránico]", lo cual, evidentemente, hace del Corán un discurso oral en el tiempo.

Abu Zayd fue un intelectual progresista que halló en la lectura abierta del Corán algunos de los que para él constituían los auténticos imperativos islámicos, como la igualdad en todos los ámbitos, la libre participación en la formación del gobierno o la libertad individual. Con todo, no podemos evitar decir que el pensamiento de Abu Zayd, como el de otros pensadores islámicos contemporáneos, puede resultar innovador en el contexto tan anquilosado del los estudios coránicos de ciertos ámbitos islámicos, pero aun así se queda muy corto. Abu Zayd, como otros, no deja de ser un creyente y, como tal, arranca su investigación sin apenas cuestionar puntos muy sensibles, como el ya antes mencionado de la revelación. Hoy, sólo desde la creencia puede sostenerse sin más la existencia de una entidad divina, que interviene en la historia y en la naturaleza, poseedora de un proyecto para toda la humanidad, contenido en un libro sagrado. Tampoco es suficiente hoy con adherir a tesis próximas a las de la teología cristiana de la liberación, u otras teologías progresistas, que, en la actualidad, saben a rancio. En otras cosas no, pero en eso los creyentes, ya sean conservadores o progresistas, se parecen más de lo que pudiera pensarse, puesto que ambos parten de unos supuestos intocables que interpretan, eso sí, de forma distinta.

Con todo, es indudable que el pensamiento del profesor Abu Zayd abrió caminos muy útiles, aunque insuficientes, esbozados en una vasta obra desconocida casi por completo en lengua castellana, a excepción del libro divulgativo El Corán y el futuro del islam (Herder, 2009).

¡Som una nació!



Nosaltres decidim:

¡Som una nació!



De forma cívica i pacífica, com no podia ser d'una altra manera, molts, grans i petits, vinguts del nord i també del sud, ens vàrem aplegar, un dissabte calorós de juliol, a Barcelona, per dir prou, que estem farts de tanta incomprensió i manca de respecte, i que nosaltres no acatem. Que ho sentin jutges, periodistes i polítics, els d'allà i els d'aquí també. Nosaltres decidim, som una nació. I com canten els Manel: "... i a vegads ens en sortim". H.B.

viernes, 9 de julio de 2010

Bimaristán, hospital islámico


El bimaristán,

un modelo de hospital islámico


Historia de los primeros
centros psiquiátricos del mundo




Halil Bárcena





Sentado junto a la fontana rumorosa que ocupa el patio central del bimaristán Nur-ed-Din de Damasco, en la soledad de una refulgente mañana de sol invernal, el viajero, aturdido por la bella y delicada sobriedad del lugar, convertido hoy en “Museo de historia de la medicina y la ciencia islámicas”, experimenta toda suerte de sensaciones, no todas ellas fácilmente descriptibles. Deambular por sus diferentes estancias, contemplar sus muros ornados con motivos caligráficos y arabescos, es como emprender un viaje, un largo y fascinante viaje en el tiempo.

Los bimaristanes esparcidos aquí y allá por la geografía del Próximo Oriente, de Egipto a Siria y de Turquía a Irán, ejercen una poderosa atracción sobre el viajero, que se ve asaltado de inmediato por toda suerte de interrogantes a propósito de unos establecimientos, hoy en desuso, destinados en el pasado, más o menos lejano, al tratamiento de las llamadas enfermedades del alma, así como a la enseñanza de la ciencia médica.

Sin ánimo de exagerar, podemos afirmar con certeza que una de las mayores contribuciones de la medicina islámica al campo de la psiquiatría ha sido justamente la creación y desarrollo de los bimaristanes, las primeras instituciones psiquiátricas que se conocen en el mundo. Un motivo de ello, puede ser que, desde sus orígenes, el Islam ha abogado por el respeto y dignidad de los perturbados mentales.

El objetivo de estas líneas no es sino tratar de rescatar del olvido la memoria de dicho modelo islámico de hospital, especializado con el paso del tiempo en el tratamiento de la locura. Seguramente, son muchas las lecciones que aún hoy podemos extraer escuchando el silencio habitado de los bimaristanes que, desafiando al paso del tiempo y a la desidia, aún permanecen en pie.

La medicina islámica

Durante buena parte de la Edad Media, el entonces joven mundo islámico fue el escenario primordial del cultivo y desarrollo no sólo ya de la medicina, sino de las ciencias en su generalidad. Los siglos VIII y IX estuvieron marcados por la asimilación de los diferentes saberes médicos a su alcance: el griego, por un lado, y el indopersa por otro. En un primer momento, el protagonismo recayó en eruditos que, en la mayoría de los casos, no eran musulmanes, sino cristianos adscritos a la secta nestoriana.



En la legendaria Bayt al-Hikma o Casa de la Sabiduría, fundada el año 830 en Bagdad, convertida por entonces en capital del califato abbasí y centro intelectual del mundo, con sus observatorios astronómicos, hospitales, bibliotecas y escuelas, se llevaría a cabo un monumental trabajo de traducción al árabe, la lengua de conocimiento de la época, de lo que los árabes conocen con el nombre de ciencias de los antepasados (‘ulûm al-awâ’il), esto es, las ciencias exactas y las físico-naturales, la filosofía y, por supuesto, la medicina. Entre las numerosas obras traducidas cabe subrayar, principalmente, las de Galeno, cuyo magisterio resulta indiscutible tanto en la medicina islámica como, más tarde, en la europea. Al mismo tiempo, se vertió al árabe un gran número de textos de autores hipocráticos.

Con todo, el papel de los árabes y persas islamizados no se limitará tan sólo a la mera transmisión mimética del legado médico antiguo, punto este no siempre remarcado lo suficientemente. Paulatinamente, árabes y persas se convertirán en auténticos vehículos del pensamiento intelectual, sustituyendo a los griegos en dicho papel de privilegio. Será a partir del siglo X cuando la civilización islámica comience de verdad a desarrollar, sistematizar de forma lógica y enriquecer los conocimientos previamente adquiridos, imprimiéndoles su sello particular.




La edad dorada de la medicina islámica cubrirá los siglos X y XI. Será en ese periodo cuando brillen con luz propia los persas Ar-Râzí, que en sus años mozos había sido un fino intérprete de laúd, e Ibn Sina, el Avicena de los latinos, cuyo Qanûn fi-t-Tibb o Canon de la medicina, exposición pormenorizada de todo el saber médico conocido entonces, fue utilizado como libro de texto en las facultades de medicina europeas hasta bien entrado el siglo XII. Es más, aún hoy lo sigue siendo en India y Pakistán.

Aunque los primeros bimaristanes del mundo islámico daten del siglo IX, éstos verán su máximo esplendor, precisamente, a finales del siglo XI y a lo largo de todo el XII.

Los primeros bimaristanes

La palabra bimaristán (hospital) proviene del persa bimâr, enfermo, e istan, lugar, casa, asilo. Lengua de la poesía preislámica y de la revelación coránica, el árabe carecía de una terminología científica precisa. Tres fueron las vías filológicas utilizadas por los traductores de la época para subsanar dicha carencia: la transliteración de las palabras griegas, el préstamo de términos nuevos procedentes del siriaco y el persa – caso del vocablo bimaristán – y, por último, el esfuerzo por hallar un equivalente dentro de la misma lengua árabe, opción ésta no tan empleada.


No existe un consenso unánime acerca de la construcción de los primeros bimaristanes. Hay quien sostiene, el ampliamente citado doctor Issa Bey entre ellos, que se levantaron ya en el siglo octavo, en tiempos de los omeyas. Desde el punto de vista de la fe musulmana, suele referirse que el primer hospital islámico, al menos, su precedente simbólico, lo mandó construir el propio profeta Mahoma, quien, tras una de sus contiendas, mandó levantar una carpa en el interior mismo de la mezquita de Medina destinada a atender a los heridos en el campo de batalla.

La mayoría de los estudiosos sostiene, sin embargo, que fue en tiempos del califa Hârûn ar-Rashîd (786-809) cuando fue creado en Bagdad el primer bimaristán del mundo islámico. Muy probablemente, su antecedente más inmediato fue el hospital de la ciudad persa de Yundisapûr, entonces bajo la dinastía sasánida. Dicha ciudad, al sudoeste del actual Irán, constituía un importante centro intelectual que agrupaba a los médicos más reputados del momento. Algunos de ellos ejercerían más tarde su profesión en el nuevo hospital de Bagdad, donde al mismo tiempo enseñarían todo su saber médico. Conocemos, al menos a veinticuatro de dichos médicos, entre los que había especialistas en oftalmología, cirugía y ortopedia.

Los médicos que ejercían y enseñaban en la Bagdad califal eran judíos, cristianos, principalmente nestorianos, zoroastrianos y, por supuesto, musulmanes. Conviene subrayar este dato, puesto que si algo distingue al bimaristán islámico es su carácter secular, exclusivamente médico, en el que los médicos eran escogidos en función de sus saberes y no de su fe. De otro lado, esto diferencia al bimaristán islámico del hospital que se extendería, más tarde, en el orbe cristiano. Mientras a qué nace con una preocupación estrictamente médicos, los orígenes de éste son de carácter caritativo.

Entre los siglos IX y XI, Bagdad vio multiplicarse el número de bimaristanes, gracias, en buena medida, al mecenazgo de los califas y príncipes ilustrados, quienes, al mismo tiempo, amparados en su poder, supieron acallar las voces oscurantistas de aquellos hombres de religión conservadores que veían en algunas prácticas médicas una verdadera amenaza para la verdadera fe.



A partir del siglo XI se fundan algunos hospitales nuevos en ciudades como Alepo y Antioquia. No obstante, dichos establecimientos no eran sino el preludio de la que, un siglo más tarde, será la gran eclosión de los bimaristanes en el Próximo oriente. Así, por ejemplo, el emblemático bismaristan Nur-ed-din de Damasco, al que nos hemos referido ya y sobre el que volveremos más tarde, se construyó el año 1154. Dicho edificio, inspirado arquitectónicamente en el tipo de asa del Jurasán, sirvió de modelo a hospitales posteriores como los casos de Kayseri (1206) y Bursa (1390) en Turquía o el gran bimaristán La-Mansûri de El Cairo (1284).

Un viajero de la época, el valenciano Ibn Yubayr, que recorrió el Próximo Oriente entre los años 1183 y 1185, nos ha dejado en su riha – libro de viajes – una jugosa descripción, precisamente, del bimaristán Nur-ed Din de Damasco. Dice así nuestro compatriota:

“En esta ciudad hay unas veinte madrazas, dos hospitales, antiguo y moderno. El moderno (el bimaristán Nur-ed-Din) es el más importante y el más grande de los dos. Su asignación diaria es de unos quince dinares. Tiene unos intendentes en cuyas manos están los registros donde se recogen los nombres de los enfermos, los gastos que son necesarios para su remedios, sus comidas y muchas otras cosas. Los médicos van allí cada día por la mañana, examinan a los enfermos y ordenan la preparación de los medios y los alimentos que les sean buenos, según lo que convenga a cada individuo entre ellos. El otros hospital funciona conforme a esta descripción, pero la organización es mejor en el moderno. El antiguo está en la parte occidental de la venerada aljama” (1).


El caso andalusí

La introducción del bimaristán en el occidente musulmán fue tardía. El primer hospital se levantó, el año 1190, en la ciudad de Marrakech, bajo los auspicios de los almohades. Pero aún fue más tardía en la España musulmana. Realmente, el caso andalusí resulta cuando menos paradójico. Dos instituciones de rancio abolengo islámico como la madrasa, dedicada al estudio del Corán y del resto de ciencias islámicas, y el bimaristán, verían la luz en época francamente muy tardía. Hay quien sostiene que en el siglo XIII, la ciudad de Valencia ya contaba con un bimaristán; pero no es más que una hipótesis todavía por probar. Lo cierto es que el primer hospital del que tenemos noticia segura se construyó en Granada a mediados del siglo XIV. Con todo, los hospitales tuvieron que ser conocidos en Al-Andalus a la fuerza desde bien temprano. Un español, Ibn .Abdûn al-Yabalí, llegó a ocupar el prestigioso cargo de director del bimaristán de El Cairo, a mediados del siglo IX. De regreso a la península, años después, trabajó como médico de la corte, y por lo visto, su caso no fue el único.




Arquitectura para sanar

El bimaristán en modo alguno fue concebido como un lugar de exclusión. Jamás se ocultó de la vista de nadie, de ahí que estuviese ubicado siempre en el centro palpitante de la ciudad, accesible a todo el mundo. Las visitas de las familiares y amigos de los internos eran incitadas por los propios médicos y formaban parte de la propia terapia. Dos buenos ejemplos de ello lo constituyen los bimaristanes Argûn y Nur-ed-Din de Alepo y Damasco, respectivamente, aún hoy en pie, en el corazón mismo de ambas ciudades sirias. La disposición arquitectónica del bimaristán no es gratuita. En cierta manera, la distribución del espacio y los elementos que lo ocupan: piedras, árboles, flores y plantas, fuentes y agua en movimiento ... están en función del carácter del edificio. Al fin y al cabo, todo ha de contribuir a la curación de los enfermos. Se construye y se decora con la intención de actuar sobre el psiquismo de los internos, ya que se parte de la idea de que la belleza, basada en el equilibrio, la proporción y el ritmo, es sanadora.

La mayoría de los bimaristanes posee un aspecto formar similar. Por lo general, se trata de un edificio principal de planta cruciforme, construido alrededor de un patio central rectangular, en medio del cual se halla una fontana. En una de las alas del bimaristán se abren diversos patios más. Los ángulos del edificio, por su parte, están ocupados por habitaciones destinadas a la intendencia y servicios, como cocinas, almacenes, farmacia, hammân o baño y letrinas. En cuanto a la decoración del edificio, ésta consiste mayormente en motivos caligráficos de versículos coránicos relativos a la salud y su mantenimiento. Esto por lo que respecta a los bimaristanes fijos, ya que, al parecer, también existieron algunos otros de carácter ambulante.

Medicina humoral

Desde sus primeros inicios, la medicina islámica puso el acento sobre la influencia que la mente y las emociones ejercen sobre el organismo de la persona y viceversa. Sabios como Ar-Razí, Avicena o Averroes, por no citar sino los más conocidos entre los médicos filósofos musulmanes, proclamarían que la dimensión psicológica está íntimamente ligada a los problema somáticos. Para ellos, así pues, las enfermedades del organismo pueden tener un origen psicológico. Cuerpo, mente y emociones forman una trama indivisible. Todo está en todo.



Siguiendo las huellas de sus predecesores griegos y su medicina humoral, que incluye elementos indios, persas y chinos, los médicos del mundo islámico consideraban que las enfermedades mentales poseen un carácter somático. Según ellos, la salud y el bienestar personales dependen del equilibrio de los cuatro humores: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra, los cuales, a su vez, poseen diferentes cualidades: calor, frío, sequedad y humedad. El funcionamiento correcto de los humores depende, principalmente de la alimentación y de la digestión de los alimentos, de ahí que una de las tareas primordiales del médico sea prescribir una dieta equilibrada. Pero que los humores de una persona actúen con armonía también depende del aire que se respira, de la excreción, del equilibrio entre actividad y reposo, de la actividad sexual, de la calidad del sueño y de las emociones. A decir de la medicina islámica, la enfermedad se apodera del organismo cuando existe un desequilibrio entre los humores. En ese sentido, la enfermedad mental será la consecuencia de una perversión de los humores.

Tratamiento de la locura

Antes que nada, hemos de hablar de la diversidad de métodos terapéuticos utilizados en los bimaristanes. La elección de una terapia específica dependía de varios factores como, por ejemplo, la naturaleza de los síntomas presentados por el paciente, sus medios y condición social, así como de la capacidad del propio terapeuta. La lectura de las crónicas de la época, divergentes en algunos puntos, nos permite comprobar que los enfermos mentales de carácter más tranquilo convivían con el resto de internos, mientras que los más violentos permanecían encerrados en estancias particulares, estando incluso, encadenados, en los casos más extremos.

Sea como fuere, lo cierto es que la terapéutica utilizada en los hospitales islámicos manaba directamente de la teoría de los humores que hemos descrito con anterioridad. El médico tratará, así pues, de modificar los estados emocionales del interno mediante diversos procedimientos que van desde la dietética y la gimnasia a la hidroterapia, los masajes con aceites aromáticos, las sangrías y la toma de medicamentos, laxantes y diuréticos en su mayoría.

Musicoterapia

Capítulo aparte merece el uso terapéutico de la música, en el sentido más amplio del término, en los bimaristanes. En realidad, todo el Islam y particularmente el sufismo, gira en torno al mito de la escucha transformadora. El oído es considerado el sentido mas importante. Sabios musulmanes de distinta tendencia y época como Al-Farabí, Ar-Razí, Avicena, Algacel, Al-Kindi, Avempace o la sociedad secreta de los Hermanos de la Pureza, fundada en Iraq en el siglo X, han subrayado las poderosas cualidades sanadoras y espirituales de la música ejerce una profunda incidencia sobre las almas, incidencia que escapa a toda lógica, dada la esencia sutil tanto de la música en sí como de la propia alma. También la música aparece concebida dentro del marco de la medicina humoral. En efecto, se afirma que el gran poder de la música reside en su capacidad para influir positivamente en los cuatro humores del organismo. Las melodías armónicas y bien rimadas permiten equilibrarlos, al tiempo que pueden llegar a provocar, afirman, el despertar espiritual del ser humano.




Como es sabido, las tradiciones musicales árabes, turca e iraní poseen un carácter modal. Pues bien, a cada uno de los diferentes modos musicales empleados -maqâm en la terminología árabe, dastgâh en la iraní-, se le atribuyen unas propiedades particulares de cada escala modal: color, día de la semana idóneo para ser escuchada e interpretada, estado de ánimo que provoca, etc. Con todo, a veces, todo ello se ha repetido y exagerado sin el más mínimo examen critico. Laúd y ney, la flauta de caña evocada por buena parte de bardos sufíes, eran los instrumentos mas utilizados en los hospitales islámicos. Su finalidad era crear melodías capaces de serenar el espíritu de los internos y calmar sus emociones. Así como el nay simboliza el alma humana arrancada de su estado unidad primordial, el laúd, rey de la música islámica, simboliza el mundo terrestre. Según podemos leer en el tratado de los Hermanos de la Pureza, cada una de sus cuatro cuerdas representa uno de los cuatro elementos: fuego, aire, agua y tierra. Mientras el sonido de cada cuerda del laúd por separado provoca el efecto de cada uno de los diferentes elementos, esto es, calor, ligereza, frío y pesadez, el tañido de las cuatro cuerdas al unísono, permite, según los miembros de la mencionada hermandad, armonizar y sintonizar microcosmos y macrocosmos, esto es, hombre y universo.




Otro aspecto notable de la musicoterapia utilizada en los bimaristanes era la escucha permanente del rumor del agua de las fuentes y canalizaciones internas. Al mismo tiempo, los enfermos escuchaban, periódicamente, la palabra melodiosa y musical de poetas y narradores de historias. Su verbo mágico y seductor contribuía a dulcificar la estancia de los internos. También a los propios médicos se les exigía ser capaces de dominar el arte de la palabra. Al fin y al cabo, en el diálogo paciente, atento, respetuoso, con los enfermos, el médico podía extraer cuantiosa información acerca de sus dolencias. Al mismo tiempo, a través de la palabra podía transmitirles paz y sosiego. En ese sentido, ha de subrayarse el papel pionero que la medicina islámica ha desempeñado en el ámbito de la psicoterapia. Según la tradición islámica, además de cumplir su función práctica de transmisión de información, cuando a la forma verbal se le añade una melodía y un ritmo a través del arte musical, puede llegar a producir efectos notables en el ser humano: cura sus dolencias físicas y anímicas, exhorta la belleza y fortalece el carácter. De ahí el valor concedido también a la recitación coránica, que era realizada en los antiguos bimaristanes de la Siria medieval, por ejemplo, dos veces al día, por la mañana y al caer la noche.





Conclusión

Los bimaristanes constituyen una página memorable de la historia de la medicina no ya islámica, sino universal. Afirma no sin orgullo nuestro compatriota Ibn Yubayr, ya antes citado: "Estos hospitales son uno de los más grandiosos títulos de gloria del Islam" (2). Pero, efectivamente, pertenecen al pasado. Sin embargo, hay algo de ellos que puede sernos de enorme utilidad hoy en día. Ante una medicina cada vez más tecnificada y despersonalizada, en la que el paciente no es sino un número anónimo perdido en una estadística, el ejemplo de los bimaristanes: sus sistemas terapéuticos no agresivos, el trato humano dispensado a los enfermos, la normalidad con la que era asumida la enfermedad mental, así como la belleza formal de los edificios, constituyen valores a reivindicar hoy y en el futuro.


Notas:
1. Ibn Yubâir, A través del Oriente. El siglo XII ante los ojos. Rihla, Ediciones del Serbal, Barcelona, 1988, p. 331
2. Ibídem, p. 332

(Publicado en la revista Natura Medicatrix nº 62, enero, 2001, pp. 6-11)

Poetas: Yunus Emre

1
Soy yo el primero y el último

Soy yo el primero y el último que ayuda a las almas,
Soy quien da la mano a los extraviados,
Soy la esperanza de los desesperados,
Soy la vista de los que no ven,
Soy quien revela los misterios inauditos,
Soy el espíritu que se esconde en los corazones,
Soy el agua que cae sobre las piedras,
Soy quien con una mirada detiene el mundo,
Soy quien sacia a los hambrientos,
Soy quien ampara a los amantes,
Soy el poder misterioso que allana los montes,
Soy quien creó esos cielos,
Soy el faro que ilumina los mares,
Soy el guía de los creyentes,
Soy quien impone el orden,
Soy quien escribió los cuatro libros,
Soy la lengua que recita el Corán,
Soy el camino que conduce a la felicidad,
Soy quien derrama riquezas,
Soy el jardinero de todos los jardines,
Soy quien mandó a Hamza al monte Qâf,
Soy quien puso allí el nido del Sîmurg,
Soy quien dice estas palabras, no Yunus.
Quien duda de esta verdad peca:
Soy yo el primero y el último.


2
Este mundo para nadie queda

Aunque el mundo está impregnado de Dios,
Nadie alcanza a ver su misterio.
Si quieres verlo, búscale en tu mundo,
Descubrirás entonces que Él no está tan lejos.
Esa tierra sobre la que caminas,
Esa comida con que te alimentas,
Si crees que son tuyas, te equivocas.
El otro mundo se halla fuera de mi vista,
La virtud es lo que se queda en este mundo.
El dolor de la ausencia es demasiado amargo,
Nadie volvió una vez que se marchó,
Mas el que viene a este valle se irá,
Sin remedio; todo ser humano este sorbete beberá.
La vida es un largo puente
Por el que pasan todos, viejos o jóvenes;
Pues venid, vamos a ser amigos,
La vida será más fácil para nosotros,
Amemos y que nos amen todos,
Pues este mundo a nadie le queda.
Si escuchas y entiendes
Las palabras de Yunus,
Seguro que las aprovecharás:
Este mundo para nadie queda.





3
Sale mi luna

Cada vez que me arrastro en su camino,
Sale mi luna;
Los inviernos se transforman entonces en primaveras
Y todos mis días parecen fiestas.
Las nubes son incapaces de ocultar mi luna,
Ni pueden deslustrar su fulgor.
Jamás disminuye su llenura
Y se dilata su esplendor desde la tierra.
La luz de mi luna borra las tinieblas
E ilumina las celdas oscuras en los corazones.
¿Pueden vivir juntos en una misma celda
El rayo penetrante y la sombra?
Yo encontré mi luna aquí, en la tierra,
¿qué me importa el cielo?
Mi frente debe alcanzar el suelo,
Si desde allí crece mi luna.
Faltan palabras para describir mi luna,
Mas los amantes la conocen.
Faltan palabras para explicar mi pena,
Mas los amantes la saben.
No culpéis a Yunus por haber amado,
Son muchos los seguidores del Amado;
Si su amor abraza a los amantes,
Yunus también irá a su lado.

(Yunus Emre, Poemas, Hiperión, Madrid, 1992)


Yunus Emre (1240-1321). Poeta turco que vivió en la Anatolia central coincidiendo con el final de la dinastía de los selyúcidas y el reinado de Osmán Gazi, primer sultán otomano. Se sabe que recibió una importante formación espiritual y que escribió al menos dos obras: El opúsculo de los consejos y Dîvân. En su poesía, compuesta en lengua turca, pueden entreverse ecos del pensamiento sufí más heterodoxo e iconoclasta, así como una serie de temas recurrentes, propios de la espiritualidad popular turca, como la igualdad, la condena de la soberbia, la egolatría espiritual y la ambición de poder, la crítica del fanatismo religioso y el autocontrol. Buena parte de su poesía ha sido musicada, siendo interpretada en las reuniones derviches. Para ver un ejemplo de un famoso poema de Yunus Emre musicado, cuyo título es "Ashkin Aldi", clikar aquí:


Sección coordinada por Pepa Torras i Virgili

Lecturas recomendadas

  • Abbas Kiarostami, Compañero del viento (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2006).
  • José Antonio Antón Pacheco, Intersignos. Aspectos de Louis Massignon y Henry Corbin (Athenaica, 2015).
  • Khalili, Una asamblea de polillas (Mandala, 2012).
  • Masood Khalili, Los susurros de la guerra (Alianza, 2016).
  • Olga Fajardo (ed.), La experiencia contemplativa. En la mística, la filosofía y el arte (Kairós, 2017).
  • Seyed Ghahreman Safavi, Rumi's Spiritual Shi'ism (London Academy of Iranian Studies, 2008).
  • Shams de Tabriz, La quête du Joyau. Paroles inouïes de Shams, maître de Jalâl al-din Rûmi. Trad. Charles-Henry de Fouchécour (CERF, 2017).
  • Tom Cheetham, El mundo como icono. Henry Corbin ya la función angélica de los seres, (Atalanta, 2018).

¡Ah... min al-'Eshq!

"A nosotros que, sin copa ni vino,
estamos contentos.
A nosotros que, despreciados o alabados,
estamos contentos.
A nosotros nos preguntan: “¿En qué acabaréis?”.
A nosotros que, sin acabar en nada,
estamos contentos"

Mawlānā Ŷalāl al-Dīn Rūmī

¡... del movimiento a la quietud!

... de la palabra al silencio !!!

"Queda mucho por decir,
pero será Él quien te lo diga
para que lo entiendas, no yo"

Mawlânâ Yalâl al-Dîn Rûmî (m. 1273)