Halil Bárcena, "Perlas sufíes. Saber y sabor de Mawlânâ Rûmî" (Herder, 2015).

«Es verdad que jamás un amante busca a su amado sin haber sido buscado antes por éste» (Mawlânâ Rûmî, Maznawî III, 4393. Traducción: Halil Bárcena).

¡... Eyval·lah ...!

AVISO PARA NAVEGANTES

Amigas y amigos, salâms:

Bienvenidos al blog del "Institut d'Estudis Sufís" de Barcelona (Catalunya - España), un centro catalán e independiente, dedicado al estudio de la obra del sabio sufí Mawlânâ Rûmî (1207-1273) y el cultivo del sufismo mevleví por él inspirado, en nuestro ámbito cultural.

Aquí hallarán información puntual acerca de las actividades públicas (¡... las privadas son privadas!) que periódicamente realiza nuestro instituto. Dichas actividades públicas están abiertas a todo el mundo, ya que nadie ha encendido una luz para ocultarla bajo la cama, pero se reserva siempre el derecho de admisión, porque las perlas no están hechas para los cerdos.

Así mismo, hallarán en el blog diferentes textos y propuestas relacionados con el islam, el sufismo y la sabiduría tradicional. Es importante saber que nuestra propuesta sufí está enraizada en la sabiduría coránica y la
sunna muhammadiana, porque el sufismo es el corazón del islam, pero el islam es el corazón del sufismo.

El blog está pensado como una herramienta de trabajo para todos aquéllos que tienen un sincero interés por Mawlânâ Rûmî, en particular, y la senda del sufismo islámico, en general. Por ello, sus contenidos se renuevan puntualmente. Si se suscriben al blog podrán recibir información puntual sobre todas las novedades que se produzcan.

Para cualquier tipo de consulta o información, no duden en ponerse en contacto con nosotros, a través de nuestra dirección de correo electrónico: sufismo786@yahoo.es

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Reciban un cordial saludo, sean quienes sean y lo que sean, estén donde estén, y muchas gracias por su visita. Huuu...!

Halil Bárcena

Director de l'IES

Yâ man Hû...!

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lunes, 30 de mayo de 2011

Cantos sufíes (ilâhis): "Hak yoluna..."


"Hak yoluna gidenlerin"


Letra: Seyrani
Música: Hafız Kemal Efendi
Maqâm: Acem
Aşiran


Hak yoluna gidenlerin
asa olsam ellerine
er pir vasfin edenlerin
kurban olsam dillerine.

Torunuyuz bir dedenin
tohumuyuz bir bedenin
münkir ile cenk edenin
silah olsam ellerine.

Bir üstade olsam çırak
bir olurdu yakın ırak
kemiğimi yapsa tarak
yar zülfünün tellerine.

Seyrani kaldır parmağın
vakkidir hakka durmağın
deryaya akan ırmağın
katre olsam sellerine.





Quisiera ser el bastón
de los que caminan en la senda del Amigo Real
Quienes alaban al maestro de la senda
no hacen otra cosa que sacrificar sus lenguas.

Somos los nietos de un 'Dede' (1)
Somos la semilla de un cuerpo
Quien lucha contra el mal
desea ser un arma en su mano.

Quisiera ser discípulo de un maestro,
pudiendo acercar lo que permanece lejano
Quisiera que mi Amado hiciese un peine
con mis huesos para alisarse su cabello rizado.

Seyrani, levanta tu dedo
que es tiempo de anihilarse en la divinidad
Quisiera ser una gota de lluvia
que llena el caudal de los ríos que desembocan en el mar.



(1) Dede significa abuelo en persa. En el sufismo mevleví, título con el que se conoce al derviche que ha realizado un retiro de 1001 días. Sinónimo de maestro de la senda.

Para escuchar el ilâhi, clika aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=zBLVO2ldP_8

(Traducción del turco al español a cargo de Nesrin Can)

Dîwân de Hal·lâj (22)


Dîwân de Hal·lâj (m. 922)





22
1. !Ànima meva! Aprèn a consolar-te,
que el poder de la glòria neix de renúncia (1) i buidament.

2. Esguarda l’esclat de llum
que brilla en el nínxol del desvetllament i la revelació (2).

3. Una part de mi s’ha revifat en trobar l’altra part;
i tot el meu ésser aspira delerós al tot del meu tot.



Notes:
(1) Zuhd en l’original àrab.
(2) Referència a l’anomenada aleia de la llum (Alcorà, 24,35).


(Traducció de l'àrab al català a càrrec de Halil Bárcena)

domingo, 29 de mayo de 2011

La captura de Mladic


Mladic, el carnicero
de Srebrenica, capturado



Halil Bárcena







Mayo, que es un mes tan bello, se nos va despidiendo con una noticia tan y tan esperada: la captura del general serbo-bosnio Ratko Mladic, máximo responsable, junto a Radovan Karadzic, del genocidio de 8.373 bosnios musulmanes en Srebrenica, el mes de julio de 1995, la peor matanza vista en Europa, tras la II Guerra Mundial, cometida ante la pasividad de los cascos azules de la ONU desplegados en la zona. Por entonces, quien esto escribe, estudiaba en Damasco, en el Institut Français d'Études Arabes, no muy lejos de la embajada de la ex-Yugoslavia (formada entonces por Serbia y Montenegro), por donde pasaba cada mañana de camino a mis clases de lengua y literatura árabes. El edificio de la embajada en cuestión era siniestro, como todo lo que en aquellos días aciagos de julio del 95 se tramaba en las cabezas de los fanáticos líderes serbios de Belgrado y de la Bonsia recientemente independizada; una Bosnia donde había florecido con el tiempo un islam único, muy bello, laico y europeo, en el que aún podían detectarse las huellas del sufismo, y más concretamente del bektashí y del mevleví. La crueldad de la guerra y la actitud de la comunidad internacional le hicieron mucho mal a aquel islam bosnio que era un ejemplo de tolerancia y modernidad, y al que dejaron desangrarse sin apenas inmutarse. ¡Y de aquellos polvos vinieron algunos de estos lodos! Este cronista vivió aquella guerra, y en particular el genocidio de Srebrenica, con una indignación, rabia e impotencia atroces.






A algunos todo aquello nos cambió para siempre: cambió nuestras vidas y nuestra forma de entender el camino interior sufí; en definitiva, cambió nuestra forma de estar en el islam, y no especifico más porque no andamos con muchas ganas de entrar en detalles. Este final de mayo nada nos ha alegrado más que la captura de Mladic, igual que meses atrás sentimos lo mismo con la de Karadzic. Dicen que este es el pago que Serbia ha de hacer para entrar en la Unión Europea. O sea, ¿que si no hubiese por medio el deseo serbio de pertencer a dicho club tan selecto ambos criminales camparían a sus anchas como si nada? ¿Es eso? Miren ustedes si hay motivos para la indignación. No quiero concluir esta breve crónica sin agradecer al escritor Juan Goytisolo y el activista José María Mendiluce todo cuanto hicieron entonces por explicar al mundo el sufrimiento que padecían los musulmanes y musulmanas de Bosnia, ante la indiferencia de casi todos.


Aquí hallarás un recordatorio del genocidio de Srebrenica:
http://www.youtube.com/watch?v=O6HPDfeZWE8&NR=1

Un Barça de somni


Un Barça de somni i triomfant







Gràcies Pep, gràcies nois,
perquè un altre cop ens heu fet gaudir de valent
amb el vostre joc i amb tot el que esteu transmetent
amb la vostra forma d'entendre l'esport.
Per fi, tothom sap ja, arreu del món, el vostre perquè,
el perquè del vostre secret, el perquè de tot plegat:
perquè sou els millors en futbol i en valors.


¡Visca el Barça i visca Catalunya... i que n'aprenguin!



jueves, 26 de mayo de 2011

Ahâdîz: "La intención"

La intención (An-niya)








"Relató Abû Hafs 'Umar Ibn al-Jattâb: "He oído al Mensajero de Al·lâh [Muhammad] que decía: "Ciertamente, las obras dependen de las intenciones, y cada hombre tendrá según su intención".


[Hadîz recogido por Bujârî y Muslim]


Comentario:

Las acciones del ser humano se miden por sus intenciones. Este es un principio rector de la experiencia espiritual muhammadiana heredada por el sufismo. Y es que la intención (niya) con la que se realiza algo es la balanza que nos permite sopesar su valor, independientemente de los frutos de dicha acción. Así, quien obra desde la intención y no esperando resultados concretos, se libera, porque toda acción, como toda búsqueda, con objetivo no es sino una proyección del ego que nos esclaviza a sus caprichos, por muy sofisticados que estos sean. De ahí que el derviche sea como el buen arquero, que es aquel que ha renunciado al deseo de dar en el blanco; y como él, pocas veces falla. Halil Bárcena

Sufismo, hoy. Paradojas



Paradojas del sufismo de hoy



Halil Bárcena







En las últimas décadas, el interés por el sufismo en Occidente ha ido en aumento; y parece ser una tendencia que lejos de remitir continuará su progresión ascendente. Es cierto que el sufismo no goza de la popularidad del budismo, pongamos por caso, pero no por ello hay que desestimar la difusión que aquél ha alcanzado, en buena parte gracias a sus manifestaciones exteriores más vistosas, como, por ejemplo, la música y la danza; piénsese si no en la atracción que suscitan los derviches giróvagos. Por supuesto, también la poesía, y en particular la de corte persa, constituye uno de los mayores atractivos de la espiritualidad sufí; y además, cada vez es más fácil hallar buenas traducciones en el mercado editorial (aún más en castellano que en catalán, por desgracia), efectuadas desde las lenguas originales: persa, turco o árabe. En ese sentido, se ha de subrayar el importante papel jugado por las nuevas generaciones de arabistas e islamólogos, mucho más sensibles al tasawwuf o sufismo.

Pero, aún hay más, porque el interés despertado por el sufismo en nuestro ámbito cultural no se ha limitado a un mero consumo exterior de 'productos' sufíes, ni tampoco a una inspiración, sino que, de una u otra forma, también hay quien yendo más, mucho más allá, ha pretendido introducirse en la senda sufí, entrando o no (¡he ahí una novedad histórica!) por la puerta del islam, algo que, sin lugar a dudas, constituye un fenómeno insólito, pues, hasta hace bien poco (de hecho, jamás), el sufismo era inconcebible más allá de los márgenes del islam y, lo que es más importante, sin el islam. Y es que, hoy, cada vez son más los no musulmanes (por lo general, se trata de personas que podríamos denominar postcristianas, esto es, cristianas sólo culturalmente hablando) que se acercan al sufismo con la intención, más o menos definida y clara, de hacer de dicha vía interior la centralidad de sus vidas.




Nos guste o no (y confieso que a mí me gusta bien poco), asistimos al nacimiento de una suerte de neosufismo, más o menos bienintencionado (¡ay, en este mundo de hoy, desgraciadamente, no vale sólo con ser bueno!), pero con poco regusto tradicional. Es decir, mucho amor, mucha poesía, mucha música, mucha danza y mucho cuento, sobre todo, eso... ¡mucho cuento! A este respecto, vale la pena citar in extenso unas palabras de la añorada Annemarie Schimmel, que recrea a las mil maravillas cuanto aquí venimos diciendo. Dice así la islamóloga germana:

"Sufí" escribió una estudiante estadounidense en el recuadro "religión" de un cuestionario que, con fines estadísticos, debía ser completado por los asistentes a un seminario sobre fenomenología de las religiones. "¿Sufí?" -le pregunté-. ¿Qué significa ser sufí?" "¡Nos dedicamos a bailar danzas sufíes y leer los poemas de Rûmî!" "¿Acaso habla persa?" "No ¿para qué? ¡Si Rûmî está traducido al inglés!".

Es cierto que la traducción filológicamente exacta del gran poema didáctico de Jalâl ad-Dîn ar-Rûmî, el Mathnawî, transmite su contenido en forma correcta e inobjetable. Sin embargo, apenas permite adivinar la hermosura de su poesía. Por otra parte, las interpretaciones muy libres basadas sobre traducciones ingleses en prosa muchas veces tuercen el sentido, pasando por alto los maravillosos juegos de palabras y de ideas. Suspiré. "¿También estudian el Corán?" le pregunté a la muchacha sufí. Me miró perpleja: "¿Por qué? ¡Nosotros somos sufíes, no -¿cómo se dice?- mahometanos...!" Disentí con la cabeza. "¿Pero si un sufí es un místico musulmán!" exclamé. "No, nosotros amamos todas las religiones. ¡Lo único importante es el amor...!" manifestó exultante. Hice un último intento: "¿Qué sabe del profeta Muhammad?" Tal como yo temía, la chica no sabía nada acerca de él, siendo que para todo genuino sufí Muhammad es el referente de su cadena de iniciación, el primer sufí verdadero. Tuve que darme por vencida, pues.

¿Pero qué cabe esperar, si un escritor muy leído sostiene audazmente que Goethe, san Francisco, Napoleón y muchos otros han sido sufíes? (1) ¿Cómo se puede pretender entonces que el público en general tenga un conocimiento más acabado de la historia y la esencia del sufismo? De hecho las preguntas sobre qué es en verdad el sufismo y qué caracteriza a un sufí son difíciles de contestar en forma correcta y universalmente válida" (2).





La anécdota habla a las claras de las paradojas del sufismo de hoy, vivido por europeos un tanto despistados, aunque, insisto una vez más, bienintencionados la mayoría de las veces. Uno se pregunta cuántos 'adeptos' o simpatizantes europeos del sufismo saldrían airosos si se les planteasen las preguntas de la erudita Schimmel. Es cierto que la historia de la relación entre el islam exotérico y el esoterismo islámico, es decir, el tasawwuf o sufismo, ha estado marcada por una tensión indisimulada desde los inicios, en los albores del islam, pero ello no implica que sufismo e islam sean realidades que nada tengan que ver entre sí, como algunos pretenden. Esto es lo que afirma uno de los maestros sufíes contemporáneos más influyentes, el iraní Dr. Javad Nurbakhsh (m. 2008), quien, de otra parte, pone el acento en sus textos en el componente persa preislámico, del sufismo amoroso que él representa:

"La palabra 'sufí' puede tener significado, sólo dentro del concepto islámico. Fuera de él no puede existir, pues es el fruto del árbol del islam. Es posible encontrar sus huellas en otras religiones y escuelas filosóficas, pero éstas no pueden ser tomadas como sufismo en su totalidad. El nombre 'sufí' es sinónimo de seguidor de la escuela de 'Alí (3), quien a su vez, fue el discípulo y sucesor espiritual del Profeta del islam, Muhammad. El primer requisito para ser sufí es respetar el islam. Decir que uno es sufí, sin tener respeto hacia el islam, es pretensión falsa (...) Despojar el sufismo del islam resulta un seudosufismo privado de su verdadera esencia (...) Por tanto, lo que no sea islam no es sufismo y quien no respete al islam no es sufí" (4).



Uno tiene la impresión que la mayoría de europeos, occidentales en general, enrolados en la senda sufí siempre serán extranjeros en la tradición, a no ser que, en efecto, el sufismo ocupe la centralidad (y la totalidad) de la vida de una persona, algo que exige un esfuerzo de estudio y comprensión no al alcance de todos, y, lo que es más importante, enamoramiento. Enamorarse de la senda sufí, por así decirlo, es el principal requisito para transitar por ella con ciertas garantías. Y enamoramiento comporta implicación hasta el tuétano y responsabilidad, algo fuera del alcance de diletantes y 'esoturistas', que son ésos que ven en el sufismo una 'técnica' y que cuando se acercan a él lo hacen con el único interés de aprender a danzar; aunque también es cierto que la máxima aspiración de otros diletantes y 'esoturistas' neosufíes europeos no es tanto 'darse vueltas' como vestir una jirqa o manto sufí de colores; cuando, en realidad, el sufismo, que es corazón del islam y el islam del corazón, no es sino la comprensión y experimentación hasta el final del tawhîd, la unicidad de la existencia, condensada en la fórmula árabe 'Lâ ilâha il·lâ Al·lâh' ('No hay más divinidad que Dios'), según la cual sólo lo Real, lo realmente real, es existente. Pero, eso es harina de otro costal, tarea que requiere madurez y compromiso, algo muy excaso en unos tiempos como los que nos ha tocado en suerte vivir marcados por la inmadurez como personas, la irresponsabiliad generalizada y el infantilismo.


Notas:
(1) Alusión a Idries Shah (y por extensión a su hermano 'Omar Alí Shah), paradigma de un sufismo sin raíces ni orígenes, que tanta confusión ha generado en algunos buscadores occidentales.

(2) Annemarie Schimmel, Introducción al sufismo, Barcelona, Kairós, 2007, pp. 7-8.

(3) Salvo la rareza de la tarîqa naqshabandiyya, que remonta su cadena iniciática a Abû Bakr, primer califa del islam, a la muerte del profeta Muhammad, a fin de reafirmar, justamente, su ortodoxia islámica y evitar toda sospecha shií, el resto de turuq se afilian a 'Alí, primo y yerno del Profeta, primer imâm shií y padre del esoterismo islámico.

(4) Dr. Javad Nurbakhsh, En la taberna. Siete ensayos del sufismo, Madrid, Luis Cárcamo, 1992, pp. 107-108.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Poetas: Octavio Paz

1

Silencio

Así como del fondo de la música
Brota una nota
Que mientras vibra crece y adelgaza
Hasta que en otra música enmudece,
Brota del fondo del silencio
Otro silencio, aguda torre, espada,
Y sube y crece y nos suspende
Y mientras sube caen
Recuerdos, esperanzas,
Las pequeñas mentiras y las grandes,
Y queremos gritar y en la garganta
Se desvanece el grito:
Desembocamos al silencio
En donde los silencios enmudecen.






2

Día

¿De qué cielo caído,
Oh insólito,
Inmóvil solitario en la ola del tiempo?
Eres la duración,
El tiempo que madura
En un instante enorme, diáfano:
Flecha en el aire,
Blanco embelesado
Y espacio sin memoria ya de flecha.
Día hecho de tiempo y de vacío:
Me deshabitas, borras
Mi nombre y lo que soy,
Llenándome de ti: luz, nada.

Y floto, ya sin mí, pura existencia.


3

Flor

El grito, el pico, el diente, los aullidos,
La nada carnicera y su barullo,
Ante esta simple flor se desvanecen.





Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-ídem, 1998). Poeta, ensayista y diplomático. No puede ser encasillado en ningún movimiento poético, pues estuvo siempre experimentando e innovando. Su poesía acabó siendo radicalmente personal y original. Después de la preocupación social de sus primeros libros, pasó a tratar temas existenciales como la soledad y la incomunicación. Entre sus obras destacan: Libertad bajo palabra, Piedra de sol o El fuego de cada día, recopilación realizada por el propio autor a partir de lo más significativo de su obra poética. En 1990, le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.



(Sección coordinada por Pepa Torras i Virgili)

lunes, 23 de mayo de 2011

La memoria de Ismail Dede


Ismail Dede Efendi,

entre la música y el sufismo



Nesrin Can








El gran compositor turco-otomano de la música sufí y, al mismo tiempo, gran derviche mevleví, İsmail Dede Efendi nació, el año 1778, en Estambul. Su padre era propietario de un hamam o baño turco en la antigua capital otomana, de ahí el nombre de 'Hammamizade' con el que es conocido el músico, cuyo significado es, justamente, 'hijo del dueño del hamam'. Ya de bien pequeño, en la escuela primaria, la belleza de su voz llamó la atención de sus profesores. Su primer profesor de música fue Uncuzade Mehmet Efendi, con quien se inició en los entresijos de la música sufí, a lo largo de siete años. Más tarde, al tiempo que empezó a trabajar en la delegación de contabilidad, comenzó a frecuentar el antiguo Mevlevihane de Yenikapı, uno de los lugares más importantes de reunión sufí mevleví de Estambul por aquel entonces. Fue allí donde tuvo la oportunidad de escuchar por primera vez a Alí Nutki Dede, unos de los grandes músicos de la época y, al mismo tiempo, maestro (shayj) de dicho mevlevihane, en el que el joven Ismail aprendió a tocar el ney, la célebre flauta derviche de caña que Mawlânâ Rûmî evoca en los primeros versos de su Masnaví.


En 1798, Hamamizade Ismail dejó su trabajo de contable e ingresó como residente en el mevlevihane, al objeto de cumplir su çile, consistente en un retiro de 1001 días, paso previo que los derviches mevlevíes cumplían antes de ser considerados miembros de dicha orden sufí. Podemos decir que la carrera musical de Ismail Dede Efendi empezó en dicha época de retiro. Fue entonces cuando compuso su primera pieza musical, cuya letra dice así:


"Zülfündedir benim baht-ı siyahım (Mi negro destino está en tu pelo)
Sende kaldı gece gündüz nigahım (Mis miradas viven en ti noche y día)
İncitirmiş meğer ki seni ahım (A menos que mis lamentos te hagan daño)
Seni sevdim, budur benim günahım (Te amaré, y sólo ese será mi pecado)".






Muy pronto, dicha composición alcanzó enorme fama en el ámbito de la música culta, hasta llegar a oídos del sultán Selim III, que era un gran amante de la música mevleví, al mismo tiempo que un destacado compositor él mismo. El sultán pidió permiso al shayj Alí Nutki Dede, bajo cuya instrucción se hallaba el joven derviche mevleví, para poder escuchar la composición directamente de İsmail Dede Efendi. Hoy, puede resultarnos un tanto extraño que todo un poderoso sultán de un vasto imperio, pidiera permiso a un sheyj mevleví para conocer a un joven derviche. Y es que en la cultura islámica tradicional el sabio ocupa un lugar preferente en la sociedad. Dice así un un conocido aforismo: "Los reyes gobiernan sobre la gente, pero los sabios están por encima de ellos". Todavía hoy en día, tanto en Turquía como en otros países islámicos los auténticos sabios ejercen una fuerza invisible sobre los políticos y la gente en general. El caso es que, a la postre, Shayj Alí Nutki Dede concedió su permiso a İsmail Dede Efendi para abandonar el retiro e interpretar su composición musical ante el sultán, quien pudo disfrutar del enorme talento musical del joven, al que, se cuenta, premió con una nada despreciable cantidad de oro. Se dice que de regreso al mevlevihane, a pesar del pco tiempo de que disponía, Ismail Dede Efendi acudió a visitar a su madre, a quien entregó el oro con que le había obsequiado el sultán. Poco antes de la llamada a la oración de la puesta del sol (magrib), el joven derviche entraba en el mevlevihane. De hecho, esa era la hora límite de regreso que tenía, y de haberla incumplido no hubiese sido admitido nuevamente. Los sabios están por encima de los reyes, pero aún por encima de aquéllos están las madres.


Tras cumplir su retiro de tres años (1), le concedieron el título de ‘Dede’, abuelo en persa, con el que antaño se distinguía el alto rango espiritual de un derviche en la senda sufí mevleví. En paralelo a su profunda vida espiritual, Ismail Dede Efendi desarrolló una destacada carrera musical, siendo el compositor favorito del palacio otomano. Todo cambiaría, no obstante, a partir del año 1839, en época del sultán Abdülmecid, cuando se dio paso en el palacio a la occidentalización de los gustos musicales, algo que incomodó a alguien como İsmail Dede Efendi, un derviche amante de la música mevleví. En dicho año de 1839, compuso en el más puro estilo mevleví el Ferahfeza Ayini (2), que aún hoy en día es una pieza utilizada en el samâ' mevleví, las ceremonias de música y danza de los derviches giróvagos seguidores de Mawlânâ Rûmî (m. 1273).









A partir de ese momento, la vida de Ismail Dede Efendi entraría en una época de inquietud e inestabilidad anímicas, a causa de la penetrante influencia occidental en los todos los ámbitos de la sociedad otomana que amenazaba con arrollar los gustos, fundamentalmente, artísticos y musicales propios. Y es que la época que le tocó en suerte vivir a nuestro hombre coincidió con la imaparable decadencia del Imperio otomano, algo que puede apreciarse en el aire melancólico de sus composiciones, tanto en las de carácter espiritual como en las profanas. A pesar de ser un compositor estrictamente mevleví, su música contiene rasgos de un romanticismo que no oculta, lo cual es, para algunos estudiosos, un signo de su espíritu inconformista y renovador de la tradición. Una de las principales características de la música de Ismail Dede Efendi es la sabia conjunción entre lo tradicional y lo nuevo. Por todo ello ocupa un lugar único, tal vez el más elevado, en la historia de la música tanto culta turca como mevleví. Un ejemplo del carácter innovador de su música puede apreciarse en la que sin duda es una de sus principales composiciones, el sharki "Yine bir Gülnihal (3)" ("De nuevo una Gülnihal robó mi corazón"), que fue compuesta a ritmo de vals europeo, para llamar la atención de los sultanes, fascinados por dicha música, y demostrarles que los compositores otomanos poseían un talento cuando menos similar al de los músicos europeos. Dice así la letra de la canción: "Otra vez una 'Gülnihal' robó mi corazón / Tiene la piel brillante como la plata / Sus labios son un capullo de rosa / Sus mejillas ardientes quemaron mi corazón / Es muy coqueta, a veces difícil / Es pequeña, es hermosa / No he visto jamás en nadie unos ojos / unas cejas, unas manos / un rostro tan atractivo / Cuando mira causa tristeza en el corazón del amante / Es hermosa y extraordinaria, siempre es un refugio" (4).


Pero, el ambiente tan pretencioso de la vida palaciega le sumía en la tristeza. Se dice que una noche vio en un sueño las notas del célebre ilâhi o canto devocional "Tala'a al-Badru 'alaynâ" ("La luna llena ha aparecido sobre nosotros") (5). A pesar de la importancia de dicho canto, los fieles musulmanes carecían de las notas musicales precisas para entonarlo. Después de dicho sueño tan importante y revelador, el viejo derviche mevleví decidió abandonarlo todo y viajar a La Meca y Medina, ciudades santas del islam, para cumplir con la peregrinación ritual.


Hamamizade Ismail Dede Efendi murió, el año 1846, en la ciudad de La Meca y su tumba está al lado de la de Jadiya, primera esposa de Muhammad, profeta del islam, detalle éste que viene a destacar el elevado rango espiritual de quien fue un notable derviche mevleví, además de un extraordinario músico y compositor.

Notas:
(1) Algunos afirman que no cumplió al completo su retiro, dado el interés especial que el sultán Selim III sentía por su arte musical, con lo que su maestro le permitió abandonar el mevlevihane antes de tiempo, aunque recibió el título de 'Dede'.
(2) Clikando aquí puede oírse un fragmento de dicha composición, a cargo del neyzen Halil Dikmen: http://www.youtube.com/watch?v=CwqUDsI-Itg
(3) Para oír dos versiones distintas de la canción, clikad aquí: http://www.youtube.com/watch?v=HRWhpHIlhi8&feature=related, http://www.youtube.com/watch?v=LwBAtTWVO2c&feature=related
(4) Se trata de un nombre de mujer, que significa 'árbol de rosa'.
(5) Es el canto de bienvenida con el que los ciudadanos de Medina recibieron al Profeta Muhammad, tras haber emigrado de La Meca, su ciudad natal.



Nesrin Can, nacida en Estambul, es licenciada en lengua y literatura españolas.

Cuentos: "El derviche teóloco"


El derviche... ¡teóloco!






Un derviche fue preguntado una vez si era un teólogo, a lo que respondió:
- ¿Teólogo yo? De ser algo creo que más bien lo que yo soy es un... "teóloco"!




Dios no es para el derviche ni un objeto de estudio, como lo es para el teólogo, ni tampoco un objeto de culto, como lo es para el piadoso religioso. Para el derviche, Dios es lo único real que se muestra a través de la belleza de todo cuanto existe y que no exige ni tesis ni ciegas sumisiones, sino entrega libre y confiada, justo como el amor más loco y apasionado, que no sabe de intereses ni cálculos.


Halil Bárcena

¡Visca el Barça!


¡Visca el Barça!


(Campions de Lliga 2010-2011)






¡Gràcies Pep, gràcies equip!
Perquè ens heu demostrat que és possible el triomf
fent-ho molt bé, de forma impecable,
i tot això malgrat la prepotència, les mentides i la mala llet
de la 'central lechera' i la 'caverna mediàtica'.
¡Visca el Barça i Visca Catalunya!


Som-hi nois... que encara ens queda Wembley:




sábado, 21 de mayo de 2011

Ahâdîz: "Los días blancos"


Los días blancos

(Al-ayyâm al-bid)






"Fue narrado que Abû Dharr afirmó: "El Mensajero de Al·lâh me dijo: "Si ayunas en algún momento del mes que sea durante los días 13, 14 y 15".


[Hadîz recogido por Tirmidhí].


Comentario:
En el calendario lunar islámico o hijrí, que regula las distintas actividades del musulmán, los días 13, 14 y 15 coinciden siempre con los tres días correspondientes a la fase de la luna llena, denominados en el ámbito de la espiritualidad islámica como los 'días blancos' o 'ayyâm al-bid', en los que, según el fiqh o jurisprudencia islámica, es recomendable o mustahabb ayunar. Para algunos sufíes, dichos días poseen un enorme valor simbólico, representado por la siguiente operación matemática. Si se suman dichos números más sus correspondientes 'reversos', esto es, (13+31)+(14+41)+(15+51), obtendremos 165, que, según la llamada 'ciencia sufí de las letras' o 'ilm al-hurûf', es la correspondencia numérica de la expresión 'Lâ ilâha il·lâ Al·lâh', 'No hay más divinidad que Al·lâh', en la que se condensa el tawhîd o unicidad divina que es la intuición fundamental de la espiritualidad islámica y que los sufíes entendieron, mayoritariamente, en tanto que unidad del ser y la existencia. Por todo ello, la fase de la luna llena o badr constituye para el sufí un momento propicio para el recuerdo del inmenso valor del tawhîd, a través del vaciamiento de uno mismo que significa el ayuno. Halil Bárcena

Dîwân de Hal·lâj (21)


Dîwân de Hal·lâj (m. 922)





21
1. Aquell que, amb desig d’ell, pren la raó (1) per guia,
vagarà distret i ple de confusió (2).


2 El seu esperit més pregon s’alterarà amb l’ambigüitat
i, tot torbat, acabarà preguntant-se: ¿És ell? (3)



Notes:

(1) ‘Aql en l’original àrab. Com la resta de sufís, el poeta denuncia aquí la impotància de la raó discursiva de teòlegs i filòsofs per copsar el misteri diví.
(2) Hayra en l’original àrab. A diferància de la majoria de sufís, Hal·lâj no fa un ús positiu d’aquest terme. Per ell no és més que confusió, no pas l’astorament de qui avança en la via mística de novetat en novetat, per camins mai transitats abans.
(3) Huwa en l’original àrab. La pregunta final del vers significa: "¿És Déu?".


(Traducció de l'àrab al català a càrrec de Halil Bárcena)

jueves, 19 de mayo de 2011

Dulzura y fuerza en los ilâhis


La dulzura de la fuerza



Lili Castella







Ilâhi es una palabra de origen árabe que significa, aproximadamente, “divino”, y designa también, por extensión, los cantos sufíes. Hay que decir que muchas de estas composiciones (muchos de estos ilâhis) son auténticas joyas sonoras, gracias a la gran belleza y sabiduría que atesoran; y ello a pesar de que su construcción musical pueda parecernos, a primera vista, muy sencilla. En efecto, los ilâhis suelen tener ritmos regulares y estables, y sus melodías, que piden ser repetidas hasta el infinito, se mueven con frecuencia por notas conjuntas en un ámbito sonoro que raramente rebasa una octava.

En esta ocasión, nos gustaría destacar una de estas joyas, el ilâhi titulado "Gaflet uykusunda yatar uyanmaz" ("Quien duerme en el olvido negligente jamás despierta"), cuya música y texto fueron escritos, respectivamente, por Hüseyin Sebilci, y Genc Abdal, y que el lector puede consultar en la entrada anterior de este mismo blog. La razón de detenernos en esta breve composición de tan sólo ocho compases, radica en la conmoción profunda que provoca, fruto probablemente de aunarse en ella dos elementos aparentemente contrapuestos, a saber, la fuerza del contenido de su letra, y la dulzura de su melodía. En efecto, la letra de este ilâhi es de una lucidez implacable, radical, incómoda para todo aquel que rehúya enfrentarse a la Verdad (¡con mayúsculas!), casi (¡y sin casi!) brutal en su claridad. Habla de lo esencial, de lo único importante, es decir, de despertar del olvido en el que nos hallamos sumidos, para así poder vivir en el recuerdo sincero y constante del Amigo divino, de Él. Todo aquello que nos aparte de Su recuerdo, es un engaño y una engañifa. Así de simple: no hay más. El contenido de este texto supone una sacudida muy contundente porque intentar encarnarlo exigiría hacer tabla rasa de todo aquello que empaña nuestra visión de Él; exigiría renunciar a nuestra visión rutinaria del mundo; exigiría romper los límites que nos mantienen rehenes de nuestro pensar modelado por las tradiciones religiosas, por las normas sociales, por las ideologías de moda e incluso por los apriorismos espirituales.

Sin embargo, lo maravilloso de este ilâhi es que tal contundencia la canta una melodía que rezuma dulzura, proximidad e intimidad. Dicha melodía tiene varias características reseñables: está compuesta en un maqâm o modo musical, rast, que es limpio, sin oscuridades, que nada esconde, como no se esconde lo evidente; se sustenta en el compás sólido y sencillo de 4/4 llamado sofyân, porque seguramente nada hay más sólido y sencillo que la Verdad (¡de nuevo, con mayúsculas!); y se mueve, sin artificio alguno, en un ámbito de tan solo seis notas relacionadas por grados conjuntos, excepto en unas pocas ocasiones en que pequeños intervalos ascendentes otorgan a la melodía un matiz conmovedor de ternura y humildad.




Pues bien, es precisamente esta unión entre la fuerza de su texto y la dulzura de su melodía, la que hace poderoso a este ilâhi. Ambas, fuerza y dulzura, lejos de oponerse, se alimentan y potencian mutuamente, ya que la fuerza sin dulzura sería mera violencia, y la dulzura exenta de fuerza, mero sentimentalismo. Pero, seguramente, aún hay algo más profundo que subyace bajo este (sólo) aparente par de opuestos, algo que los funde a uno en el otro y los aúna. Este algo es la Verdad única que se expresa en y a través de ellos. Lo Único Verdadero, Él, es a la vez fuerte y dulce, implacable y misericordioso.

Quien, en consonancia con este ilâhi, tiene noticia de Él, del Amigo divino, se siente abrasado por este conocer que le traspasa y le compele con fuerza a cantarlo y compartirlo, y esta expresión se hace a su vez dulzura, pues lejos de nacer de la arrogancia, brota del puro don de la belleza y del amor de este conocer.

A todo ello se refieren estos hermosos versos de Mawlânâ Rûmî (m. 1273), maestro de derviches:

"Desprecias a los demás
Y tejes una tela de engaño:
Oh impostor,
¡Crees que Dios es un juguete en tus manos!
¡Acémila! En la cuadra has de estar. (…)

Hay en mí otra fuerza que hace surgir estas duras palabras.
Es por el fuego y no por sí misma
Por lo que escalda el agua.

No hay en mi mano piedra alguna,
Ni en ella discusión alguna tengo.
A nadie desprecio,
Pues dulce soy cual lecho de rosas.

Esta Suprema Fuente a través de mí se expresa…
Te ha dado una vislumbre, y eso es suficiente.

Dejadme ahora aquí sentarme,
En el umbral de los dos mundos,
Perdido en la elocuencia del silencio".




Lili Castella es licenciada en Derecho y pianista. Rebâbista del grupo 'Ushâq, es coordinadora de las activiades del Institut d'Estudis Sufís de Barcelona

lunes, 16 de mayo de 2011

Cantos sufíes (ilâhis): "Gaflet..."


"Gaflet uykusunda yatar uyanmaz"

Letra: Genc Abdal
Composición: Hüseyin Sebilci
Maqâm: rast



Gaflet uykusunda yatar uyanmaz
Can gözü kapalı gâfilân çokdur
Hak sözün dinlemez aslâ inanmaz
Kalbi çürük fesat câhilân çokdur

Mürşid-i kamile vermez özünü
gaflet uykusundan açmaz gözünü
taştan katı beter söyler sözünü
nefsiyle oynaşan pehlivan çokdur.

Genc Abdal herkesi mest olur sanma
Her kurban derisi post olur sanma
Her yüze güleni dost olur sanma
Içi kâfir, dışı müslüman çokdur





Quien duerme en el olvido negligente jamás despierta
El ojo de su alma está cerrado; muchos son los que así viven
No escuchan las palabras del Único Real; no confían
Su corazón está marchitado; muchos son los ignorantes.

El maestro realizado jamás ofrece su esencia del todo
Los ojos de quien vive en el olvido negligente permanecen dormidos
Sus palabras son duras como las piedras
Hay muchos que dicen ser valientes guerreros de la senda interior
pero no hacen más que entretener su ego.

Genc Abdal no cree que cualquiera pueda alcanzar la ebriedad divina
Ni que sobre cualquier piel de cordero sacrificado se siente un derviche
Ni que todos los que te muestren una sonrisa sean amigos
Hay muchos musulmanes de apariencias que son infieles por dentro.


Para escuchar la música, clika aquí:



(Traducción del turco al español a cargo de Nesrin Can)

Símbolos: el perro


El simbolismo del perro




Halil Bárcena







Al igual que el cerdo, el perro no ha gozado de una consideración demasiado benigna en el ámbito de las distintas culturas religiosas abrahámicas. Tenido por un ser impuro y despreciable, el perro fue símbolo de fealdad y salvajismo. Incluso, ciertos sufíes se referían a su nafs al-ammâra o individualidad egótica como 'el perro'. Por el contrario, para las religiones iranias, el perro era un animal cuasi sagrado. De ahí que, según el Dr. Javad Nurbakhsh, el sufismo amoroso persa, que tanto ha bebido de dicho poso sapiencial iranio preislámico, mostrase una actitud mucho más benevolente para con el que algunos designan como el amigo más fiel del hombre. Es el propio maestro nematollâhí Nurbakhsh quien cita unas palabras elogiosas para con los perros de 'Alí ibn Abí Tâlib, primo y yerno de Muhammad, profeta del islam; primer imâm shií y, al mismo tiempo, primer eslabón de todas las cadenas iniciáticas sufíes o silsilas, a excepción de la naqshabandí, de rigurosa (y anómala) orientación sunní. Dice así 'Alí: "¡Feliz aquel que lleve la vida de un perro!, pues suyas son las diez características que debería poseer todo creyente. Primero: no tiene valor entre la gente. Segundo: es un pobre sin bienes terrenales. Tercero: la tierra entera es su lugar de descanso. Cuarto: está hambriento la mayor parte del tiempo. Quinto: no abandonará la puerta de su amo, ni siquiera tras haber recibido cien azotes. Sexto: protege a su amo, lucha contra el enemigo y es amable con el amigo. Séptimo: vigila a su amo durante la noche, nunca duerme. Octavo: lleva a cabo la mayoría de sus quehaceres silenciosmente. Noveno: está contento con lo que su amo le da. Y décimo: cuando muere no deja herencia".

Palestina: Nakba-2011


Nakba, 2011






‎15 de mayo / Yawm al-Nakba
Día de la "Nakba" - Día del "Desastre" - Día del Éxodo Palestino.

¡Al Bayt lanâ wa-l-Quds lanâ wa-l-Ardh lanâ!


* * * * *

Fayrouz canta a Al-Quds (Jerusalem):


De sufíes y silencios

Los sufíes y sus silencios



Inara Asensio








“Sólo calla quien no calla”
Ibn 'Arabî (m. 1240)

Los grandes hombres de conocimiento suelen ser un auténtico torrente de palabras. Hablan incesantemente del silencio, pero lo cierto es que emplean para ello un discurso que no cesa, de una manera parecida al silencio que podemos experimentar cuando nos detenemos a escuchar el batir de las olas en la playa o el incesante rumor de un bosque. El hombre o la mujer de conocimiento no dejan de decir y de alertarnos sobre lo difícil y arduo que es el camino del silencio, y, sin embargo, sus palabras parecen ser un torrente, un fluir espontáneo, como si ningún esfuerzo le supusiera. Y es que, seguramente, sólo el hombre que ha realizado el silencio es capaz de hablar así. El silencio es fruto de su esfuerzo, sí, pero sus palabras ya no le pertenecen, están más allá de sus capacidades. Podría decirse que gracias a su silencio la realidad se cuela a través de sus palabras.

Dice el maestro sufí 'Abd al-Qâdir al-Yilaní: “Gracias a ti no se logra nada, pero sí, necesariamente, a través de ti” (1). Y es que en el sabio, silencio y palabra no son dos opuestos sino dos aspectos de un mismo asunto. O como lo expresó Ibn 'Arabî (m. 1240), el gran sabio murciano y buen ejemplo de lo que aquí decimos: “Sólo calla quien no calla”. El hombre o la mujer de conocimiento no es aquel que nos ofrece un exhaustivo discurso sobre el porqué de las cosas, ni aquel que nos da atajos para conseguir nuestros objetivos; tampoco aquel que nos ofrece estrategias para evitar el sufrimiento, ni aquel que ante la vida recomienda a sus semejantes un resignado “así sea”, tan propio de ciertos hombres de religión. Y no queremos decir con ello que el sabio sea ajeno a sus semejantes, ni a los interrogantes que les acucian. Todo lo contrario. Precisamente porque nada le resulta ajeno es por lo que no puede permanecer callado. Pero con su incansable discurso está invirtiendo los términos y parece estar diciéndonos que no son esas las preguntas. El sabio ofrece una respuesta, sí, pero a condición de que planteemos la pregunta adecuada. Aquella que surge cuando hemos retrocedido algunos pasos y hemos alcanzado cierta perspectiva. Cuando hemos atisbado que “mis objetivos”, “mi felicidad”, “mi sufrimiento”, etc., no son la realidad.





Nuestros particulares anhelos nos hacen ver mil donde solo hay Uno. Y ese Uno, con mayúsculas, está presente en todo momento y lugar sin excepción. Sólo nuestro interesado y particular enfoque de todo cuanto nos rodea lo oculta a nuestros ojos. Insisten pues los grandes maestros en el silencio porque, dicen, es todo cuanto el hombre debe realizar: su propio silenciamiento. Más que un discurso explicativo, su discurso es alusivo. Sus palabras no analizan sino que sugieren, dicen más de lo que dicen los significados habituales de las palabras. Y en eso el sabio guarda una estrecha relación con el poeta. Y es que sólo así, mediante la alusión, es posible ir más allá de la apariencia inmediata de las cosas y atisbar la realidad de éstas. Pero no es ese su único punto en común. El significado de las palabras de un sabio, al igual que las del poeta, son como el “aljófar en la concha, que no se te muestra sino cuando la abres por medio” (2).

Sus maneras no son repetitivas ni invariables. De la misma manera que la naturaleza, los hombres y sus creaciones aparecen ante nosotros de innumerables formas y variedades, así también es el discurso del hombre de conocimiento. Parece que la realidad no gusta de formas fijas ni inmóviles. En cada momento se dice de una manera distinta aunque sin decir cosas diferentes. Y así, el sabio insiste en lo mismo pero su discurso jamás es predecible; sus palabras tienen siempre la misma dirección, eso no varía, pero uno no sabe jamás cómo lo dirá la próxima vez. Lo real se muestra a cada instante bajo una forma concreta y distinta al instante que le precede y al que le sigue, pero sólo los grandes maestros son capaces de ver la realidad en cada momento. La vida encierra un ritmo, sí, pero nunca se muestra uniforme ni repetitiva. Ninguna forma la constriñe. Y es que cuanto mayor es el grado de fijación más oscura y lejana se nos vuelve la Realidad con mayúsculas. Y los grandes, los maestros, sólo nos hablan de eso, de lo único real; de lo que es siempre pero nunca bajo la misma forma; del único que permanece pero que jamás lo hace de forma inmóvil, al estar en permanente movimiento. Y eso mismo es lo que reencontramos en la palabra del sabio, cuando el instante del que nos habla y la eternidad parecen fundirse como si sólo fueran uno.


Notas:
(1) Shayj Ahmad al-‘Alawi, El fruto de las palabras inspiradas. Comentario a las enseñanzas de Abu Madyan de Sevilla, Córdoba, Almuzara, 2007, p. 172.
(2) Adonis, Poesía y poética árabes, Madrid, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 1997, p. 164.


Inara Asensio es licenciada en Derecho y diplomada en lengua árabe.

domingo, 8 de mayo de 2011

La Alhambra y su luz


La Alhambra y su luz





Halil Bárcena





El arquitecto portugués Álvaro Siza (Oporto, 1933), ganador del Premio Pritzker, el año 1992, considerado el Nobel de Arquitectura, será el responsable del diseño del nuevo acceso al recinto nazarí de la Alhambra, joya andalusí del arte islámico, construido en su mayor parte en el siglo XIV por la última dinastía árabe de Granada. Según el arquitecto, el proyecto, un trabajo complejo que realmente es una nueva puerta, comportará la ordenación de los diversos accesos a la Alhambra. Para Siza, uno de los aspectos más sobresalientes en la realización del proyecto lo constituye la luz. Afirma el arquitecto portugués: "La luz es uno de los elementos más importantes en la arquitectura. En la arquitecturaislámica es un elemento tratado con una gran sabiduría. Tiene la función de proporcionar confort térmico. En la Alhambra la luz entra por el patio, sin grandes ventanas, para proteger de una iluminación excesiva y del calor. La luz pasa a otro complejo o sala, donde es más controlada, y llega a zonas de penunbra. La iluminación se desvía de una forma sabia y estimulante. La luz está muy controlada en las áreas de reposo. En nuestro trabajo trataremos la luz con el mismo cuidado" (1).

En efecto, los arquitectos musulmanes pusieron especial atención en la luz y lo lumínico, cuya función, sin embargo, no se limita solamente a proporcionar confort térmico. En la arquitectura islámica, y más en particular en la de raigambre persa, subayace un especial énfasis en la luminosidad. "En el interior de una mezquita", escribe Seyyed Hossein Nasr, "es como la luz cristalizada en formas materiales, que recuerdan siempre al creyente el brillo de los versículos del Corán: "Alá es la luz de los cielos y la tierra". Por la intensa irradiación de los rayos del sol y el aire cristalino en la región del altiplano, en la mayor parte de Persia la experiencia lumínica y la necesidad de vivir en espacios moderadamente iluminados han permanecido a lo largo de su historia como una parte integral de la vida" (2).




De ahí que no resulte extraño que las religiones preislámicas, especialmente el zoroastrismo que tanta huella ha dejado en el shiísmo y el sufismo iranio, hayan recurrido al simbolismo de la luz para mostrar sus enseñanzas sapienciales. Tampoco lo es que, ya en época islámica, la más alta espiritualidad persa se nutriera de una verdadera metafísica de la luz que tiene su fuente, principalmente, en la teosofía de la iluminación (ishrâq) del mártir Sohravardí (m. 1191), y que opera de forma similar entre sus seguidores, los llamados ishrâqîyûn, los sufíes persas y los ismailíes.

Así pues, la luz se experimenta, según el citado profesor Nasr, como una presencia trascendente que atraviesa la pesantez de la materia, transformándola en una noble forma, digna de ser la residencia del alma humana, cuya sustancia se halla enraizada en el mundo lumínico, que no es otro sino el del Espíritu.




Notas:

1. Cfr. El País, suplemento cultural Babelia, 7 de mayo de 2011, pp.18-19.
2.Prólogo de Seyyed Hossein Nasr en Nader Ardalan-Laleh Bakhtiar, El sentido de la unidad. La tradición sufí en la arquitectura persa, Madrid, Siruela, 2007, p. 15.

jueves, 5 de mayo de 2011

Cantos sufíes (ilâhis): "Anta al-hâdi..."


“Anta-l-Hâdi, anta-l-Haqq”

Letra: Yunus Emre
Música: Anónimo

Maqâm: Rast


Anta-l-Hâdi, anta-l-Haqq. Laysa-l-Hâdi il·lâ Hû.
Dunya fâni, baqiya Hû. Lâ ilâha il·lâ Hû [estribillo en árabe]

Ister idim Allahı buldum ise ne oldu.
Ağlar idim dünü gün, güldum ise ne oldu.

Erenler meclisinde deste kızıl gül idim.
Açıldım ele geldim, soldum ise ne oldu.

Işit Yunus’u işit, üşyine deli oldu.
Erenler mânisine daldım ise ne oldu.







Eres quien Guía, eres lo único Real. No hay más guía que Tú.
El mundo perece, sólo Tú permaneces. No hay más divinidad que Él.

Anhelaba a Al·lâh, ¿qué pasa si lo hallé?
Lloraba noche y día, ¿qué pasa si sonrío?

Yo era una rosa roja en la reunión de los hombres de la senda.
Y ahora como una rosa marchitada estoy, pero ¿qué pasa?

Escuha a Yunus, que está loco tras haberse librado
a los dichos de los hombres de la senda, pero ¿qué pasa?

Para escuchar la música, clika aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=jBtnCXbzzPE


(Traducción del turco al español a cargo de Nesrin Can)

martes, 3 de mayo de 2011

Dîwân de Hal·lâj (20)


Dîwân de Hal·lâj (m. 922)






20

1. Molt he rumiat sobre religions per poder-les comprendre,
crec que totes deriven d’una única font amb múltiples brancs (1).

2. Mai, però, no demaneu a ningú que adopti aquesta o aquella:
això l’allunyaria, sens dubte, de la font.

3. Caldrà que sigui la font mateixa qui busqui l’home
i li expliqui les seves bondats i nobles sentits; llavors comprendrà.


Notes:

(1) L’universalisme religiós de Hal·lâj, que admet tots els cultes i camins, està inspirat en el hadís que diu: "Les vies que condueixen a Déu són tan nombroses com els éssers mateixos".

(Traducció de l'àrab al català a càrrec de Halil Bárcena)

lunes, 2 de mayo de 2011

Cuentos: Alfombrar la Tierra


Alfombrar la Tierra








Esto es lo que le contestó un maestro sufí a un joven aspirante a derviche que no hacía más que quejarse de todo y de todos:

-"Hijo, es más fácil que te calces unos zapatos que alfombrar toda la Tierra".



Luchar contra lo que es inevitable constituye un signo inequívoco de ignorancia. Quien así actúe, se hundirá irremediablemente en el pozo sin fondo del sufrimiento. La sabiduría del derviche consiste en aprovechar a su favor fuerzas en principio (pero sólo en principio) adversas.



Halil Bárcena


Lecturas recomendadas

  • Abbas Kiarostami, Compañero del viento (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2006).
  • José Antonio Antón Pacheco, Intersignos. Aspectos de Louis Massignon y Henry Corbin (Athenaica, 2015).
  • Khalili, Una asamblea de polillas (Mandala, 2012).
  • Masood Khalili, Los susurros de la guerra (Alianza, 2016).
  • Olga Fajardo (ed.), La experiencia contemplativa. En la mística, la filosofía y el arte (Kairós, 2017).
  • Seyed Ghahreman Safavi, Rumi's Spiritual Shi'ism (London Academy of Iranian Studies, 2008).
  • Shams de Tabriz, La quête du Joyau. Paroles inouïes de Shams, maître de Jalâl al-din Rûmi. Trad. Charles-Henry de Fouchécour (CERF, 2017).
  • Tom Cheetham, El mundo como icono. Henry Corbin ya la función angélica de los seres, (Atalanta, 2018).

¡Ah... min al-'Eshq!

"A nosotros que, sin copa ni vino,
estamos contentos.
A nosotros que, despreciados o alabados,
estamos contentos.
A nosotros nos preguntan: “¿En qué acabaréis?”.
A nosotros que, sin acabar en nada,
estamos contentos"

Mawlānā Ŷalāl al-Dīn Rūmī

¡... del movimiento a la quietud!

... de la palabra al silencio !!!

"Queda mucho por decir,
pero será Él quien te lo diga
para que lo entiendas, no yo"

Mawlânâ Yalâl al-Dîn Rûmî (m. 1273)