Colicorpios
Un día, la mujer del Mol·lâ Hodja Nasreddín se encontró a su marido en el jardín de la casa, dando gritos como un poseso y lanzando estocadas al aire de forma tan violenta como ridícula. Tras pedirle explicaciones a propósito de aquella conducta, el Mol·lâ respondió:
- ¡No me interrumpas, mujer, que estoy cazando colicorpios!
- ¿Y cómo son esos colicorpios?, preguntó la mujer, que jamás antes había oído aquel nombre tan extraño.
Nasreddín respondió lo siguiente:
- ¡Y cómo diablos quieres que lo sepa si aún no he cazado ninguno!
La senda interior transcurre por caminos y veredas jamás antes transitados. Tampoco el final -llamémosle así, para entendernos- es conocido, puesto que está más allá de las pobres categorías interpretativas humanas. Así, todo es nuevo para el derviche, que recorre el tarîq con los ojos admirados del niño, aunque con la lucidez implacable del gnóstico.
Halil Bárcena