Los Blacks, a la final
Halil Bárcena
Tras un choque vibrante, lleno de potencia y virilidad, pero no exento de la caballerosidad que distingue al noble deporte del rugby, inventado (¡ahí es nada!) por un estudiante de teología, nuestros admirados All Blacks de Nueva Zelanda derrotaron a los Wallabies de Australia, 20 a 6, y se plantaron en la final de la 'Rugby World Cup 2011', que disputarán el próximo 23 de octubre (a las 10'00 de la mañana, hora catalana), ante la Francia que entrena Marc Lièvremont, muy cuestionado por la prensa gala durante todo el campeonato, pero que a lo tonto ha conseguido meter a los del gallo en una final que ya disputaron sin éxito el año 1999. Pero, vamos con el test-match de hoy, porque este humilde cronista hacía tiempo que no veía un encuentro de tal envergadura, jugado sin remilgos por dos escuadras que se conocen a la perfección y que, muy posiblemente, sean las dos mejores del torneo. Y es que uno tiene la impresión de que hoy ha asistido a la final anticipada (y deseada), a la que en buena lógica debió de producirse, pero así son las cosas de los grupos y los caprichos del azar y los sorteos. Salieron los Blacks a la pelouse avasallando a los galos, tras una seria e intimidadora haka ‘Kapa O Pango’ que hacía presagiar que las cosas iban a ir muy en serio. ¡Y vaya si fueron! Los Blacks jugaban con un empuje inusitado, como si el mundo estuviese a punto de acabarse. En defensa eran una muralla infranqueable y en ataque rompían la fallona línea defensiva de los Wallabies, de tal modo que a los cinco minutos de juego el gran Ma’a Nonu culminaba en ensayo una trepidante jugada del zaguero Israel Dagg, tan incisivo como de costumbre. Todo funcionaba a la perfección para unos Blacks implacables, y nunca mejor dicho, ya que los australianos llegaban tarde y mal siempre a todos los placajes, capitaneados por un inmenso Richie McCow, verdadero guerrero del oval. Todo, salvo los tiros a palos, puesto que Piri Weepu transformó sólo cuatro de ocho intentos.
Mucho tiempo hacía que no se veían tantas magulladuras y caras ensangrentadas en un encuentro, lo que prueba la intensidad del choque y lo mucho que ambas selecciones se juagaban. Por parte australiana, fue decepcionante una vez más la actuación de su estrella Quade Cooper, neozelandés de nacimiento, que estuvo desentonado y fuera de lugar (sus errores de manos fueron incomprensibles), a pesar del drop que consiguió, un espejismo sin dudas, ya que no sirvió de mucho. La alegría kiwi del final era lógica. Tras haber desplegado un juego excepcional, tanto en ataque como en defensa, vuelven a disputar una final frente a Francia, como ya ocurriera en el 87, la única copa del mundo que albergan en sus vitrinas. Pero, eso será el próximo domingo. Hasta entonces, el trabajo es de médicos y recuperadores, ya que las secuelas del choque de hoy no serán pocas. Qué bello es el rugby, amigos y amigas, seguidores todos de este blog sufí. Y cuánta verdad transmite, hoy que todo es tan poco verdadero.
Clikando aquí hallaréis más información sobre el test-match:
http://www.youtube.com/watch?v=3C9tQq-tlGs
Y aquí, la haka: