Halil Bárcena
Hemos de partir de una antropología que tome en consideración nuestra dimensión relacional, esto es, de seres que vivimos relacionados, interrelacionados, en pura simbiosis, con el resto de personas y con el medio. Dicha dimensión relacional, simbiótica, no es un añadido más del que podamos prescindir, sino que forma parte intrínseca de lo que somos. En una palabra, somos relacionales, o lo que es lo mismo, somos relación. Del mismo modo que somos cuerpo y emociones y espíritu y, si se me permite la expresión, cosmos también. Y lo somos todo y todo al mismo tiempo.
Por consiguiente, también el trabajo interior sufí habrá de estar atravesado forzosamente por dicha dimensión relacional. El trabajo espiritual es siempre trabajo compartido.
Sin embargo, sabemos también que la senda sufí es una aventura radicalmente personal, intransferible, sin igual, que no puede delegarse en nada ni nadie; una senda que uno ha de hollar por sí mismo, en soledad, sí, aunque no de forma solitaria.
Por lo tanto, en el grupo sufí se procederá teniendo en cuenta que el trabajo se hace juntos, en compañía, aunque solos, o solos pero en compañía.
¿Cómo es el grupo sufí?
Asumiendo como asumimos que en nuestra contemporaneidad la espiritualidad, también la sufí, ya sólo puede vivirse, en la gran mayoría de los casos, de forma laica, sin creencias ni sumisiones de ningún tipo, el grupo sufí hoy habría de compartir dichos criterios también, so pena de convertirse en una rareza o de vivir al margen e ir a contracorriente.
Si la espiritualidad es silenciamiento y liberación de las ataduras del ego, el grupo ha de ser un espacio activo, que genere la participación y que posibilite dicho trabajo de silenciamiento y liberador; un espacio en el que se destierre todo tipo de dinámica imitativa, pasiva, seguidista, sumisa, manipuladora… aun sabiendo que toda dinámica grupal corre el peligro de generar, algunas veces de forma involuntaria, actitudes de ese tipo. En ese sentido, un grupo sufí vivo no es tanto el que no cae en esas dinámicas como aquél que es capaz de advertirlas y modificarlas.
El grupo espiritual, en general, no es identitario aunque pueda trabajar con las herramientas y legado literario y espiritual de una tradición concreta, ene este caso el sufismo: no es por ello un espacio en el que reforzar o recobrar mi identidad perdida, ni tampoco donde pueda construirme artificialmente una nueva. No ser nada puede ser una buena condición para participar en él.
El grupo no puede ser jamás un sustituto de nada, ni ha de servir para suplir carencias afectivas, emocionales o de otro tipo. Al grupo no se va huyendo de nada ni de nadie (soledad, carencia de amigos, familia insensible y materialista, pareja que no me comprende…), ni buscando nada (curar una crisis de pareja, dar sentido a mi vida, ocupar el tiempo libre de forma culta e interesante…).
Por supuesto, el grupo genera y desprende calor y, por lo tanto, confianza mutua e incluso intimidad, pero es siempre un calor que estimula a caminar, no que atonta y adormece. Por ello, trabajar en grupo ha de confortar pero también confrontar.
El grupo sufí habrá de generar tal dinamismo interno que estará abierto a cuantas mutaciones formales sean precisas en aras a no perder sus objetivos. Formalmente, por lo tanto, habrá de ser lo suficientemente rígido como para mantenerse y lo más flexible posible para no anquilosarse.
¿Cómo funciona el grupo sufí?
El grupo sufí es un espacio sin imposiciones, de libertad si se quiere, pero no una democracia asamblearia, porque en el camino espiritual hay cuestiones que no se votan, lo cual tampoco quiere decir que se impongan.
El grupo de trabajo sufí no es carismático ni jerárquico, pero tampoco es plano. Lo más frecuente es que se aglutine alrededor de alguien -tal vez varios, pero no muchos- cuya autoritas espiritual no dimana tanto de títulos o linajes o carismas… sino de algo mucho más sutil y al tiempo contundente, si se está en una misma sintonía de onda para poder ser captado y, por lo tanto, compartido. Es ese “algo”, no mostrable ni cuantificable, pero sí apreciable, lo que puede generar estimación y confianza en el grupo.
¿Qué se trabaja en el grupo sufí?
Aquello que ha sido definido como trabajo interior o espiritual y que tiene que ver con:
a) el legado textual sufí
b) la metodología práctica sufí: prácticas meditativas o de silencio, ejercicios psicofísicos, música, danza...
El grupo sufí hoy no puede ser un lugar -sólo- para la devoción o el fervor piadoso. El grupo del siglo XXI ha de ser un espacio para el conocimiento, el saber, la cultura, el arte… y la celebración o la fiesta, si bien ésta habrá de ser despojada de todo aquel aparato ritual que ya no diga nada ni conmueva a nadie.
Por lo que hace a símbolos y rituales, pero también a cierta metodología de trabajo, sería absurdo pensar que son fruto del consenso grupal, como si operasen a base de echarle ingenio y creatividad personal.
… y por último… ¡¡¡
… a la hora de presentar y mostrar al gran público qué puede ser la espiritualidad hoy en día y cuál el perfil del grupo de trabajo sufí, tal vez debamos subrayar ciertos aspectos (la espiritualidad como camino individual, ausencia de jerarquías, el grupo como espacio de libertad, etc.), a sabiendas que en la aventura espiritual sufí verdadera, que es entrega amorosa a la Verdad, lo único que en realidad nos hace libres, no hay ya ni jerarquías, ni libertad, ni individuos, ni lo tuyo, ni lo mío, ni sumisiones, ni creencias acríticas… ni nada de nada. Dice Mawlânâ Rûmî: ¡Al pez el agua no le ahoga!