Y todo cuanto es mío también es tuyo,
Porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.
Indolente y ocioso convido a mi alma,
Me dejo estar y miro un tallo de hierba de verano.
Mi lengua, cada átomo de mi sangre, hechos con esta tierra, con
Este aire,
Nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí, lo mismo que
Sus padres,
Yo ahora, a los treinta y siete años de mi edad y con salud perfecta,
Comienzo,
Y espero no cesar hasta mi muerte.
Me aparto de las escuelas y de las sectas, las dejo atrás; me
Sirvieron, no las olvido;
Soy puerto para el bien y para el mal, hablo sin cuidarme de riesgos,
Naturaleza sin freno con elemental energía.
2.
He oído lo que hablan los habladores, la fábula del principio
Y del fin,
Pero yo no hablo ni de principio ni del fin.
Nunca hubo más principio que ahora,
Ni más juventud ni vejez que ahora,
Ni habrá más perfección que ahora,
Ni más infierno ni cielo que ahora.
Impulso, impulso, impulso,
Siempre el impulso, generador del mundo.
De la penumbra surgen iguales elementos contrarios, siempre la
Sustancia y el crecimiento, siempre el sexo,
Siempre un tejido de identidades, siempre lo diferente, siempre la
Vida que se engendra.
De nada sirve elaborar; los doctos y los ignorantes lo saben.
Seguros como la certidumbre más firme, seguros y afianzados,
Inconmovibles, cimentados y estables,
Fuertes como un caballo, afectuosos, soberbios, eléctricos,
Yo y este misterio nos enfrentamos aquí.
Dulce y límpida mi alma, límpido y dulce todo lo que no ees mi
Alma.
Si falta uno de los dos, los dos faltan, y lo invisible se prueba por lo
Visible,
Hasta que éste se haga invisible i requiera prueba a su vez.
Mostrando lo mejor y separándolo de lo peor, una edad humilla a la
Otra,
Conociendo la perfecta justeza y ecuanimidad de las cosas, guardo
Silencio cuando lo otros discuten, y después me baño y me
Admiro.
Bienvenido cada órgano de mi cuerpo y cada tributo, y los de
Cualquier hombre sano y limpio,
Ni una pulgada, ni una partícula de pulgada es vil, y ninguna debe
Ser menos querida que las otras.
Estoy satisfecho, veo, bailo, me río y canto;
Cuando la compañera amorosa que comparte mi lecho duerme a mi
Lado y ser retira al amanecer con pasos furtivos,
Dejándome canastas cubiertas con lienzos blancos que llenan de
Abundancia la casa
¿Habré de diferir mi aceptación y mi realización y pediré a mis ojos
Que dejen de mirar por el camino,
Y que me muestren de un modo riguroso,
El valor exacto de uno y el valor exacto de otro, y cuál de los dos
Vale más?
3.
Todas las verdades aguardan en todas las cosas,
Ni se apresuran ni se demoran,
No precisan el fórceps del cirujano,
Para mí lo mínimo no es menos importante que lo demás,
(¿Qué puede ser mayor o menor que un roce?)
Ni la lógica ni los sermones convencen,
La humedad de la noche me penetra con más intensidad.
(Sólo lo que por sí mismo es evidente a cualquier hombre o
cualquier mujer, es así,
Sólo es así lo que nadie niega)
Una gota y un minuto me bastan para sosegar mi cerebro,
Creo que los húmedos terrones serán alguna vez amantes y
Lámparas,
Y que el alimento de un hombre o de una mujer es un compendio
De compendios.
Y que lo que los atrae y los une es una cumbre y una flor,
Y que se ramificarán infinitamente hasta saberlo todo,
Y hasta que todos nos deleiten y los deleitemos a todos.
(Walt Whitman, Hojas de hierba, Lumen, Barcelona, 1997)
Walt Whitman (West Hills, 1819-Nueva York, 1892). Considerado el mayor bardo estadounidense, su obra, profundamente renovadora, es fuente de inspiración permanente para las nuevas generaciones de poetas. Cantor del yo, del cuerpo humano, del sexo, de la fraternidad universal, de la igualdad democrática, profanador de todas las convenciones de forma y de lenguaje, su poesía es una celebración de la vida. Hojas de hierba recoge casi la totalidad de su obra.
Sección coordinada por Pepa Torras i Virgili