El despliegue semántico de la raíz gramatical árabe k-r-m es harto significativo y posee un notable desarrollo en el ámbito del tasawwuf o sufismo islámico. El término karm, que significa viña, deriva de la misma raíz que karam, generosidad. Un apunte anecdótico: el 'carmen' granadino, que es un tipo de vivienda rústica con un espacio verde anexo, jardín y huerta a la vez, al estilo de los jardines tradicionales árabes, deriva del término karm. Por consiguiente, podría decirse, como afirma Laila Khalifa, que la generosidad (karam) de la viña (karm) se caracteriza por la exuberante abundancia de su fruto, que es bueno, dulce y al alcance de todos. Piénsese: la viña no es un fruto ‘hostil’, carece de espinas; ni ‘autista’, no se oculta en el interior de una cáscara. Y otro tanto podría decirse del karîm, esto es, el generoso (al-Karîm es uno de los Asmâ’ al-Husnà ó 99 nombres de Al·lâh), cuyas nobles virtudes o makârim al-ajlâq están a disposición de cualquier miembro de la comunidad. Y es que el karîm, lo que representa y significa, constituye un bien común. En ese sentido, no hay mejor acción en el mundo, la más transformadora de todas, que convertirse en un karîm, alguien que irradia vida de forma generosa, sin cálculos ni intereses egoístas.
La esencia de la viña (karm) y del generoso (karîm) se une por medio de un mismo lazo, el del ‘itq o nobleza vinculada a la ancianidad. No en vano, los buenos vinos son los que envejecen bien. Un shayj, esto es, un maestro sufí, es alguien viejo, que es, justamente, lo que dicho término significa en árabe: una ‘persona de edad’. Ya la tradición árabe preislámica consideraba que sólo a partir de los 50 años alguien merecía ser llamado shayj, rasgo éste que el sufismo integrará, dando a entender que a mayor experiencia en la vida, mayor generosidad. ¿Acaso la vida no es pura donación, don gratuito? Y es que con el paso del tiempo uno no se convierte en más listo, digámoslo así, sino en más sencillo y humilde; al menos alguien que haya vivido de forma consciente y apartado de toda tentación egolátrica.
Igualmente, hallamos dentro de la raíz gramatical k-r-m la palabra árabe karâma, que significa honor y también dignidad. Dentro del universo mental del árabe tradicional, algo que los primeros sufíes heredaron con sumo agrado, karam, generosidad, y karâma, honor y dignidad, están estrechamente vinculados. Y es que la bondad es inconcebible sin ser bondadoso. Dicho de otro modo: no es posible ser bueno con uno mismo sin serlo con los demás.