«'Ushâq. Música sufí»
PRESENTACIÓN
“¡Levántate día! Los átomos danzan,
las almas, enloquecidas de éxtasis, danzan.
Te susurraré al oído adónde conduce la danza.
Todos los átomos del aire y del desierto, bien lo has de
saber,
están ebrios como nosotros.
Cada átomo, feliz o desdichado, está enamorado de este sol
sobre el que nada se puede afirmar”.
MAWLÂNÂ YALÂL AL-DÎN RÛMÎ
El siglo XIII, un
tiempo extremadamente turbulento para el oriente islámico, fue testimonio de
uno de los poetas y espirituales más singulares de todos los tiempos, el persa
Yalâl al-Dîn Rûmî
(1207-1273), conocido entre sus discípulos y amigos como Mawlânâ (Mevlânâ en la
forma turca). Autor de una extensa obra literaria de corte místico, admirada
hoy en día en todo el mundo, Mawlânâ constituye uno de los grandes hitos del tasawwuf o sufismo, la llamada dimensión
mística del islam, su rostro más universal. Y es que tal vez el rasgo más
singular de Mawlânâ sea, justamente, la apertura de su ser, que parece no tener
límite alguno.
En tanto que maestro
espiritual y conductor de hombres, Mawlânâ fue el inspirador de la senda sufí (tarîqa) de los mevlevís, es decir, los derviches giróvagos, célebres por el samâ’, el oratorio musical que incluye
la danza circular o muqâbala. “Muchos son
los caminos que conducen al Amigo divino”, decía el maestro persa de Konya,
“y yo he elegido el de la música y la
danza”; afirmación que nos remite a aquella idea del joven Nietzsche según
la cual: “Dios nos ha dado la música para
que seamos conducidos por ella hacia lo alto”. Y es que la música sirve
para expresar lo que las palabras no pueden ni alcanzar ni decir. En ese
sentido, podría convenirse que la música no es enteramente humana. Lejos de
resultar anecdóticas, música y danza constituyen el elemento que vertebra toda
la filosofía espiritual de Mawlânâ. No son, por lo tanto, unas referencias
metafóricas más entre otras muchas, sino que constituyen un verdadero camino
artístico de conocimiento. Más aún, son celebración, ritual sagrado, plegaria
en movimiento que utiliza el cuerpo como instrumento.
Para Mawlânâ, todo
cuanto existe danza: desde el átomo hasta los planetas que gravitan en el
universo. También el ser humano lo hace. Todo es samâ’, todo danza al son de una misteriosa melodía interpretada en
la distancia por un ejecutante invisible. La esencia de la vida es el
movimiento, la (re)creación en cada sístole y diástole de una realidad
inacabada que se contrae y se expande, que muere y renace en cada instante. La
danza constituye en el caso de Mawlânâ un símbolo actuado. Así, el derviche
expresa al danzar su solidaridad con un cosmos habitado por el ritmo, el orden
geométrico y el movimiento duradero. Danzar es transcenderse, situarse en el
lindero de lo humano para hacerse partícipe de la liturgia de la vida y sus
leyes. Para Mawlânâ, danzar es ponerse en disposición de recibir, ser capaz de
acogerlo todo.
* * *
El presente CD recoge una
pequeña muestra, aunque muy representativa, del fértil legado tanto poético
como también musical del sufismo mevleví inspirado
por Mawlânâ, así como algunas de las piezas más emblemáticas de la música sufí
turca en general. Hemos querido que el CD recogiese la pluralidad de géneros
musicales, tanto vocales (en árabe, turco y persa) como instrumentales (peşrev i saz semaisi), abordados por
los músicos mevlevíes, desde los ilâhis
o cánticos espirituales
clásicos que acompañan las sesiones de dhikr
o invocación del nombre divino, al na’at
o canto a capela dedicado a
ensalzar la figura de Muhammad, profeta del islam, pasando por el tekbir y el salâwât.
Durante el largo
período otomano, muy pródigo por lo que respecta al desarrollo del sufismo y
las artes ligadas a él, los mevlevihanes,
es decir, los lugares de encuentro y estudio de los derviches mevlevíes, se convirtieron en verdaderos
conservatorios de música de donde surgieron algunas de los más sobresalientes
músicos turcos de todos los tiempos, como es el caso de Buhûrîzâde
Mustafa Itrî Efendi (1640-1711), de quien hemos incluido tres de sus composiciones más destacadas (1, 9 i 10),
o Neyzen Salih Dede (ca. 1810-ca. 1888) y Zekai Dede Efendi (1825-1897).
Respecto a los
instrumentos empleados en la grabación, ‘Ushâq
utiliza instrumentos sufíes tradicionales, como el ney (flauta de caña), el instrumento por antonomasia de la música mevleví, cantado por el propio Mawlânâ
en el pórtico del Masnaví, su obra
más culminante; el ‘ûd (laud), el rebâb (viola), el daf (panero) y el kudum (timbales).
* * *
El grupo de música y
danza sufíes ‘Ushâq -los amantes de
Él, en árabe- nació durante la primavera del año 2000, en el seno del Institut d’Estudis Sufís de Barcelona,
un centro catalán e independiente dedicado al estudio y el cultivo de la obra y
la vía sufí de Mawlânâ Rûmî. ‘Ushâq,
por lo tanto, no es solo un grupo musical, sino que representa y ejemplifica el
trabajo sufí y de investigación llevado a cabo en el Institut d’Estudis Sufís durante los últimos años.
Lo digo a menudo: pocas
cosas resultan ser tan gratas como el hecho de reunirse para compartir música y
danza. Insisto, muy pocas cosas. Espero que esta grabación haya podido recoger
el placer que hemos experimentado a la hora de recrear el fértil legado musical
mevleví que ahora presentamos al
público en general y que durante años hemos compartido con numerosos amigos y
amigas en la cálida intimidad de los encuentros musicales de nuestro Institut d’Estudis Sufís.
Huuu...
Halil
Bárcena
Director del Institut d’Estudis Sufís y del grupo ‘Ushâq
Barcelona,
marzo de 2012
‘USHÂQ somos:
Halil Bárcena (ney, voz y daf)
Leili Castella (rebâb y coros)
Nayi Domènech (‘ud, daf y coros)
Laura Illanes (daf y kudum)
Producido por el Institut d’Estudis Sufís de Barcelona
Grabado y mezclado en La Catacumba Estudio
el mes de marzo de 2012 por
Miguel Pino
Diseño de Albert Navarro
Caligrafía de la portada ('Ushâq en árabe) de Halil Bárcena
Agradecimientos:
Montserrat Noguera, por confiar en este proyecto e impulsarlo;
Leili Castella, porque sin ella no
se hubiese podido realizar;
Inês Castel-Branco, por los derviches que ilustran la portada y su buen gusto;
Nesrin Can, por las traducciones del turco;
Miguel Pino, excelente músico y mago del sonido,
por haber hecho posible lo que parecía imposible.
Y gracias también a los alumnos de l’Institut d’Estudis Sufís de Barcelona.
Para saber más:
Institut d’Estudis Sufís de Barcelona
Bibliografia sufí de Halil Bárcena
Escuela de música ‘Baraka. Música con alma’