1
En realidad, cuando un ser humano ama a otro,
ama fundamentalmente a Dios, y no lo sabe;
o bien lo sabe.
Sagrado es el amor,
porque en él duerme la luz del amor divino
2
Uno quisiera que todo fuese armonioso
en nuestro ambiente y en nuestra propia vida.
Un deseo demasiado pequeño. No hay nada mejor
que elevarse espiritualmente por encima de todo ello.
3
Poesía, danza y canción, y tañido de laúd;
lenguaje del arte y lenguaje de la naturaleza.
No digas que sólo son placer de los mundanos:
todo ello da testimonio de profundidad y del más elevado fin.
La belleza y el amor están lejos del egoísmo,
y de los fríos pensamientos cerebrales del orgullo.
Dos sabios que han bebido de la copa de la belleza,
caminan por elevados senderos, estrella tras estrella.
¡Oh amor, que reconcilia toda oposición:
pensamiento y experiencia; sonidos de cuerdas,
y canción, que de la nostalgia sagrada canta!
¡Oh belleza, que coronas el afán de la Verdad!
¡Oh dulce melodía, sonido de violín de un ángel,
tú revelas aquello que las palabras ocultan!
4
Los hombres parecen estar huyendo
¿qué les inquieta, qué les hace huir?
No sólo huyen ante lo desconocido que les amenaza,
huyen de sí mismos, de sus miserias,
de su simple existencia. Hombre, escucha:
tú estás en la linde del ser, ¿a dónde vas?
¡Deténte!
Dios es el centro y el reposo.
5
Sientes que este mundo terrenal es triste,
mas por esta tristeza no debes lamentarte;
no digas que el universo es malo.
Porque cada sombra terrenal tiene un fin,
e infinita es la dicha escondida en las cosas;
la vida puede ser pesada, pero el alma tiene alas.
La doble naturaleza de este mundo contempla:
un lado es hierro, y el otro oro.
Tu bienaventurada naturaleza interior debes ver,
entonces sabrás: Dios la hizo pura y libre.
6
Dime por qué has amado la cima de la montaña,
su sereno silencio y su pureza,
y yo te diré que el reposo de nuestro espíritu
es la soledad con Dios; serenidad
por encima del estrépito de los pensamientos.
Y dime por qué amas el secreto del bosque susurrante,
su santidad y su oscura seguridad,
y yo te diré que nuestro gozo perdurable
es unión, amor en nuestro corazón más profundo,
sumergiéndose en el misterio de nuestro ser;
unión con lo que soy, y lo que eres.
7
Toda criatura existe para decir "Dios";
así, tú también debes aceptar la vocación del mundo,
¡oh hombre!, tú que eres el rey de la tierra.
¡Ay de aquel que olvida el núcleo de su existencia!
Ningún animal, ninguna planta ni piedra lo hace;
sólo el hombre, con su libre albedrío,
en su locura.
Di "Dios" durante toda tu vida;
que esto sea una gracia para los demás.
Porque un aura irradia del nombre supremo;
la oración es bendición, es la semilla de lo divino.
8
Pensáis que nací junto al verde Rhin.
No sabéis dónde está mi lugar de nacimiento.
Yo mismo no lo sabía, hasta que un día
el Altísimo me dijo: ¡Sé lo que eres realmente!
9
No creáis que lo que digo aquí de mí mismo
sea exagerado o falto de modestia:
todo lo que se encuentra en los buenos libros antiguos
sobre el ser y el universo entero,
Dios lo ha inscrito en el fondo de mi corazón.
(Amor y vida. Poesías de Frithjof Schuon, Palma de Mallorca: J.J. de Olañeta editor, 1999)
Frithjof Schuon (Basilea, Suiza, 1907-Bloomington, Indiana, Estados Unidos, 1998). Metafísico, pintor, poeta y maestro espiritual sufí, representa la figura más completa de la llamada sophia perennis. Escribió más de veinte libros en los que desarrolla el tema de la ‘unidad trascendente de las religiones’ y de su necesaria comprensión ‘esotérica’. Viajó por el norte de África donde conoció al shayj sufí Ahmad al-'Alawî, quien lo inició en la senda sufí. La mayoría de su extensa obra poética fue compuesta en los últimos años de su vida, que transcurrió en Estados Unidos, donde convivió con los indios de las llanuras, bebiendo de su maltratada cultura tradicional, por la que se sintió muy atraído, como prueban las pinturas que ilustran la presente selección poética.
Sección coordinada por Pepa Torras i Virgili