"Al.lâh" no es un ser
De todos es conocido que el pensamiento del ser humano viene conformado por la naturaleza de la lengua en la que habla. Ésta, su estructura y andamiaje tanto sintáctico como semántico, nos da una visión del universo. No se trata sólo, pues, de un mero instrumento de comunicación, sino que modela y estructura todo nuestro pensamiento.
Un primer dato fundamental a tener en cuenta es que la lengua árabe carece de verbo ser, algo que causa no pocos dolores de cabeza al estudiante europeo, habituado a pensar y expresarse en lenguas muy distintas, cuando se inicia en el estudio del árabe. Y es que el núcleo fundamental de toda la filosofía europea gira, justamente, en torno a la cuestión del ser. La sorpresa que uno halla al adentrarse en el árabe es que es posible expresarse sin el verbo ser.
Más allá de otras cuestiones, lo que ahora nos interesa a nosotros aquí es darnos cuenta de que aquellas culturas, como la árabe, que carecen del verbo ser han de poseer por fuerza una apreciación de la realidad harto diferente a la nuestra. Pero, luego volveré sobre ello.
Otro rasgo característico de la lengua árabe es la preeminencia del verbo, que acostumbra a encabezar toda proposición gramatical, yendo el sujeto después. Y que el verbo sea preeminente significa que también lo es la acción. Por consiguiente, para la mentalidad semita árabe el fundamento de la existencia no es el ser, ya hemos visto que no puede serlo dada la ausencia de dicho verbo, sino la acción. La vida, la existencia en su totalidad, es pura acción. El gnóstico sufí murciano Ibn ‘Arabî lo expresaba afirmando que todo en la vida viaja y es viaje; incluso la lectura del Corán es un viaje. El persa Rûmî, por su parte, utilizaba la imagen plástica del derviche danzante para mostrar la misma idea. Todo gira, todo danza, o lo que es lo mismo, todo es acción. Eso es lo que el Corán trata de expresar mediante el concepto "jalq al-yadîd" o “creación constante”. La existencia, pues, para un árabe del siglo VII como el profeta Muhammad es una completa acción, sin un substrato o ser que la fije o soporte. Lo importante es el devenir y no el ser.
Dicho esto, ¿a qué se refiere un árabe como Muhammad cuando habla de Al.lâh? En primer lugar, no se trata de un sujeto, esto es, un ser, ya que no existe tal palabra para calificarlo, como hemos visto. ¿Qué es, pues, Al.lâh? Al.lâh no es un sujeto (ni tampoco un objeto), sino más bien una acción. Por consiguiente, el mundo no es sino el espacio en el que sucede la acción de Al.lâh, que podría ser equiparado a la naturaleza de verbo, más que a la de sujeto. Al.lâh es, en definitiva, el “existiendo”, el “sucediéndose” de las cosas. Así fue como se lo representó Muhammad y como lo vivió el primer sufismo.