El día de la amistad en que nos encontramos,
Recuerda;
Recuerda los días de fervoroso quebranto,
Recuerda.
El dolor de mi paladar es como veneno amargo:
El grito de nuestras fiestas: ‘¡Que sea grato¡’,
Recuerda.
Puede que se hayan olvidado mis amigos;
Pero yo miles de veces ese gentío
Recuerdo.
Y ahora, por la cadena de la desgracia atado,
A los que agradecidos mi bien buscaron
Recuerdo.
Aunque mil ríos de mis ojos surjan,
Yo, Zindarud, que los jardineros cuidan
Recuerdo.

2
Hombre egocéntrico, de arrogancia colmado
Te perdonamos, pues el Amor te es negado.
De los locos amantes no rondas las guaridas;
¡Toma tu ‘Razón Suprema’ como meta
y como guía¡
Del frenesí del Amor, ¿Qué sabe ese cerebro
Que sólo ha probado el zumo de vino terreno?
Ten un amor de Luna y enseña a tu corazón
A esforzarse, aunque tu fama se propague
Como el sol
Son la palidez y el suspiro cargado de dolor
Quienes cuentan los ocultos secretos del corazón.
Que la copa despeje tu cerebro aturdido
Bebe, Hâfez, y relega la fama al olvido.
3
Los tiempos son confusos y otra vez necesito
La lánguida mirada de la amada y el vino.
La rueda de la Fortuna es maravillosa:
¿Cuál será la próxima cabeza que doblegue?
O si mi anciano Mago la luz enciende
¿Qué lámpara alumbrará y será luminosa?
La falsedad de la tierra es historia famosa
La noche está preñada: ¿qué parirá el alba?
En la llanura hay tumulto y sangrienta batalla
Trae vino como la sangre rojo y llena otra vez
La copa

El supremo paraíso es el retiro de los derviches.
El crisol de la grandeza es servir a los derviches.
De la clausura el tesoro tiene extraños talismanes,
su clave es la generosa mirada de los derviches.
El palacio del paraíso cuya puerta Ridwân guarda
es una imagen tan sólo del prado virginal de los derviches.
Aquello por cuya luz el corazón negro se torna oro
es la alquimia que se gesta en la voz de los derviches.
Aquello ante lo cual pone el sol su corona poderosa
es lagrandeza que habita la corte de los derviches.
El reino no resguardado del miedo cuando amenaza la pena
escucha sinceramente: el reino es de los derviches.
Los reyes son la 'alquibla' de las súplicas de todos,
la causa es la servidumbre al trono de los derviches.
El rostro deseado que orando buscan los reyes
tiene su más claro ejemplo en el espejo del rostro de los derviches.
De una punta a otra abarca, de tiranía, el ejército,
pero del principio al fin es la hora de los derviches.
¡Ey, poderoso!, no ostentes tanta arrogamcia, que
tu cabeza y tu oro están a la sombra del acuerdo de los derviches.
Oh corazón, apártate con cortesía: la realeza del amor
se debe a la servidumbre de los derviches.
Si por su ira el tesoro de la corte se sigue hundiendo,
habrás leído que esto se debe también al celo de los derviches.
Oh Hâfez, si quieres agua de vida eterna,
su fuente es la tierra del solitario umbral de los derviches.
Soy esclavo de los ojos de Asef, el actual vivir,
que tiene el rostro señorial y la virtud de los derviches.
