Medir lo espiritual
Halil Bárcena
A mi modo de ver, por muy versado que uno sea, por muchos seguidores que uno cuente, por muy florido que sea el verbo que se emplee para hablar, por muchos libros que uno haya escrito o haya acumulado títulos y más títulos, si en el supuesto "sabio" y alrededor de él no crecen la libertad, la paz y la alegría, a mí, personalmente, no me despertará demasiado interés. Libertad, que es permanecer fiel únicamente al espíritu de la verdad, sin otras servidumbres; paz, que es vivir de forma homogénea, teniendo un centro, siendo como uno se muestra y mostrándose como uno es; y alegría, que es el fruto maduro tanto de la libertad como de la paz. He ahí cuál és para mí la verdadera medida de la persona de hondas cualidades espirituales; he ahí a ése que los sufíes denominan al-insân al-kâmil, esto es, el hombre universal, el único digno de ser llamado ser humano, alguien libre, en paz consigo mismo y con el resto, y, cómo no, alegre. Nada más. Tan sencillo -¡y tan grande!- como eso.