Adiós a Mohamed 'Abed al-Jabri
En la obra de Jabri, marcada por un fuerte compromiso cívico, late lo mejor de una tradición islámica de pensamiento filosófico, desarrollada entre los siglos IX y XV, cuyo valor máximo reside en compatibilizar fe y razón. Tomando como base dicha tradición, hoy ninguneada por el oscurantismo islamista, Jabri, que militó en las filas del socialismo marroquí en los años 60, se afanó en demostrar que la herencia religiosa coránica no tiene por qué ser incompatible con el racionalismo y la democracia, algo de lo que unos (aquí) y otros (allá) no quieren ni oír hablar. Y es que, como hemos escrito en otro lugar, la razón no puede matar a la fe, pero la fe no puede jamás resultarle repugnante a la razón, como a menudo observamos tanto en los ámbitos religiosos tradicionales como en los supuestamente más alternativos de la new age y su espiritualidad entreverada de terapia y psicologismo.
Dos son las obras de Jabri traducidas al castellano: Crítica de la razón árabe. Nueva visión sobre el legado filosófico andalusí (Icaria, Barcelona, 2001), parte de una enorme investigación plasmada originalmente en cuatro libros, y El legado filosófico árabe (Trotta, Madrid, 2001); en las que late una de las ideas fuerza del pensador marroquí: la necesidad de que la instancia religiosa deje de operar como referente único y absoluto de sentido, lo cual contribuiría, de rebote, al mejor entendimiento entre las distintas culturas del planeta. Frente a las teorías sobre el choque de civilizaciones de Samuel Huntington, ideales para mentes perezosas y periodistas apresurados, Jabri, hombre sereno y reflexivo, interpretó los desencuentros internacionales de la contemporaneidad a la luz de algo mucho más sencillo. Para él, se trataba de un choque, sí, pero no ya de civilizaciones, sino simplemente de interes. Halil Bárcena