"Tanto da que lo que te aparte de Él
sea una forma bella o fea.
Tanto da que lo que te aleje de Él
sea la religión o la incredulidad"
Mawlânâ Rûmî (m. 1273)
Comentario:
Gracias a los sabios sufíes, entre otros, hoy, por fin, sabemos que espiritualidad y religiosidad no son sinónimas. Hoy, sabemos también que religiosidad y cualidad humana profunda tampoco significan ni implican lo mismo. Hay muchos hombres de religión (hombres y mujeres, se sobreentiende) cuya cualidad humana es escasa, por no decir nula. El dios de los religiosos no existe, no es eso Dios, por lo tanto resulta tan absurtdo sostenerlo como rechazarlo vehementemente. No es esa, pues, la batalla del derviche. Una u otra actitud apartan de lo real. Lo realmente real, lo único que en verdad es, el Amigo del que hablan los derviches, no cabe ni en formas ni en formulaciones, ya sean éstas bellas u horripilantes. Lo bello, que no es más que lo que subjetivamente nos satisface o agrada, también nos aleja del camino de la comprensión de la naturaleza real de las cosas, algo que a menudo se olvida. Cuando lo bello se confunde con lo que nos interesa, se convierte en un velo que oculta y ciega, que separa y confunde, pero eso poco tiene que ver con la Belleza con mayúsculas, que es el esplendor de la verdad. Y es que la rosa es el perfume, pero también las espinas. En resumen, se ha de romper la cáscara, dicen los derviches, para degustar el fruto. Halil Bárcena