1
Tráeme el ney (flauta derviche de caña) y canta conmigo
que el cantar encierra en sí el secreto de la inmortalidad
y el rumor del ney perdura
aun después de que todo se haya extinguido.
Tráeme el ney y canta junto a mi.
Olvida cuanto dije,
pues las palabras no son más que estrellas fugaces.
Así, háblame de ti.
¿Acaso has escogido morar en el bosque como yo
y no en palacios suntuosos?
¿Has seguido el curso de los ríos
o trepado hasta la cima de las montañas?
¿Acaso te has bañado en perfumes naturales
y secado con la luz del sol?
¿Has paladeado el vino de la aurora en copas relucientes?
¿Has reposado al atardecer, como yo lo he hecho,
entre viñas repletas de racimos
cual lámparas de araña de fúlgido cristal?
¿Acaso has dormido alguna noche al raso,
cubierto tan sólo por el manto del firmamento,
despreocupado ante el futuro
e indiferente ante lo que pudo haber sido y no fue?
¿Has sentido alguna vez el silencio nocturno
abrazándote como un mar,
al tiempo que el seno de la noche
sembraba e tu lecho un corazón palpitante?
Tráeme el ney y acompáñame con tu canto.
Olvida ofensas y también halagos,
pues cuanto la gente dice
no son sino versos escritos sobre el agua.
¿Qué provecho podrías hallar tú
en cenáculos en los que todo es fatuo,
discutiendo entre quienes no desean sino oír banalidades,
o protestando a gritos entre la multitud?
Muere con celeridad aquél cuyo destino
es cavar en la oscuridad como los topos
o trepar telas de araña que pronto se descomponen.
2
La felicidad no es más que un falso mito
que perseguimos en balde.
Una vez obtenida, nos aburre y cansa.
Como el río que se dirige veloz hacia los campos
y una vez en ellos desciende enlodado hacia el mar,
así es la vida del hombre.
Uno sólo es feliz en la búsqueda constante.
Cuando lleganmos al final de nuestro camino
todo deja de interesarnos.
Por eso emprendemos el viaje de nuevo
en pos de otros horizontes.
3
Tráeme el ney y canta conmigo,
que no existe plegaria alguna que al cantar iguale,
y el rumor del ney perdura
aun después de que la vida se haya extinguido.
(Fragmentos del libro Al-Mawâkib -Las procesiones-, traducidos del árabe por Halil Bárcena)