Halil Bárcena, "Perlas sufíes. Saber y sabor de Mawlânâ Rûmî" (Herder, 2015).

«Es verdad que jamás un amante busca a su amado sin haber sido buscado antes por éste» (Mawlânâ Rûmî, Maznawî III, 4393. Traducción: Halil Bárcena).

¡... Eyval·lah ...!

AVISO PARA NAVEGANTES

Amigas y amigos, salâms:

Bienvenidos al blog del "Institut d'Estudis Sufís" de Barcelona (Catalunya - España), un centro catalán e independiente, dedicado al estudio de la obra del sabio sufí Mawlânâ Rûmî (1207-1273) y el cultivo del sufismo mevleví por él inspirado, en nuestro ámbito cultural.

Aquí hallarán información puntual acerca de las actividades públicas (¡... las privadas son privadas!) que periódicamente realiza nuestro instituto. Dichas actividades públicas están abiertas a todo el mundo, ya que nadie ha encendido una luz para ocultarla bajo la cama, pero se reserva siempre el derecho de admisión, porque las perlas no están hechas para los cerdos.

Así mismo, hallarán en el blog diferentes textos y propuestas relacionados con el islam, el sufismo y la sabiduría tradicional. Es importante saber que nuestra propuesta sufí está enraizada en la sabiduría coránica y la
sunna muhammadiana, porque el sufismo es el corazón del islam, pero el islam es el corazón del sufismo.

El blog está pensado como una herramienta de trabajo para todos aquéllos que tienen un sincero interés por Mawlânâ Rûmî, en particular, y la senda del sufismo islámico, en general. Por ello, sus contenidos se renuevan puntualmente. Si se suscriben al blog podrán recibir información puntual sobre todas las novedades que se produzcan.

Para cualquier tipo de consulta o información, no duden en ponerse en contacto con nosotros, a través de nuestra dirección de correo electrónico: sufismo786@yahoo.es

También nos pueden encontrar aquí:

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Reciban un cordial saludo, sean quienes sean y lo que sean, estén donde estén, y muchas gracias por su visita. Huuu...!

Halil Bárcena

Director de l'IES

Yâ man Hû...!

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jueves, 6 de noviembre de 2008

Sobre el maestro sufí


Del maestro sufí


Halil Bárcena






Algunas premisas:

1. Es axiomático que toda espiritualidad, en tanto que camino de aprendizaje interior, necesita siempre la función-tarea-figura… del maestro (Mawlânâ Rûmî dice: “Es tan fuerte nuestro ego que es de locos pensar que es tarea fácil dominarlo y más aún que puedo hacerlo solo").

2. Esto es tan válido hoy como lo fue ayer, dado que es consustancial al ser humano en tanto que ser simbiótico. Sin embargo, dadas las características de nuestro contexto cultural europeo (sociedades laicas, democráticas, de innovación y conocimiento, post-religiosas, sustentadas en el cambio y la movilidad constantes y no en creencias…) dicha función-tarea-figura del maestro no puede obedecer ni remitir a patrones del pasado ya caducos.

3. El maestro es siempre una persona

Quién es:

Se impone aquí una clasificación:
1) Grandes maestros espirituales universales del pasado, de los cuales nos queda:
a) su legado espiritual (tal vez su escuela o círculo)
b) y/o su legado literario
2) Maestros espirituales contemporáneos (vivos, es decir, con los que puedo mantener un contacto personal) que mantienen-perpetúan-recrean-transmiten el legado de los grandes maestros del pasado, al tiempo que son originales.

Los grandes sabios y maestros de la espiritualidad universal (del sufismo, por ejemplo) han sido siempre soberbios estrategas, magos a la hora de escenificar trucos y estratagemas, cuentistas de primer orden. Todos ellos se han caracterizado por ser siempre originales, en el sentido gaudiniano del término:

1) originales en tanto que buenos conocedores de los “orígenes”, de la base, de los fundamentos aurorales, de la esencia de la tradición, si se quiere decir así. Son originales y, por ende, auténticos.
2) originales en tanto que singulares, innovadores, creadores, personales.

Dicha originalidad les ha llevado a operar y proceder siempre teniendo en cuenta tres factores fundamentales: a) tiempo b) lugar y c) personas.

Hoy, podemos tener acceso a ambas categorías de maestros, pero la experiencia humana y espiritual es diferente ya se trate del maestro espiritual del pasado o del maestro vivo, cuyo impacto tendrá otra calidez y calidad dada la experiencia de proximidad.

Será a este maestro vivo al que me referiré a continuación:


Cuál es su papel:

Si la espiritualidad (y menos aún la sufí) no se enseña pero sí se contagia, tal vez el papel del maestro espiritual hoy sea justamente ese, contagiar. Y hacerlo desde la más absoluta y radical libertad. El maestro sufí, el ustâd o el shayj, es, por definición, alguien libre, que no nos necesita para nada. Su obrar es, pues, pura gratuidad, ya que no le mueve sino el deber, la responsabilidad y el amor por el otro.

Un problema de nuestro tiempo: a diferencia de otros lugares y culturas tradicionales, nuestra cultura europea, posee intelectuales y eruditos, pero no maestros.

La principal función del maestro sufí es transmitir, contagiar, esa otra mirada de la realidad real; mostrar que la cosas son lo que son, lo que vemos de ellas, y otra cosa más. Una nueva mirada que precisa un despertar previo, un abrir los ojos por primera vez. Por lo tanto, el maestro está para despertar esa posibilidad latente en todo ser humano, para hacernos conscientes de nuestra condición adormecida.

Cómo es:

1. El maestro es fundamentalmente un ser humano libre, alguien que, por lo tanto, no precisa de nosotros. El maestro no nos somete, ni sojuzga, ni nos pide nada a cambio. El maestro contagia libertad.

2. Hoy, el maestro no es un sustituto de nada: religión, creencias…etc. El maestro no viene a llenar ningún vacío, sino que, contrariamente, está aquí para vaciarnos de cuanto es un lastre; y las creencias religiosas o de otro orden, lo son.

3. El maestro acaricia pero también corrige; sonríe pero también frunce el ceño. Al igual que el amor o el sol, el maestro reconforta y... confronta.

4. El maestro no está para que se le rinda pleitesía sino para servir (es un jâdim, un sirviente), pues en tanto que ser humano de profunda espiritualidad siente la necesidad de compartir con el otro esa otra mirada de la realidad a la que nos referíamos antes.

5. El maestro es un posibilitador, el detonante que facilita el despertar; no dispensa creencias, nada en qué creer, ni da recetas o fórmulas mágicas, sino pistas que indagar y verificar.

6. El maestro despierta en nosotros la capacidad de confiar en lo que a falta de mejor expresión llamo nuestra fuerza-certeza interna.


7. Es el que nos muestra que de todo -libro, situación, naturaleza…- y todos se puede aprender. Ahora bien, un maestro es una persona, no un libro. Que el maestro despierte en nosotros la capacidad de aprender de todo, de leer el mundo desde la desegocentración y la libertad, no significa que todo sea un maestro. Al libro lo puedo manipular, sobre todo si mi aproximación no es lo suficientemente desinteresada, pero al maestro no. Abrirse al maestro nos permite saborear la presencia del maestro en nuestro interior y en todo.

8. En la relación con el maestro se dan al mismo tiempo:
a) la libertad ya antes aludida, y
b) un compromiso que no es sumisión (¡se ha de saber con quién se cuenta en el camino!). Se dice en el Romance del Conde Arnaldos: "Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va". Por lo tanto, aquí se impone decir que existen niveles diferentes de compromisos y de intensidades en el camino y convendrá no juzgarlas, puesto que para lo que para uno es atadura para otro será liberación.

9. El camino es siempre individual, nadie lo hace por nadie, pero la presencia del otro suma. El adagio derviche dice:
“Trabajamos juntos pero solos”.

10. El maestro solo está paso y medio por delante del resto. Por eso, puede guiar, porque es cercano, próximo, no alguien divinizado al que solo me queda creer o someterme o adorar.

11. El maestro comparte fundamentalmente heridas y cicatrices del camino, no teorías.

12. Hable el lenguaje espiritual que hable, el maestro es universal. Como reza un adagio derviche: “El maestro lo es para todo el mundo” -incluyo aquí a los grandes maestros del pasado, por supuesto-.


Lecturas recomendadas

  • Abbas Kiarostami, Compañero del viento (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2006).
  • José Antonio Antón Pacheco, Intersignos. Aspectos de Louis Massignon y Henry Corbin (Athenaica, 2015).
  • Khalili, Una asamblea de polillas (Mandala, 2012).
  • Masood Khalili, Los susurros de la guerra (Alianza, 2016).
  • Olga Fajardo (ed.), La experiencia contemplativa. En la mística, la filosofía y el arte (Kairós, 2017).
  • Seyed Ghahreman Safavi, Rumi's Spiritual Shi'ism (London Academy of Iranian Studies, 2008).
  • Shams de Tabriz, La quête du Joyau. Paroles inouïes de Shams, maître de Jalâl al-din Rûmi. Trad. Charles-Henry de Fouchécour (CERF, 2017).
  • Tom Cheetham, El mundo como icono. Henry Corbin ya la función angélica de los seres, (Atalanta, 2018).

¡Ah... min al-'Eshq!

"A nosotros que, sin copa ni vino,
estamos contentos.
A nosotros que, despreciados o alabados,
estamos contentos.
A nosotros nos preguntan: “¿En qué acabaréis?”.
A nosotros que, sin acabar en nada,
estamos contentos"

Mawlānā Ŷalāl al-Dīn Rūmī

¡... del movimiento a la quietud!

... de la palabra al silencio !!!

"Queda mucho por decir,
pero será Él quien te lo diga
para que lo entiendas, no yo"

Mawlânâ Yalâl al-Dîn Rûmî (m. 1273)