El hombre de Dios,
según Mawlânâ Rûmî
El hombre de Dios está ebrio sin vino,
el hombre de Dios está saciado sin carne,
el hombre de Dios, presa del asombro, es un loco de amor,
el hombre de Dios no tiene ni alimento ni sueño,
el hombre de Dios es un rey bajo un manto de derviche,
el hombre de Dios es un tesoro entre las ruinas,
el hombre de Dios no es de aire ni de tierra,
el hombre de Dios no es de fuego ni tampoco de agua,
el hombre de Dios es un mar sin orillas,
el hombre de Dios hace llover perlas sin que haya nubes,
el hombre de Dios posee cien lunas y cielos,
el hombre de Dios posee cien soles,
el hombre de Dios se convierte en sabio gracias a la Verdad,
el hombre de Dios no aprende de los libros,
el hombre de Dios está más allá de la fe y de la infidelidad,
para el hombre de Dios, acierto y error son indiferentes,
el hombre de Dios galopa más allá del no-ser,
el hombre de Dios es recibido por todo lo alto,
el hombre de Dios está oculto, Šams-i Dīn.
¡Al hombre de Dios, lo buscas y lo encuentras!
(Mawlânâ Rûmî, Dīwān Šams-i Tabrīzī nº 8, edición de R. A. Nicholson. Traducción al español: Dr. Halil Bárcerna).
