Palabra conquistada, Palabra dada
Halil Bárcena
Hay una palabra que es bonita, pero que no dice nada. Es una palabra -palabra con minúscula- siempre tópica y almibarada, ingeniosa, a veces, pero nada más. Es una palabra sobrera, mera pirotecnia verbal, nada más que blablablá. Siempre ha existido dicha clase de palabra, pero hoy su presencia pública es abrumadora, sobre todo en ámbitos que se pretenden espirituales.
Sin embargo, hay otra clase de Palabra -ésta, sí, con mayúscula-, ya sea dicha o escrita, que te sacude y te desarma, que te quema por dentro como un fuego abrasador, que te desencuaderna el alma. Quienes pronuncian dicha Palabra dicen mucho con muy poco, y todo lo que dicen es substancial. Son aquellos que escriben lo que viven y viven lo que escriben. Son los menos, pero son, ellos sí, custodios irremplazables de una Palabra que se sabe inspirada, una Palabra que brota desde el fondo del Ser y que, por eso mismo, no les pertenece, no es de nadie, ya que no es una Palabra conquistada con el propio esfuerzo, sino una Palabra dada.