El dolor del derviche
Halil Bárcena
Hay un dolor, infinito y primordial, que no causa dolor. "Dard" (درد) lo llama Mawlānā Rūmī (m. 1273) en persa. Nuestro destino, destino impuesto, es padecer dicho dolor y, en cambio, buscarlo con denuedo a cada instante. El sonido lastimero del "ney", nuestro cómplice y amante, dice dicho dolor.