Halil Bárcena, "Perlas sufíes. Saber y sabor de Mawlânâ Rûmî" (Herder, 2015).

«Es verdad que jamás un amante busca a su amado sin haber sido buscado antes por éste» (Mawlânâ Rûmî, Maznawî III, 4393. Traducción: Halil Bárcena).

¡... Eyval·lah ...!

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Bienvenidos al blog del "Institut d'Estudis Sufís" de Barcelona (Catalunya - España), un centro catalán e independiente, dedicado al estudio de la obra del sabio sufí Mawlânâ Rûmî (1207-1273) y el cultivo del sufismo mevleví por él inspirado, en nuestro ámbito cultural.

Aquí hallarán información puntual acerca de las actividades públicas (¡... las privadas son privadas!) que periódicamente realiza nuestro instituto. Dichas actividades públicas están abiertas a todo el mundo, ya que nadie ha encendido una luz para ocultarla bajo la cama, pero se reserva siempre el derecho de admisión, porque las perlas no están hechas para los cerdos.

Así mismo, hallarán en el blog diferentes textos y propuestas relacionados con el islam, el sufismo y la sabiduría tradicional. Es importante saber que nuestra propuesta sufí está enraizada en la sabiduría coránica y la
sunna muhammadiana, porque el sufismo es el corazón del islam, pero el islam es el corazón del sufismo.

El blog está pensado como una herramienta de trabajo para todos aquéllos que tienen un sincero interés por Mawlânâ Rûmî, en particular, y la senda del sufismo islámico, en general. Por ello, sus contenidos se renuevan puntualmente. Si se suscriben al blog podrán recibir información puntual sobre todas las novedades que se produzcan.

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Halil Bárcena

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miércoles, 17 de enero de 2018

Goytisolo, Gaudí y Capadocia

Juan Goytisolo 

encuentra a Antoni Gaudí 

en Capadocia


Halil Bárcena




Recientemente, se han abierto al público en Barcelona, tras las obras de restauración que han durado varios años, las puertas de la Casa Vicens, la primera obra importante que realizó el arquitecto catalán Antoni Gaudí (1852-1926), uno de los máximos exponentes del movimiento modernista. Dicha obra, construida entre los años 1883 y 1888, por encargo del fabricante de azulejos Manuel Vicens Montaner -de ahí el nombre del edificio-, recrea al máximo uno de los rasgos estilísticos más significativos y definitorios del modernismo catalán, como es el mudejarismo, que en Gaudí alcanzará cotas inigualables.
El término “mudéjar”, derivado del árabe mudayyan -mudaccan en la forma turca-, que quiere decir “domesticado”, se utiliza para designar a los musulmanes que permanecieron viviendo y practicando su religión en los nuevos reinos cristianos fundados en los territorios arrebatados a los andalusíes, durante el proceso de avance hacia el sur llevado a cabo en la península Ibérica en el periodo medieval, conocido con el nombre de Reconquista. Por su parte, el arte mudéjar, fenómeno autóctono y exclusivamente hispano, desarrollado en su mayoría en la arquitectura, entre los siglos XII y XVI, consistió en la aplicación de rasgos estilísticos islámicos a los edificios cristianos, gracias a la intervención en ellos de albañiles andalusíes.
Pues bien, el mudejarismo de Gaudí y el resto del modernismo catalán, considerado como una especie de neomudéjar desarrollado en el siglo XIX, se caracteriza por una presencia acusada de rasgos de inspiración islamizante, como, por ejemplo, los almocárabes policromados de yeso en los interiores y de ladrillo en los exteriores. De forma general, puede decirse que el gusto de Gaudí por el arte islámico se manifestó tanto en elementos arquitectónicos estructurales como decorativos, que van desde el uso del arco de herradura a los artesonados, así como en la preferencia por el uso de ciertos materiales, como el yeso, el ladrillo -en forma simple o bien vitrificado en azulejos- y la madera.
Las influencias de la estética islámica en Gaudí fueron subrayadas, especialmente, por el escritor también barcelonés Juan Goytislo (1931-2017), una de las voces más  singulares de la literatura española contemporánea, quien pasó media vida expatriado en Marruecos, donde está enterrado. Autor de una vasta obra de ficción y ensayística, en la que se dejan sentir con fuerza ecos islámicos, Goytisolo publicó, el año 1990, Aproximaciones a Gaudí en Capadocia[1], en el que recrea la figura del arquitecto catalán a partir del paisaje tan gaudiniano de la Capadocia turca y sus formaciones naturales tan caprichosas. Y es que, efectivamente, hay mucho de la Capadocia en la obra de Gaudí, a pesar de que jamás visitara dicho rincón turco. Por eso, le resulta tan familiar la Capadocia al visitante barcelonés, pues le remite insoslayablemente a la creaciones gaudinianas. 
De hecho, Antoni Gaudí viajó muy poco fuera de España y el único viaje que realizó fue, curiosamente, a un país islámico, Marruecos, el vecino del sur para España. Escribe Juan Goytisolo a propósito de la fascinación de Gaudí por el islam y su periplo marroquí: “El espacio físico y cultural del islam le fascinaba. Su único viaje de juventud fuera de España no fue a París ni siquiera a Italia sino a Marruecos. En los Archivos de la Escuela de Arquitectura de Barcelona en la que estudió había fotografías de templos hindúes alminares cairotas. También le atraían las formas esbeltas de las mezquitas del Sáhara y el Sudán.  Su inspiración no fue nunca renacentista ni neoclásica: él buscaba, como Cervantes y Goya, la España profunda y la halló en los estratos ocultos del enjundioso mestizaje mudéjar” [2].
Seguramente, a Gaudí, el único arquitecto del siglo XX cuya obra se ha convertido en destino del turismo de masas, Europa podía aportarle bien poco. El arquitecto catalán,  que goza de la aureola de precursor del arte contemporáneo por su utilización de materiales de desecho como la loza fragmentada, que le aproxima a los collages vanguardistas, o por el mimetismo de la naturaleza en sus construcciones, hundía sus raíces estilísticas en otros lugares y estéticas, como el arte mudéjar por ejemplo, tal como estamos viendo.
Gaudí, para quien la originalidad consiste en volver al origen, entrevió muy pronto las posibilidades creadoras que le brindaba el paisaje. Así, como apunta de nuevo Goytisolo, “en vez de reinventar de modo abstracto las formas existentes, se propuso enriquecer y coronar lo que la naturaleza ofrece como dádiva” [3]. Seguir a la naturaleza, por lo tanto, es la mejor manera de continuar la creación divina. No hay que olvidar que Gaudí estaba profundamente marcado por una visión medieval del papel del artista como médium de la obra divina.  
La adaptación al paisaje y la imitación de la naturaleza  son otras dos características del arquitecto catalán. Sin embargo, su visión de la naturaleza no es, digámoslo así, una visión ecologista, a la manera de la sensibilidad contemporánea, sino simbólica y trascendente. También en eso Gaudí es un hombre enraizado en la tradición medieval, que construye y recrea paisajes metafísicos. De ahí que, según Goytisolo, “su interés por las rocas de Fra Guerau y la sierra de Prades[4] y la adhesión a la Asociación Catalana de Excursiones Científicas obedecían no sólo a su pasión por la geología y botánica: respondían también  a una necesidad interior, al fuego de su querencia mística” [5].
En resumen, la obra arquitectónica de Antoni Gaudí sólo puede comprenderse en toda su plenitud cuando se percibe el papel fundamental que el símbolo -y, por consiguiente, el simbolismo[6]- desempeña en ella, lo cual revela su estrecha relación con el ámbito de la religión, el cristianismo, por supuesto, pero también el islam, a través de una muy particular recreación del arte mudéjar, tal como hemos visto anteriormente.

(Traducción al turco a cargo de Nesrin Karavar)

(Publicado originalmente en la revista turca de cultura Yedi Iklim nº 334, enero 2018).



[1] Juan Goytisolo, Aproximaciones a Gaudí en Capadocia, Mondadori, Barcelona, 1990.
[2] Ibídem, p. 19.
[3] Ibídem, p. 18.
[4] La Sierra de Prades, en la provincia de Tarragona, fue el último reducto islámico de Catalunya, antes de ser tomado por las tropas cristianas.
[5] Juan Goytisolo, op. cit., p. 18.
[6] César García Álvarez, Gaudí. Símbolos del éxtasis, Siruela, Madrid, 2017.

Lecturas recomendadas

  • Abbas Kiarostami, Compañero del viento (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2006).
  • José Antonio Antón Pacheco, Intersignos. Aspectos de Louis Massignon y Henry Corbin (Athenaica, 2015).
  • Khalili, Una asamblea de polillas (Mandala, 2012).
  • Masood Khalili, Los susurros de la guerra (Alianza, 2016).
  • Olga Fajardo (ed.), La experiencia contemplativa. En la mística, la filosofía y el arte (Kairós, 2017).
  • Seyed Ghahreman Safavi, Rumi's Spiritual Shi'ism (London Academy of Iranian Studies, 2008).
  • Shams de Tabriz, La quête du Joyau. Paroles inouïes de Shams, maître de Jalâl al-din Rûmi. Trad. Charles-Henry de Fouchécour (CERF, 2017).
  • Tom Cheetham, El mundo como icono. Henry Corbin ya la función angélica de los seres, (Atalanta, 2018).

¡Ah... min al-'Eshq!

"A nosotros que, sin copa ni vino,
estamos contentos.
A nosotros que, despreciados o alabados,
estamos contentos.
A nosotros nos preguntan: “¿En qué acabaréis?”.
A nosotros que, sin acabar en nada,
estamos contentos"

Mawlānā Ŷalāl al-Dīn Rūmī

¡... del movimiento a la quietud!

... de la palabra al silencio !!!

"Queda mucho por decir,
pero será Él quien te lo diga
para que lo entiendas, no yo"

Mawlânâ Yalâl al-Dîn Rûmî (m. 1273)