La afinación
o la ablución
musical
Leili Castella
Como
es bien sabido, una de las particularidades más significativas del sufismo mevleví, inspirado en el insigne maestro
sufí persa Mawlânâ Rûmî (m. 1273), es haber hecho de la música una vía de
conocimiento espiritual. Como escribió Halil Bárcena en una ocasión, la música en Mawlânâ Rûmî deviene “una suerte de
propedéutica que afina las actitudes tanto psicológicas como espirituales del
derviche, permite comprender mejor los principios más sutiles del saber místico
y anticipa el carácter unitivo de la experiencia mística” [1]. Es en este contexto
que nos gustaría dedicar estas líneas a la afinación del rebâb, suerte de viola oriental de tres cuerdas, uno de los instrumentos musicales preferidos
del maestro persa de Konya y al que consagró no pocos versos.
La afinación comporta
pulcritud y limpieza: no hay música sin afinación previa, del mismo modo que,
en el islam, no hay oración sin ablución. Explica la reputada islamóloga
francesa y especialista en Mawlânâ Rûmî, Eva de Vitray-Méyérovitch, que para el
musulmán, la ablución prescrita antes de realizar la oración ritual o namâz, tiene una doble
significación: literal, puesto que
supone la limpieza física del cuerpo, y al mismo tiempo simbólica, puesto que
alude también a la purificación interior. Dice la citada autora: “Uno de los aspectos psicofisiológicos de las
abluciones tiene que ver con dejar atrás las inquietudes, las preocupaciones y el
calor del día; y también, con el tránsito de lo profano a lo sagrado”. [2] Continúa
escribiendo la islamóloga francesa: “El
“pulimiento” (o la afinación, dicho en términos musicales) creará en aquel que ora, una vacuidad que le
pondrá en un estado de completa disponibilidad (…) Para los místicos del islam, la
revelación divina se conforma a la receptividad del corazón, a su virginidad” [3]. Siguiendo con el símil entre la ablución y la afinación, ambas presuponen
además la conciencia del estado de impureza o desafinación del que partimos, y
la expresión del anhelo sincero de dejar de estarlo a través de estos dos actos
de alta carga simbólica.
Pero la afinación del rebâb tiene aún otra particularidad, a
saber, su precariedad, la cual implica
que ha se ser constantemente reajustada. Este instrumento musical recuerda al
aprendiz de músico, una y mil veces, que es hijo del instante o ibn al-waqt; y que el estado de
afinación, que necesita de una atención fina y sostenida, no ha de darse nunca
por supuesto o conquistado. El rebâb
enseña, pues, por añadidura, la humildad de reconocer que ello es así.
Afinar
el rebâb requiere varios pasos: templar
primero cada una de sus cuerdas, para comprobar después que, concordadas unas
con otras, forman un todo armónico. Ajustar las cuerdas entre sí tiene pues mucho
de “reunir lo disperso”, en
palabras de una oración atribuida al profeta Muhammad. A esta necesidad de
reunificación interior del ser, se refiere precisamente Mawlânâ Rûmî cuando
dice: “El oro, que es tu inteligencia, está
fragmentado en mil pedazos. ¿Cómo puedo en ellos dejar la impronta de mi
sello? Tu inteligencia está dividida en cien asuntos importantes, en mil deseos (...) Has de unir estas partes dispersas mediante el amor (...) Cuando te hayas reunificado,
grano a grano, entonces será posible dejar en ti la impronta del sello del Rey”
[4]. O dicho de otro modo y en términos musicales: sólo en estado de
“afinada limpieza”, la música puede devenir oración. Acabemos con estos
bellísimos versos del maestro persa de Konya:
"Ruinas de amor somos hoy como siempre.
No abras la puerta de la mente, toma el
rebâb,
Que hay cien clases de oración y
genuflexiones
Para el que tenga el rostro del Amigo por
mihrâb" *. [5]
Notas:
[1] Halil Bárcena, Rûmî
y la Mística de la Escucha. El simbolismo musical en el sufismo de Mawlânâ
Yalâl al-Dîn Rûmî (inédito).
[2]
y [3] Eva de Vitray-Méyérovitch, Eva La
prière en islam. Albin Michel, 1998, pp. 57-60.
[4]
Rûmî, Masnawî IV, verso 3285 y ss.
[5] Traducción
de Clara Janés y Ahmad Taherí, Yalal
ud-Din Rumi, Rubayat. Ediciones Unesco, 1966, p. 150.
(*) Mihrâb: nicho de oración de una
mezquita
Leili Castella es licenciada en derecho y pianista. Rebâbista del grupo 'Ushâq, es coordinadora del Institut d'Estudis Sufís de Barcelona y directora de la escuela de música 'Baraka. Música con alma'.