viernes, 7 de junio de 2013

Lo psíquico y lo espiritual

La confusión 
de lo psíquico y lo espiritual (1)

René Guénon



[René Guénon ofrece en su libro El reino de la cantidad y los signos de los tiempos (1945) una de las descripciones críticas del mundo moderno, cuya concepción del conocimiento parece basarse exclusivamente en la noción de cantidad, más precisas y punzantes que se hayan realizado jamás. 'La confusión de lo psíquico y lo espiritual', capítulo 35 de dicho libro, pretende aclarar uno de los errores más comunes -y desastrosos, por sus consecuencias tan devastadoras- del modernismo como es la confusión entre lo psíquico y lo espiritual, tan en boga en una actualidad como la nuestra, donde el psicologismo, de tanto coach y tanto consejero, se abroga una espiritualidad de la que ignora casi todo por completo. Dada la importancia del tema, y al objeto de poner los puntos sobre las 'íes', este blog ofrecerá dicho texto de René Guénon al completo, en sucesivas entregas. Nota de la redacción].

Lo que hemos dicho respecto a ciertas explicaciones psicológicas de las doctrinas tradicionales representa un caso particular de una confusión muy frecuente en el mundo moderno, la de los ámbitos de lo psíquico y lo espiritual; además, esta confusión, incluso cuando no llega a alcanzar las dimensiones de subversión del psicoanálisis, que asimila lo espiritual con los sectores más inferiores del orden psíquico, resulta considerablemente grave en todos los casos. Hasta cierto punto hay que ver en ello una consecuencia natural de la incapacidad de hecho que sufren los occidentales a la hora de distinguir el 'alma' del 'espíritu' (incapacidad a la que a buen seguro no es ajeno el dualismo cartesiano, puesto que en un único concepto engloba todo lo que no es el cuerpo designado indistintamente por uno u otro de estos nombres a esa cosa vaga y mal definida); así pues, esta confusión se manifiesta a cada instante incluso en el lenguaje corriente; buen ejemplo de ello es el nombre de 'espíritus' dado vulgarmente a una serie de entidades psíquicas que ciertamente nada tienen de 'espiritual', al igual que la propia denominación del 'espiritismo' que se deriva de este error, por no hablar del que conduce a llamar 'espíritu' a lo que no es en realidad más que la mente. Es bastante fácil discernir las enojosas consecuencias que pueden derivarse de semejante estado de cosas: contribuir a la propagación de esta confusión, sobre todo en las condiciones actuales, supone, quiérase o no, inducir a los seres a perderse de manera irreparable en el caos del 'mundo intermediario' y, por ello mismo, hacerles el juego, a menudo de manera inconsciente, a las fuerzas satánicas impulsoras de lo que hemos denominado la 'contrainiciación'.

(René Guénon, El reino de la cantidad y los signos de los tiempos, Paidós, Barcelona, 1997, p. 208).