miércoles, 6 de marzo de 2013

Istilâhât (Léxico sufí): 'Taqîyya'



Saber callar a tiempo

Halil Bárcena


El amor no puede callar, es cierto, pero no todo en la senda interior o tarîqa puede ser no ya compartido sino siquiera dicho. Ese es uno de los sentidos (hay más) que rigen el principio sufí de la taqîyya o kitmân: guardar silencio a propósito de los secretos espirituales y no referirse a ellos salvo en el círculo derviche de los iniciados de la senda interior, junto a aquellos (pocos, muy pocos, casi nadie), dotados del coraje y la lucidez precisos para afrontar el riesgo de una aventura, tan humana como divina, intrépida y desconocida: el tawhîd o unidad del ser. Y es que como cantaba el romance anónimo del Conde Arnaldos: "Yo no digo mi canción, sino a quien conmigo va".

No es, pues, el sufismo secreto, o mejor aún, secretista, sino discreto. Y es que abundan hoy los esoteristas de salón (tal vez debiéramos llamarles esoturistas), muchos de ellos lectores superficiales de René Guénon, que son secretistas, sí, pero sin secreto. El principio sufí de la taqîyya forma parte del adab o educación derviche que, entre otras cosas, implica saber callar a tiempo. Afirma un célebre aforismo árabe: “Qul-il-jayr wa il·lâ fa-skut”, “Proclama el bien o calla”, que a veces se ha traducido aquí de forma un tanto libre: “Si lo que has de decir no es mejor que el silencio, calla”Por otro lado, la taqîyya toma en consideración una suerte de principio universal, digámoslo así, según el cual goza de un mayor atractivo lo que se deja entrever que lo que realmente se dice.