Un pobre hombre se lamentaba a grito pelado, en medio del bazar de Samarcanda:
-¡Estoy harto de este maldito país! Aquí todo el mundo va a lo suyo; menos yo, que voy a lo mío".
En resumidas cuentas, (casi) todo el mundo va a lo suyo, incluso quienes creen ser los paladines del altruismo y la solidaridad y miran al resto por encima del hombro. Y es que es tan fácil ver el mal en el ojo ajeno e ignorar el propio. Todo el mundo va a lo suyo, y así nos va.
Halil Bárcena