'Riyâda', práctica espiritual
Halil Bárcena

El léxico técnico empleado por los sufíes no es baladí; no es fruto del azar, sino que encierra en sí mismo: primero, un conocimiento profundo; y segundo, el propio perfume sufí, esto es, lo que hace del sufismo una senda sufí tan específica. Y es que de los sufíes llama poderosamente la atención cómo dicen lo que dicen. El término árabe riyâda (riyazet, en su forma turca) se utiliza para designar lo que a falta de mejor expresión llamaremos disciplina espiritual, que nada tiene que ver con el ascetismo y menos aún con la mortificación, algo ajeno al propio espíritu sufí, si bien hallamos en la historia del sufismo, sobre todo en los primeros tiempos, formas extremas de sufíes dados a prácticas que atentan contra la vida y la naturaleza de las cosas. Una incursión en el bello y evocador campo semántico de la raíz árabe ra-wa-dad, de la que procede riyâda, nos permitirá situar las cosas en su sitio. Dicha raíz gramatical árabe tiene que ver con todo aquello que evoque jardines y vergeles. Riyâd, por ejemplo, es el típico jardín árabe y rawda es jardín de infancia. Istarâda, por su lado, significa sentir placer, encontrarse bien, gozar de buen ánimo. Nada, pues, que nos haga pensar en el dolor o el sufrimiento infringidos contra uno mismo. Por consiguiente, podríamos decir que, en términos sufíes, riyâda es el placer que se experimenta al llevar a cabo una práctica sufí determinada; un placer que también es corporal o ¿es que puede darse algún placer que no se experimente en y a través del cuerpo? Una anécdota lingüística muy significativa: el árabe moderno ha adoptado la palabra riyâda para referirse al deporte. A fin de cuentas, el deporte es el entrenamiento o ejercitación del cuerpo con una finalidad concreta que se vive, justamente, a través del cuerpo, no sin él o contra él. En ese sentido, puede afirmarse que los sufíes son los ‘deportistas’ de la senda interior.