lunes, 25 de abril de 2011

Poetas: Vicente Gallego

1.

Me dices que es absurdo el universo,

que la vida carece de sentido.

Pero no es un sentido lo que busco,

cualquier explicación o una promesa,

sino el estar aquí y a la deriva:

una simple botella que en la playa

aguarda la marea.

Sí, la palabra justa es abandono:

una dulce renuncia que me nombra

señor y dueño al fin de mi camino.

Queden hoy para otros

los afanes del mundo, y que mi mundo sea

la magia de esta casa

tomada en su quietud por la penumbra,

saber que nadie llegaráa interrumpir mi tarde,

que no habrá sobresaltos,

ni voces, ni horas fijas,

porque ahora es tan sólo transcurrir

mi gran tarea.








2.
Mediodía con sol,

redondo y sin final como el deseo.

Cuerpo y roca o sopor que los omite.

Soledad absoluta y el silencio

tan especial del mundo cuando calla.

Ausencia y plenitud.

Estancias y retornos.

Existir:

luz ya que en mí confluye. Sobrevivo.

3.
Que nuestras manos puedan

protegernos del sol,

que eclipsen su contorno totalmente,

no debiera ocultarnos el tamaño

de ese astro al que quiero llamar padre.

Bajo su luz desnuda

no precisan las cosas de adjetivos:

la mañana del mundo es cuanto tengo,

contra su cielo soy

un cuerpo frente al mar que ahora procura

disfrutar de su instante

en el hueco sin pausa de los siglos.

Austeridad y lujo de lo exacto.





4.
El sueño verdadero

En el cenit del día

un derrumbe se escucha silencioso:

es el ínfimo estruendo

de la nube que quiebra su lograda figura

para ser de sí misma sólo un eco en lo alto.

Todo está en su solsticio,

en su plena apariencia mientras el sol lo abrasa.

Y a la herida del hombre su latido le presta

el frágil corazón de la que cree su hora

en la burla del tiempo.

Todo vive muriendo y, sin embargo,

qué arraigado saberse cierto y hondo

en la misma raíz del desarraigo,

qué morada a cubierto en la brusca intemperie,

qué verdad este sueño

cristalino de agosto.


Vicente Gallego (Valencia, 1963) es uno de los principales representantes de la llamada poesía de la experiencia de los años 80 y 90 del siglo pasado. Dejó los estudios de letras para desempeñar múltiples trabajos que le han permitido vivir en la soledad del campo, intensificar su vocación poética y dejarse conmover por autores como Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda y Blas de Otero, entre otros. Es autor de La luz, de otra manera, Los ojos del extraño, La plata de los días, Santa deriva y El sueño verdadero. Ha recibido numerosos premios y ha sido traducido al italiano, francés, portugués, húngaro y búlgaro.




(Sección coordinada por Pepa Torras i Virgili)