La borrachera de Nasreddín

A eso de las dos de la madrugada, más o menos, el Mol·lâ Nasreddín sale de una taberna bien achispado y deambula durante un buen rato por las callejuelas de la ciudad, dando tumbos de aquí para allá. En esto se topa de cara con un policía que le pregunta de mala gana:
- "¿Se puede saber por qué anda usted deambulando por las calles a estas horas?".
A lo que Nasreddín respondió:
- "Señor agente, ¡si supiese la respuesta a dicha pregunta hace horas que ya habría llegado a casa!".
No hay respuesta cabal, ninguna respuesta, que explique el comportamiento del derviche, ebrio de amor, como no sea que el amor no puede callar y pugna siempre por mostrarse. Lo cierto es que en un mundo enfermo de egoísmo, el proceder del derviche, su generosidad incondicional, constituye una rareza, casi casi una extravagancia merecedora de sanción.
Halil Bárcena