"Grito. Me dice: Quiero que calles.
Callo. Me dice: Quiero que grites.
Me enciendo. Me dice: Quiero que tengas calma.
Me calmo. Me dice: Quiero que ardas"
Mawlâna Rûmî (1207-1273)

Comentario:
Bien sabe el derviche que en el camino interior no hay reposo alguno, ni seguridad que valga. Y es que no se transita por el sufismo a la búsqueda de certidumbre y garantía, sino todo lo contrario. Hollar la senda sufí comporta un estado de máxima vigilancia y estar dispuesto a cambiarlo todo cuantas veces sea preciso, porque nada es inmutable en la senda, salvo la propia senda y la sinceridad con la que se recorre. El cultivo de la interioridad propicia una suerte de agujero negro que se traga toda pretensión de orden y certeza que el hombre se afana en construir. El camino interior, cuando lo es de verdad, significa volver las cosas del revés. Y esto es lo más revelador de todo y también lo más próximo, si bien lograrlo suponga una travesía infinita. Pues bien, el derviche se pasa en dicho empeño media vida, y la otra media también. Halil Bárcena