lunes, 30 de junio de 2008

De las tabernas


"Nadie sino el borracho
conoce el secreto de las tabernas"


Fajr al-Dîn 'Iraqî (m. 1289)







Comentario:

El sufismo es un saber, ma'arifa, y un sabor, dhawq. El sufismo no reside en forma de libro en los anaqueles de una biblioteca, sino en el corazón hecho añicos de los derviches, esos borrachos impenitentes de las tabernas. Sólo quien frecuenta dichos lugares sabe del vino y sus consecuencias devastadoras. Amante de la ambigüedad verbal, el poeta sufí se complace constantemente en el equívoco y el doble sentido. Se entrega sin escatimo al juego lingüístico de las ambivalencias fonéticas y semánticas, tejiendo toda una maraña de sonoridades y matices musicales que imanta y embelesa. Los vates sufíes sienten una especial predilección por todo tipo de piruetas léxicas y juegos de palabras que contribuyan a romper los automatismos mentales. Así, la palabra jarabat quiere decir 'taberna', pero también 'lugar en ruinas'; y según el antiguo simbolismo poético persa, en los lugares en ruinas es donde se hallan los verdaderos tesoros. Por lo tanto, la taberna es para el derviche el lugar donde se sirve el vino del amor que hace ruinas de los corazones, donde salen a la luz los tesoros que el yo ocultaba tras de sí. De eso es de lo que en verdad sabe el verdadero derviche, ese es su secreto y de él da cuenta en su decir. El resto es hablar por hablar y... ¡dolor de cabeza! Así, no le vayas a preguntar por el secreto de las tabernas al frío y cuerdo académico de verbo huero, ni tampoco al religioso abstemio, sino a quien le brillen los ojos de tanto beber y beber, beber y... ¡vivir! Halil Bárcena