Un alfaquí ḥanafī
llamado Mawlānā Rūmī
Halil Bárcena
De las cuatro principales escuelas jurídicas (maḏāhib) del islam sunní, aún hoy subsistentes, la familia de Mawlānā Rūmī (m. 1273) estaba adherida a la escuela ḥanafī, caracterizada por una aplicación liberal de las leyes jurídicas islámicas. Andando el tiempo, el propio Mawlānā llegaría a convertirse en un reputado alfaquí ḥanafī formado en las medersas más reputadas de Damasco.
La escuela ḥanafī fue fundada en la ciudad iraquí de Kufa por el teólogo y jurista de origen persa Abū Ḥanīfa (m. 765) -de ahí su nombre- y es la más antigua y, al mismo tiempo, la más seguida de todas las escuelas jurídicas islámicas. Se cree que, hoy en día, un tercio de los musulmanes sunníes son ḥanafīes. Abū Ḥanīfa fue el primero en formular doctrinas legales de manera sistemática, a partir del legado jurídico islámico atesorado hasta entonces. Hombre fundamentalmente de letras que se mantuvo al margen de la judicatura y sus disputas, concedía mucha más importancia al Corán que a la sunna, es decir, la costumbre normativa del profeta Muḥammad (s.a.s.) y de la comunidad islámica inicial, dado que dudaba abiertamente de la autenticidad de numerosas tradiciones atribuidas al Profeta (s.a.s.), lo cual no siempre fue bien visto por otros juristas, especialmente los de La Meca y Medina.
Por el contrario, Abū Ḥanīfa, a la hora de formular leyes, aceptó el iğmā’ o 'consensus doctorum', sin restringirlo a los expertos y doctores de la ley de Medina. Igualmente, utilizó el recurso del así denominado istiḥsān, que acentúa la evaluación personal a la hora de elegir la mejor solución de acuerdo con las circunstancias. Al mismo tiempo, abogó por el uso del razonamiento lógico y el juicio analógico y comparativo (qiyās), así como por la prevalencia de la opinión personal (ra’ī) y el esfuerzo de comprensión y análisis interpretativo (iğtihād) de las cuestiones específicas en litigio.
Abū Ḥanīfa echó mano de la razón para probar sus afirmaciones teológicas y jurídicas, tratando siempre de conciliar fe y razón, lo cual le valió ser tildado de intelectualista. Y es que la razón jamás puede matar la fe, pero ésta no puede ser nunca repugnante a la razón, como bien puso de relieve en vida un fiel ḥanafī como Mawlānā Rūmī.