Mawlānā Rūmī
y el ayuno del Mes de Ramaḍān
Hay una dulzura escondida en el vacío del estómago.
Somos laúdes, ni más ni menos.
Cuando la caja de resonancia del laúd está llena, no brota la música de él.
a cada instante surge del fuego un canto nuevo.
La niebla se despeja y una nueva vitalidad te hace subir
los peldaños de la escalera que Allāh ha colocado frente a ti al nacer.
Estad vacíos y llorad como un ney (flauta sufí de caña).
Vacíate aún más y escribe secretos con la pluma de caña.
Cuando estás lleno de comida y bebida
Šayṭān se sienta en el lugar de tu espíritu.
Una horrible estatua de metal ocupa entonces la Ka’ba de Mekka.
Cuando ayunas, buenos hábitos se reúnen a tu alrededor
como amigos que te han venido a ayudar.
El ayuno es el anillo de Sulaymān (Salomón).
No te entregues a ninguna ilusión que te haga perder tu poder.
Pero incluso cuando se han perdido la voluntad y el control,
volverán cuando ayunes, como soldados que aparecen de la tierra,
o gallardetes que ondean en la brisa.
Una mesa desciende a tu tienda. Es la mesa de ‘Isà (Jesús) hijo de Maryam.
Espera verla cuando ayunes, espera verla extendida
con otro tipo de comida que es mejor que la sopa de verduras.
(Mawlānā Rūmī, Dīwān-i Šams nº 1739. Traducción de William C. Chittick).