miércoles, 2 de julio de 2014

Sufí, el hijo del instante

Ibnu-l-waqt, el hijo del instante

Inara Asensio


Waqt en lengua árabe significa tiempo, momento, instante. En el sufismo el término ha sido utilizado no para designar una cantidad o medida de tiempo, sino más bien para referirse a la cualidad del momento o incluso podríamos decir que designa la "concreción fugaz de la eternidad" [1]. En ese  sentido, al sufí se le conoce como ibnu-l-waqt o hijo del instante.

"El presente dahr es un océano de maravillas extraordinarias cuyas olas son los instantes que se suceden. ¡Tú que conoces a Dios!, no dejes escapar sus maravillas al ignorar lo que hay en él. Si se te escapa, no cumplirás como debes con Él, ni le darás el valor que se merece" [2].

A cada instante, nos dirán los sufíes, la creación es renovada y ésta jamás se repite, de manera que a cada momento  se manifiesta un  aspecto diferente de la  divinidad: "Cada día, Él está en algún asunto" (Corán 55, 29). El derviche es, pues, en palabras de al-Qushayrî, aquel que "está ocupado en lo que más conviene a su estado místico y está presente a lo que se exige de él ahora" [3]. Nos recuerda al mismo tiempo Mawlânâ Rûmî:

"El derviche es hijo del instante
Oh amigo! decir mañana no es propio de la senda interior" [4].

Y es que, efectivamente, no es propio del derviche posponer lo que el momento pide de él, puesto que :

"No hay instante en el que Dios no exija algo nuevo de ti. No hay momento breve o prolongado, que no te obligue de alguna manera a responder ante Dios. Cada instante es una nueva situación que por pequeña que sea encierra significados y aspectos de la sabiduría divina; quien lo descuida, ha perdido una enseñanza que ya nunca podrá recuperar" [5].
           
Como decimos, posponer no es propio del derviche, como no lo son tampoco la negligencia ni el descuido del aquí y ahora. "El ‘arif [sabio sufí] necesita conocer la enseñanza que contiene su momento presente como si fuera su propia vida, porque quien descuida la enseñanza del instante, lo deja pasar no obtiene el beneficio que Dios guarda para él" [6].

Al  derviche, si de verdad lo es,  se le encontrará  ocupado en  la situación y el momento en que Dios le ha colocado, sin buscar cambiarla por otra diferente,

"ya que no sale de la ignorancia el que quiere que en el instante presente  (al-waqt)  se produzca algo distinto de lo que Dios manifiesta en él" [7].

En el sufismo todo es una cuestión de adab y, efectivamente, ser hijo del instante no es sino una cuestión de adab o cortesía espiritual.  Por cortesía espiritual no nos referimos a un conjunto de comportamientos protocolarios adecuados o convenientes según unas ciertas convenciones -por muy delicadas o exquisitas que éstas pudieran resultar-, sino al saber estar, al comportamiento propio del ‘arif,  esto es, de aquel que de todo conoce el justo valor.


Notas:

[1] Abd ar-Rahmân al-Jâmî,  Los hálitos de la intimidad, J. J. de Olañeta editor, Palma de Mallorca, 1987, p. 64.
[2] Shayj Ahmad al-‘Alawi, El fruto de las palabras inspiradas. Comentario a las enseñanzas de Abu Madyan de Sevilla, Almuzara, Córdoba, 2007, p. 311.
[3] Abd ar-Rahmân al-Jâmî,  op. cit., p. 64.
[4] Mawlânâ Rûmî, Masnaví I, 133.
[5] Shayj Ahmad al-‘Alawi, op. cit., p. 311.
[6] Ibídem.
[7] Abd ar-Rahmân al-Jâmî, op. cit., p.64.

Inara Asensio es licenciada en derecho y diplomada en lengua árabe.