martes, 1 de julio de 2014

Contra la ideología de género

Contra la 'ideología de género'

Halil Bárcena



"¡Hombres! Os hemos creado de un varón y de una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros. Para Dios, el más noble de entre vosotros es el que más le teme" (Corán, 49: 13).


El mundo moderno, entendido aquí según lo describió René Guénon en su obra La crisis del mundo moderno, ha entronizado la idea de libertad hasta idolatrizarla. El humanismo, uno de los pilares ideológicos de dicho mundo moderno, se sustenta en la supuesta liberación humana de toda forma de identidad colectiva. Así, el ser humano ha sido liberado de la identidad cultural, en aras de una mundialización uniformizadora; de la identidad religiosa, y así sucesivamente. El último tipo de identidad colectiva del que el ser humano está siendo liberado es el género, en buena parte debido a la imposición de la llamada 'ideología de género' promovida desde el feminismo y otros ámbitos progresistas tanto de derechas como de izquierdas (¡ambas, derecha e izquierda, rinden culto al 'progreso'!), según la cual el género no sería más que algo arbitrario, fruto de condicionamientos sociales y culturales, y, en consecuencia, opcional: uno es lo que siente ser (de nuevo la lacra del sentimentalismo como medida de todo) y no lo que en verdad es, de acuerdo a la naturaleza real de las cosas. Dicho de otro modo, cada cual posee la libertad de escoger el tipo de género al que desea pertenecer, todos igualmente válidos. 

Decía Frithjof Schuon, a propósito del falso igualitarismo de género, que ha dado lugar a algunas leyes aberrantes: "Entre la mujer y el hombre existe, en el aspecto espiritual, superioridad recíproca. En el amor cada uno asume respecto del otro una función divina". Y es que, tal como apunta Agustín López Tobajas en su lúcido Contra el progreso, hombre y mujer son la manifestación a nivel humano de la polaridad cósmica entre lo masculino y lo femenino, el providencial desequilibrio ontológico que rompe la unidad indiferenciada del ser y genera la riqueza ilimitada y perpetuamente diferenciada del juego cósmico.