Recuerdos de Istanbul
Henry Corbin
En la primavera de 1939, se me había encomendado la misión de recoger en fotocopias todos los manuscritos de Sohravardî esparcidos por las bibliotecas de Istanbul, con objeto de realizar una edición crítica de sus obras en árabe y persa. El plazo fijado para llevar a cabo esta misión comenzaba el 1 de septiembre de 1939. En aquella fecha, el objetivo parecía muy frágil en medio de los acontecimientos desencadenados. Sin embargo, despuésde muchas conversaciones partimos para Istanbul el 30 de octubre de 1939, mi mujer y yo, acompañados de las paternales inquietudes de Julian Cain. La misión era en principio de tres meses. Duró seis años, hasta septiembre de 1945. En el curso de esos años, durante los cuales fui el vigilante del pequeño Instituto Francés de Arqueología, que estaba como estado de latencia, aprendí las virtudes inestimables del Silencio, de eso que los iniciados denominan la "disciplina del arcano" (en persa ketmân) [taqîya en árabe]. Una de las virtudes de ese Silencio fue dejarme a solas en compañía de mi shayj invisible, Shihâboddîn Yahyâ Sohravardî, muerto mártir en 1191 a los treinta y seis años de edad, la misma que yo tenía entonces. A lo largo del día y la noche yo traducía del árabe, tomando como guías únicamente a los comentaristas y continuadores de Sohravardî, y escapando por consiguiente a la influencia externa de toda corriente o escuela filosófica o teológica actual. Al final de aquellos años de retiro me había convertido en un ishrâqî, y la impresión del primer tomo de las obras de Sohravardî estaba casi acabada. Ciertamente, apenas tenía ocasión de hablar de ello a mi alrededor, si no era, por ejemplo, con amigos turcos de origen bektashî. El recuerdo de Yahya Kemal permanece inolvidable.
(Henry Corbin, El Imâm oculto, Losada, Madrid, 2005, p. 224).