Acerca del ayuno del mes de Ramadân
Ibn 'Arabî
El ayuno no es un acto, sino el abandono de un acto (tark). La negación de todo parecido con cualquier otra cosa en sí misma, un atributo negativo, lo que refuerza la analogía entre el ayuno y Al·lâh. El Altísimo ha dicho de Sí Mismo: “Nada se le parece” (Corân XLII, 11). Ha negado así la posibilidad de que exista algo que se Le parezca o con lo que pueda comparárseLe. Nasâ´î transmite el siguiente relato de Abû Umâma: “Me acerqué al Enviado de Al·lâh –que Al·lâh derrame sobre él su Gracia Unitiva y su Paz-, y le dije: 'Dame una orden que reciba directamente de ti´. Me respondió: `Ayuna, porque el ayuno no tiene nada que se le parezca´”. De esa forma negó que el ayuno pudiera ser comparado con cualquier obra de las que Al·lâh ha prescrito a Sus servidores.
Aquel que sabe que el ayuno es un atributo negativo –puesto que consiste precisamente en abstenerse de las cosas que podrían romperlo- sabe con certeza que no existe nada similar o con lo que se le pueda comparar. En efecto, el ayuno no tiene una esencia propia que sea susceptible de revestir una cualificación de realidad (wuyûd) inteligible para nosotros. Por esa razón, Al·lâh el Altísimo ha dicho también: “El ayuno Me pertenece”. No se trata, en realidad, ni de una obra de adoración ni de un acto ('amal). El uso de la expresión “acto” comporta una cierta impropiedad; lo mismo sucede con el término “existente” (mawyûd) aplicado a Al·lâh, tal y como la inteligencia humana comprende dicho término. En efecto, su realidad sostiene su Esencia (dhâtuhu) y no puede serle atribuido de la misma manera que a nosotros.
(Ibn 'Arabî, Textos sobre el ayuno, Mandala, Madrid, 2005)