Tras la gesta de Filípides
Halil Bárcena
La emoción que se siente al cruzar la línea de llegada tras correr una maratón es indescriptible. Yo he visto a algunos corredores y corredoras llorar. De hecho, a mí se me han humedecido los ojos tras correr los 42 kilómetros y 195 metros en que consiste la maratón moderna. Y es que no es cualquier cosa emular hoy la gesta de aquel legendario mensajero (algunos dicen que también era guerrero) griego llamado Filípides, que, según cuenta la historia (hay más de una versión), recorrió la distancia entre Maratón, al noroeste de Atenas, y la capital griega, para anunciar a sus compatriotas la buena nueva de la victoria de las tropas griegas frente a los persas, y evitar así que sus mujeres se suicidaran, tal como habían jurado en caso de triunfo enemigo, por temor a las represalias que los persas habían prometido llevar a cabo.
Hasta aquí la historia, eso sí, trufada de leyenda. Pero, ¿qué puede aprender uno tras realizar un esfuerzo físico (¡y mental!) de tamaña naturaleza? Lo resumiré de forma sintética. Básicamente, la maratón nos enseña que:
1) nada valioso en la vida se consigue sin esfuerzo
2) ninguna gran carrera comienza en la línea de salida
3) en el límite aflora una fuerza interior insospechada
4) lo que se realiza al límite y en el límite posee un valor especial
5) todos los corredores ganan, con independencia del tiempo invertido.
Es indudable el origen sagrado del deporte, tal como Ghazi bin Muhammad ha descrito de forma ejemplar en su libro The Sacred Origin of Sports and Culture (Fons Vitae, 1998). Pues bien, tal vez sea en la maratón, la prueba atlética más emblemática de todas, donde mejor pueda apreciarse dicha sacralidad, hoy, desgraciadamente, negada por unos cuantos y olvidada por casi todos.
Hasta aquí la historia, eso sí, trufada de leyenda. Pero, ¿qué puede aprender uno tras realizar un esfuerzo físico (¡y mental!) de tamaña naturaleza? Lo resumiré de forma sintética. Básicamente, la maratón nos enseña que:
1) nada valioso en la vida se consigue sin esfuerzo
2) ninguna gran carrera comienza en la línea de salida
3) en el límite aflora una fuerza interior insospechada
4) lo que se realiza al límite y en el límite posee un valor especial
5) todos los corredores ganan, con independencia del tiempo invertido.
Es indudable el origen sagrado del deporte, tal como Ghazi bin Muhammad ha descrito de forma ejemplar en su libro The Sacred Origin of Sports and Culture (Fons Vitae, 1998). Pues bien, tal vez sea en la maratón, la prueba atlética más emblemática de todas, donde mejor pueda apreciarse dicha sacralidad, hoy, desgraciadamente, negada por unos cuantos y olvidada por casi todos.