Libertad, un mito moderno
Halil Bárcena
La libertad es uno de tantos mitos modernos. Otros son el progreso (la historia es un proceso evolutivo que culmina en la civilización occidental), la democracia (vale lo mismo la opinión de un Platón o de un Mawlânâ Rûmî, pongamos por caso, que la de un asesino o un 'cabeza rapada' o un lo que fuere) y el igualitarismo (todo es igual a todo). Digamos algo de momento acerca de la libertad, ayudándonos de Ananda Kentish Coomaraswamy. En otro tiempo, el fin supremo de la vida era lograr liberarse de uno mismo. De hecho, no hay texto sagrado alguno que hable de la libertad como lo hace la cultura moderna. Hoy, sin embargo, lo que se persigue a toda costa y a cualquier precio es obtener y asegurar el máximo posible de libertad para uno, no importa respecto de qué.
Quede claro también que nuestra crítica al mundo moderno (otros lo hicieron antes, mucho mejor incluso) no esconde un visión pesimista del mundo que nos rodea. Y es que el pesimismo (cenizo y aguafiestas) y el optimismo (bambi y tontorrón) son dos formas de ceguera. ¿Acaso era pesimista René Guénon o lo es Seyyed Hossein Nasr? De ninguna manera; es más, ambos realizan un diagnóstico (tan certero como desapasionado) de la crisis del mundo moderno. El enfermo no se cura a base de ánimos voluntariosos, sino tras haberle efectuado un diagnóstico preciso de lo que le aqueja, porque sólo puede transformarse lo que se conoce; y hoy son pocos, muy pocos, casi nadie, los que saben qué es lo que nos está matando, de otro modo ya estaríamos poniendo remedio.