miércoles, 20 de febrero de 2013

La mística de la escucha de Rûmî




Rūmī 
y la mística de la escucha

Halil Bárcena



Uno de los aspectos sin duda alguna más fascinantes del místico sufí Mawlānā Ŷalāl al-Dīn Rūmī (m. 1273), aunque también, según mi opinión, de los peor comprendidos, es lo que he dado en llamar su particular ‘mística de la escucha’, la cual deriva de la singular relación que el maestro persa de Konya mantuvo con la música y la danza.

En efecto, el vínculo existente entre Mawlānā Rūmī y la música y la danza resulta muy evidente. De hecho, hablar del maestro persa de Konya es pensar en música y danza. Samā‛, “audición espiritual”, “escucha atenta” en árabe, constituye el concepto axial alrededor del cual se articula todo el universo semiótico de su poesía y de su experiencia mística. Referirse a Rūmī, como puede constatar cualquier lector mínimamente atento que se asome al Manawī o al Dīwān-e Šams-e Tabrīzī, es hablar de símbolos sonoros e imágenes musicales, lo que otorga a su obra un sesgo harto singular. Su nombre evoca de inmediato la danza circular de los derviches giróvagos y su infatigable girar sobre sí mismos.

La relación entre la experiencia mística y la música y la danza en el sufismo de Rūmī se presenta bajo dos aspectos fundamentales: uno analógico/descriptivo; metodológico el otro. Rūmī emplea la música como sistema de referencia y discurso analógico para describir, primeramente, su particular cosmovisión y, en segundo lugar, la naturaleza de la propia experiencia mística. De otra parte, la música y la danza constituyen el elemento central de la metodología espiritual empleada en el sufismo mawlawī, caracterizado, justamente, por su samā‛ u oficio litúrgico, que incluye la célebre danza circular o muqābala de los derviches giróvagos.

En Mawlānā Rūmī, música y danza son en sí mismas el camino espiritual, de ahí que ambas hayan formado parte integrante, durante siglos, de la educación espiritual de los derviches mawlawīes, verdaderos herederos del legado espiritual del maestro persa de Konya. Música y danza devienen en él una suerte de propedéutica que afina las actitudes tanto psicológicas como espirituales del derviche, permite comprender mejor los principios más sutiles del saber místico y anticipa el carácter unitivo de la experiencia mística.