miércoles, 10 de octubre de 2012

Tafakkur o reflexión

Tafakkur, reflexión sufí

Halil Bárcena



Se suele traducir (cristianizándolo) el término árabe îmân por 'fe', en el sentido de creencia en algo, cuando lo más correcto sería decir que îmân es apertura existencial al misterio de lo sagrado y, por extensión, a Al·lâh. Îmân, así pues, no es una cualidad que posean unos pocos privilegiados, sino un constitutivo antropológico del hombre en tanto que ser humano. Una de las características del tasawwuf o sufismo islámico, en tanto que vía de conocimiento, es considerar que el hombre no sólo conoce y aprehende la realidad a través de los sentidos y la razón, sino también mediante el îmân. El órgano propio de dicho conocimiento iluminativo, llamémosle así, es eso que los sufíes denominan en árabe 'ayn al-qalb u ojo del corazón, correspondiente al tercer ojo oriental.

La práctica sufí del tafakkur, que aparece insinuada en el propio texto coránico, es lo que podríamos llamar la reflexión propia de los sufíes. Y es que, insistimos una vez más, el sufismo es una tradición que apela, en primer lugar, no al sentimiento sino a la capacidad del ser humano de reflexionar. Así, Mawlânâ Rûmî, maestro de derviches, dirá: "Nuestro amor es fruto del conocimiento". Para el gnóstico persa Mahmûd Shabistârî (m. 1337), tafakkur “es caminar de lo falso hacia lo real, transcender la parte, lo relativo, para contemplar el todo, lo real”. Y es en ese punto en el que la práctica sufí del tafakkur se encuentra con lo sagrado. Decía Mircea Eliade que lo sagrado es lo real por excelencia, al tiempo que poder, eficacia, fuente de vida y de fecundidad. “El deseo del hombre religioso de vivir en lo sagrado”, afirmaba el investigador rumano, “equivale, de hecho, a su deseo de situarse en la realidad objetiva, de no dejarse paralizar por la relatividad sin fin de las experiencias puramente objetivas, de vivir un mundo real y eficiente, y no en una ilusión”.

Resumiendo, a través del tafakkur, que es la forma sufí de ejercer la reflexión, una reflexión que va más allá de la razón discursiva, pero sin negarla en ningún momento, el sufí trata de mitigar su sed de esencialidad y de verdad, sabedor de que lo real, la realidad realmente real, en una palabra, lo sagrado, nada tiene que ver con las tribulaciones mundanas de los humanos. Para el hombre de la modernidad, sin embargo, un problema mayor reside en el hecho de que, dado que desconoce casi por completo qué es lo sagrado, sacraliza cualquier cosa. Por consiguiente, un arranque eficaz del sufismo, ahora y aquí, pasa por hacer tafakkur acerca de lo sagrado y lo real, así como de lo profano y lo irreal.