miércoles, 26 de septiembre de 2012

Tafakkur o meditación/reflexión


Tafakkur o meditación/reflexión

Halil Bárcena



El tasawwuf o sufismo islámico es un tarîq y una tarîqa, o lo que es lo mismo: una senda y un método. Una senda de apertura existencial a eso que en la cosmovisión coránica se denomina Al·lâh, y que en otros ámbitos religiosos se denomina Dios, el Vacío, la Nada o el Gran Espíritu; y un método para recorrer con garantías dicha senda interior. Centrémonos ahora en el segundo aspecto, el propiamente metodológico, el de la tarîqa. Dhikr (recuerdo o invocación del nombre divino), samâ’ (música y danza), jalvet (retiro), sawm (ayuno) y tafakkur o meditación/reflexión constituyen los pilares sobre los que se apoya la metodología del sufismo mevleví, el que se inspira en la obra y ejemplo del poeta persa Mawlânâ Rûmî (m. 1273). El secreto de las distintas prácticas reside en la siguiente tríada: repetición, hábito y estado; es decir. La repetición de algo genera un hábito que desemboca en un estado interior o hâl. Por consiguiente, las prácticas, para que ser efectivas, exigen, antes que nada, ser practicadas; y ser practicadas de forma coherente y juiciosa, bajo la supervisión de alguien legítimamente capacitado para dirigirlas.

Por lo que respecta al tafakkur, tal vez la práctica mevleví peor comprendida (dada la epidemia moderna del sentimentalismo, que borra toda huella intelectual de la espiritualidad), decía el teólogo Abû Hâmid al-Gazâlî (m. 1111): “El tafakkur desencadena tres fenómenos: primero, conocimiento (ma’arifa); segundo, estado interior (hâl); acción (‘amal). La acción depende del estado interior, el estado interior depende del conocimiento y el conocimiento depende de la meditación/reflexión o tafakkur. De ahí que la meditación/reflexión sea la base de todas las virtudes”.

La llamada primera del Corán, tal como ha sido comprendido por los sabios sufíes, se dirige, justamente, a quienes son capaces de reflexionar/meditar en profundidad. No es un texto, pues, que ponga el acento sobre el sentimiento, sino sobre el conocimiento o gnosis. Afirma el texto coránico: “Verdaderamente, en la creación de los cielos y de la tierra, y en la sucesión de la noche y el día hay, ciertamente, signos para los dotados de razón y que invocan a Al·lâh, de pie, sentados o recostados; y reflexionan y meditan en los signos de los cielos y de la tierra” (Corán 3, 190-191).

Para el derviche mevleví, la meditación/reflexión o tafakkur sobre los signos de Al·lâh, la presencia de lo divino en todo cuanto es y existe, constituye la puerta de acceso al único conocimiento que en verdad libera de verdad.