La
prière en islam
Eva
de Vitray-Méyérovitch
Éditions
Albin Michel, París, 2003
Leili Castella
“¿Existe un camino más corto que la
oración, preguntó alguien, para acercarse a Dios? – Siempre la oración,
respondió [Mawlânâ Rûmî]. Pero la oración no es sólo esta forma exterior. Eso
es el 'cuerpo' de la oración; la plegaria formal implica un principio y un
final. Pero el alma de la oración es incondicionada e infinita y no tiene
principio ni final” [1]. Precisamente, a la oración dedica Eva de
Vitray-Méyérovitch, reputadísima islamóloga francesa del siglo XX y, por cierto,
exquisita traductora del poeta y místico persa Mawlânâ Rûmî (m. 1273), su breve
y a la vez profundo libro La priére en
islam, en el que nos presenta una síntesis concisa y a la vez erudita sobre
la oración islámica o salât (namâz en persa, expresión más utilizada en el islam oriental).
Siendo
el salât uno de los cinco pilares del islam, Vitray-Méyérovitch
empieza por enraizarlo en el contexto de la revelación coránica, no en vano la
plegaria es considerada por los musulmanes como un don de Dios a los hombres,
concedido al profeta Muhammad para su comunidad, en el transcurso de la noche
de su ascensión o mi’râj, en la que
el profeta del islam accedió a la presencia divina (Corán 17, 1). Eva de
Vitray pasa después a describir los distintos componentes de la oración y
dibuja progresivamente sus diferentes cualidades, como su dimensión comunitaria,
o el hecho crucial de que el respeto a las obligaciones y ritos prescritos por
el islam, entre ellos la oración, en ningún caso permite obviar la presencia de
la reflexión y de la inteligencia. Nos recuerda la autora, efectivamente, que
cualquier conformismo o sumisión ciega a una autoridad en materia religiosa
están prohibidos por el islam. “La fe",
explica la autora, "ha sido definida en
más de una ocasión por los pensadores musulmanes como la adhesión a aquello que
ha sido revelado con la plena libertad de la inteligencia y del corazón. El
Corán apela constantemente a la reflexión, a la observación”. Y cita la autora estas palabras del gran
filósofo y poeta indo-pakistaní Muhammad Iqbal: "La finalidad del Corán, en esta invitación a la observación
reflexionada de la naturaleza, es despertar en el hombre la conciencia de
aquello de lo que la naturaleza es considerada símbolo”.
Es
a esta realidad única a la que señala el símbolo, a este absoluto más grande
que todo cuanto uno pueda concebir, a lo que ha de (re)ligarse cualquier manifestación
de nuestra existencia: cada acto del ser humano ha de dar testimonio de ello, y
por tanto ser plegaria. Vivir en la presencia y recuerdo (dhikr) constantes de Él; esto es islâm. Por ello el libro que en estas líneas reseñamos empieza
así: “¿Qué es el Islam? Una sola palabra
bastaría para responder: la oración. A condición de entenderla, más allá de los
actos cultuales, como un compromiso total del ser humano. Y éste es
precisamente el significado del término islâm, que proviene del verbo aslama: entregarse,
abandonarse (a Al·lâh).”
Notas:
(1) Rûmî, Fihi-ma-fihi. Paidós, Barcelona, p. 36.
Leili Castella es
licenciada en derecho y pianista. Rebâbista del grupo 'Ushâq, es coordinadora
del Institut d'Estudis Sufís y directora de la escuela de música 'Baraka, música
con alma'.