Yunus Emre
y el gusto poético de
los turcos
Halil Bárcena
Hablar
de literatura clásica turca, la del largo período otomano, es hacerlo,
fundamentalmente, de poesía, mucho más que de prosa. Podemos afirmar, pues, sin
temor a equivocarnos, que el turco es un pueblo poético en esencia. Dicho de
otro modo: históricamente, los turcos han preferido la poesía para expresar sus
sentimientos más profundos. Muy probablemente, deberíamos añadir que también
han usado la música, tan cercana a la poesía, para dar rienda suelta a su mundo
interior, pero este es otro tema del que nos ocuparemos más extensamente en
otro momento.
Dos
son las corrientes poéticas imperantes en dicho período otomano, muy fructífero
por lo que hace al desarrollo de las artes. La primera, de carácter más culto y
elitista, ligada al mundo del palacio, es la llamada poesía del dîwân, muy influida tanto por las formas
de versificación (gazâl, qasîda,
mesnevi…) como por la métrica cuantitativa o arûz y escrita en el llamado turco otomano, preñado de vocablos
procedentes tanto del árabe como del persa, lenguas éstas mucho más adecuadas
que el turco para dicha métrica cuantitativa basada en el contraste entre
vocales breves y largas. La segunda, mucho más sencilla (estilísticamente
hablando) y popular, de corte tanto profano como espiritual, es la poesía cantada,
saz en mano, por el aşık o trovador itinerante y ésta sí de
raigambre estrictamente turca.
La
poesía del dîwân, irrumpió en el
siglo XIV, pero no fue hasta el siglo XVI cuando aparecieron dos de los grandes
poetas clásicos de dicha corriente, como son Fuzuli (m. 1556) o Bâki (m. 1600).
Un siglo más tarde cabe destacar al poeta Nefî (m. 1636), experto en el uso de
la qasîda. Frente a esta poesía de
una elegancia preciosista y aristocratizante, hallamos la llamada poesía
popular turca, escrita en un registro lingüístico turco fácilmente comprensible
por las capas populares (aunque no por ello exenta de un fascinante hechizo
fonético), a diferencia de la poesía del dîwân,
destinada a las elites cultivadas. Dos son las corrientes principales de la
poesía popular turca: una de orientación espiritual, místico podríamos decir
incluso, que es la que nos ocupa en estas líneas, y otra más profana.
Yunus Emre (m. 1329), figura mitad histórica, mitad legendaria, es el nombre por excelencia de dicha poesía popular turca de orientación espiritual. Y digo espiritual y no religiosa, dada la particular vivencia interior, más allá de las formas religiosas, de unos poetas cuya rebeldía e inconformismo les condujo a chocar en no pocas ocasiones con el poder religioso imperante. Escribe Yunus Emre, por ejemplo:
“Yunus Emre le dice al sabio religioso:
Acaso mil veces debamos peregrinar,
Acaso mil veces debamos peregrinar,
Pero mejor que todo de ello
Es penetrar en un corazón”.
Yunus Emre, de quien poco se sabe salvo su adscripción al tasawwuf o sufismo, la dimensión mística del islam, escribió
exclusivamente en turco, de ahí, entre otras cosas, su enorme popularidad a lo
largo de siete siglos. Nadie ha ejercido tanta influencia en el resto de la
poesía popular turca como él. Se ha de decir, sin embargo, que su recuperación
y reconocimiento como gran poeta ha sido relativamente reciente, dado,
justamente, su carácter popular. Y es que durante mucho tiempo los eruditos
otomanos lo ningunearon dada, justamente, su condición de outsider. No en vano, el suyo no es el ámbito urbano del palacio
sino el mundo turco rural, venero de toda suerte de disidencias. Con todo,
rural aquí no significa en modo alguno folclórico. La poesía de Yunus Emre es una
de las expresiones más logradas, tal vez la mejor, de lo que podríamos
denominar cultura anatolia, en la que convergen el islam y la ancestral
espiritualidad turca impregnada de valores chamánicos.
El
reciente descubrimiento, apenas son unas cuantas décadas, de la poesía de Yunus
Emre ha ido en paralelo a la revalorización de la cultura popular turca que
durante mucho tiempo fue menospreciada y tenida por menor por la intelectualidad
otomana, cuyos gustos estéticos estaban más cercanos a la sensibilidad
arabo-persa. Hoy, Yunus Emre resume los gustos poéticos de los turcos y una
forma de espiritualidad que exige menos encorsetamiento formalista y más
desbordamiento interior. Canta Yunus Emre:
“Tu amor me ha robado de mí,
Yo a ti, te necesito a ti.
Día y noche ardo de amor por ti,
Yo a ti, te necesito a ti”.