miércoles, 9 de noviembre de 2011

De la alegría del derviche

La alegría del derviche



Halil Bárcena







Emprender la senda interior sufí es adentrarse en lo desconocido, lo cual siempre atemoriza, por muy seguro de sí mismo que uno pueda sentirse. El temor suele asaltarnos pronto, dado que los sufíes son especialistas en echar por tierra todo aquello en lo que depositamos nuestra confianza buscando, justamente, seguridad. Nadie en sus cabales debiera dar ni un solo paso sin un cierto ‘temor reverencial’ o taqwa. Sin embargo, ello no supone que el cumplimiento de la ‘tarea’ sufí o wadhîfa, que exige siempre una actitud de taqwa, como hemos visto, desencadene un estado de ánimo triste. Por el contrario, el derviche camina con alegría o ridhâ, al margen del pesar que le producen la ceguera e ignorancia del entorno, ya que se sabe humildemente afortunado ante la propia senda interior y la wadhîfa a cumplir. Otro motivo de su estado gozoso, tal vez el más decisivo, es la confianza inquebrantable o tawakkul en Él, que experimenta en forma de una fuerza interior inquebrantable. En definitiva, la alegría del derviche emana de haber aceptado su propio destino o qadar, que es una forma de pacificación interior, y de haber comprendido en su entera profundidad el alcance de la ‘tarea’ que debe realizar.