martes, 26 de abril de 2011

Símbolos: el círculo


El símbolismo del círculo


Halil Bárcena





Lo que he dado en llamar 'pensamiento sufí de la circularidad' constituye uno de los elementos más característicos de la espiritualidad sufí. Dicho pensamiento está estrechamente ligado a las ideas de retorno (al origen, centro del ser) y recuerdo (de dicho centro); y posee una traducción práctica en la mayoría de prácticas sufíes, que siguen un esquema mandálico, como sucede, por ejemplo, con el samâ', la danza del giro empleada por los derviches mevlevíes, seguidores del místco persa Mawlânâ Rûmî (m. 1273). El samâ' constituye una danza circular, como lo es también el movimiento giratorio del peregrino musulmán alrededor de la negra ka'aba de La Meca, o el discurrir de los planetas en torno al sol. El movimiento circular es el movimiento perfecto: el de las esferas, el de la regeneración, contrariamente al de la línea recta, que representa el mundo de lo corruptible.

El círculo constituye una unidad completa, y muestra, al mismo tiempo, la unidad del punto de origen. No tiene principio ni final, sino que es finito e infinito al mismo tiempo. El círculo constituye para el derviche el espacio por excelencia del viaje alquímico, el de la transmutación interior. El círculo permite hacer visible lo invisible. Por su parte, el punto es la primera de todas las determinaciones geométricas, de la misma manera que la primera de las determinanciones matemáticas es la unidad. La unidad y el punto constituyen la expresión del ser. Así pues, el círculo aparece como irradiación del punto, que es el centro. El punto es, al mismo tiempo, el principio, el centro y el final de las cosas. El movimiento circular del derviche durante el samâ' se hace desde el centro y remite, justamente, a la inmovilidad vibrante del centro. El derviche es punto y círculo a la vez. En el lenguaje sufí, hallar el centro, único sentido del vivir, es saborear la totalidad.

El sabio andalusí Ibn 'Arabí (m. 1240), polo espiritual del sufismo especulativo, sintetiza de este modo el 'pensamiento sufí de la circularidad' que acabamos de exponer: "Considera que el mundo es de figura esférica y por esto ansía volver a su principio, una vez que ha llegado a su fin, es decir, a Dios, que fue quien nos sacó del no ser al ser y al cual hemos de volver, como Él mismo dice en varios lugares de su Libro [Corán] (...) Todo ser, toda cosa, es una simple circunferencia que torna a aquel de quien tomó su principio".





También la sabiduría ancestral de los pieles rojas norteamericanos, que tan bien nos mostró Frithjof Schuon, nos ofrece un testimonio impagable, acerca del poder simbólico del círculo. Afirma Alce Negro, sioux oglala: "Todo lo que hace el Poder del Universo lo hace en forma de círculo. El cielo es circular, y he oído decir que la tierra es redonda como una bola, y también las estrellas son redondas. El viento en su fuerza máxima se arremolina. Los pájaros hacen sus nidos en forma de círculos, pues tienen la misma religión que nosotros. El sol sale y se pone en círrculo, como la luna, y ambos son redondos. Incluso las estaciones forman un círculo enorme en su mutación, y vuelven siempre a donde estuvieron. La vida del hombre es un círculo de infancia a infancia, y lo mismo ocurre en todas las cosas en que el poder reside. Nuestros tipis eran redondos como los nidos de los pájaros, y siempre se disponían en círculo, el aro de la nación, nido de múltiples nidos, en el que el Gran Espíritu deseaba que nosotros empollásemos a nuestros hijos".