domingo, 20 de marzo de 2011

Simbolismo del Haftsin


Nowrûz:
simbolismo del "haftsin"

Halil Bárcena






La primavera es tiempo de renacimiento de la naturaleza. Tras la contracción del invierno y sus fríos, todo a partir del mes de marzo, en el hemisferio norte, es mostración y expansión de vida. Cada veinte de marzo, desde tiempos inmemoriales, los persas han venido celebrando el Nowrûz o año nuevo, una festividad de fuerte arraigo en el sufismo oriental, presente en la obra escrita de poetas como Hâfiz, 'Attâr o el mismo Mawlânâ Rûmî. Todo en el Nowrûz gira en torno al simbolismo contenido en el binomio fin/renacimiento. La irrupción del fuego primaveral quema lo anterior, lo viejo y caduco, dando paso a un nuevo renacimiento de la vida, que se expresa en nuevas formas, jamás antes imaginadas. Y es que la vida es eso, justamente, muerte y renovación a cada instante.

A mi modo de ver, donde mejor puede apreciarse la profundidad simbólica del Nowrûz es en lo que se conoce en persa como sofre-ye haftsin, esto es, "el mantel de las siete "S", una suerte de mesa ritual, muy popular en los hogares persas (otros pueblos, como los parsis de India o los kurdos también lo conocen), que reúne siete elementos que comienzan con la letra persa sîn, cuya equivalencia fonética es nuestra "s". Se dice que, antes de la conversión de los persas al islam, se trataba de siete elementos que empezaban por la letra shîn, uno de ellos el vino, sharâb en persa (de donde procede nuestra palabra "jarabe"). De todos es conocido el gusto persa por el vino. Shîrâz, por ejemplo, era la ciudad del vino, las rosas y los poetas. Sin embargo, dado el carácter abstemio del islam, dicha costumbre, que no pudo ser suprimida tras la islamización del país, se adaptó a las costumbres (impuestas) de los nuevos tiempos, pasando de la letra shîn a la sîn, tal como hoy lo conocemos, haciendo desaparecer, definitivamente, el vino del haftsin.





Los siete elementos que componen el haftsin son estos:
1. Sabzé: brotes verdes de trigo, guisantes o cebada, que simbolizan el renacimiento.
2. Samanu: una especie de pudding hecho a base de grano, que simboliza la nueva vida.
3. Serké: vinagre, que simboliza el paso del tiempo y la paciencia.
4. Sîb: manzana, símbolo del amor y la belleza.
5. Sir: ajo, que simboliza la curación, estando ligado a la buena salud.
6. Somagh: una especia iraní que guarda una cierta similitud con el chili, que simboliza la victoria de la luz frente a las tinieblas.
7. Senyed: frutos secos, que simbolizan el amor.

Estos son los elementos imprescindibles de todo haftsin. A veces, sin embargo, se añade algún otro más, pero siempre comienza con la letras sîn, como el sonbôl, un jacinto o narciso, que simboliza la llegada de la primavera; o seké, unas cuantas monedas, que simbolizan el bienestar y la prosperidad.


Por último, el haftsin se completa con los siguientes elementos simbólicos, que vienen a arropar a las siete "s", ya descritas:
- Ayné: un espejo, que simboliza la reflexión sobre la vida.
- Mahí: dos peces rojos, que simbolizan el devenir constante de la vida.
- Tojme morg: huevos pintados, que simbolizan la fertilidad.
- Shamé: velas, que simbolizan la felicidad ligada a la luz.
- Lalé: tulipanes, que son el recuerdo de los seres queridos muertos.
- Golâb: agua de rosas, que simboliza el poder de la limpieza y la purificación.
- Shirîni: dulces, que simbolizan la dulzura como cualidad espiritual.
- Narengi: una naranja y una rosa flotando en un recipiente de agua, que simbolizan a la tierra flotando en el espacio.

Al mismo tiempo, jamás falta en un buen haftsin, algún libro espiritual, como el Corán, el Dîwân de Hâfiz o el Masnaví de Mawlânâ Rûmî; e incluso también algún instrumento musical; todo ello dispuesto según la creatividad de cada cual.