"De día te alababa y nunca lo supe.
De noche contigo estaba y nunca lo supe.
Siempre pensé que era yo,
pero no: yo era tú. ¡Y nunca lo supe!"
Mawlânâ Rûmî (m. 1273)
Comentario:
Eres eso, aun sin saberlo, o por mucho que lo hayas olvidado. De hecho, siempre has sido eso y nada más que eso, aunque, es cierto, hubo un tiempo en que creíste ser otra cosa: creíste ser tú, cuando, en el fondo, no hay más que Él. ¡Y es que has vivido durante tanto tiempo en la desmemoria y el extrañamiento de lo que realmente eres! La invitación del derviche no admite duda: que regreses como el exiliado a tu sí mismo más profundo, pues esa es tu auténtica patria de origen, donde late tu naturaleza primordial o fitra, que no es sino la cualidad que te permite considerarte realmente humano. Nada has de buscar fuera que no esté inscrito ya en los pliegues más recónditos de ti mismo. A fin de cuentas, lo espiritual participa de la consciencia humana más profunda. Él reside en ti desde siempre, más cercano que tu propia vena yugular, como afirma el dictum coránico (Corán 50, 16). Por eso, el derviche, que actúa en vida como un exiliado, no persigue conocer lo desconocido, sino reconocer lo de siempre. El derviche no progresa, sino que regresa a lo que es, al que es, pues él es eso y, a diferencia del hombre común, lo sabe. Halil Bárcena