jueves, 6 de noviembre de 2008

Poetas: Ángel González


Ciego *

¿Ciego a qué?
No a la luz:
a la vida.

¿Sordo a qué?
No al sonido:
a la música.

Abre los ojos,
oye:
nada ve,
nada escucha.

Como si el mundo entero
una nevada súbita
lo hubiese recubierto
de silencio y blancura.

* Otoños y otras luces, Barcelona: Tusquets, 2008





Tú mismo lo dijiste:
‘aquí sí es peligroso’.
Te referías
a la luz de las llanuras altas,
a su aire tan claro y transparente,
al paso de las aves
por los senderos del espacio,
a la brillante flota de las constelaciones,
al rumor del río Duero,
que tampoco da tregua.

Pero no se trataba sólo de eso:
en el fondo,
te estabas refiriendo a la pureza,
a la honda verdad que se desprende
de lo que vive en plenitud y es libre,
y deja
en quien contempla tanta maravilla
un poso de nostalgia
y el temor de no ser
signo de recibir dones tan altos.

¿Basta el deseo para merecerlos?
¿Qué otras credenciales avalaban
tu avidez?

Ignorabas, temías.
La luz aquella que te deslumbra
ilumina la meta, no el camino.

Para quien anda a tientas,
y no sabe,
la noche abierta es un peligro hermoso.

Otoños y otras luces, Barcelona: Tusquets, 2008


Ángel González (Oviedo, 1925-Madrid, 2008). Poeta de la llamada generación de los cincuenta, su poesía intimista con toques de ironía aborda asuntos cotidianos, mediante un lenguaje coloquial y urbano, accesible y transparente. El paso del tiempo, el amor y el compromiso cívico son tres constantes en una obra poética que destila un fondo ético de solidaridad y libertad humanas. Otoños y otras luces es su último libro.

Sección coordinada por Pepa Torras Virgili